⁰⁴El Amor Les Haria.

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[...]

Samuel no sabía explicar cuando exactamente se había enamorado de Colín; solo recordaba que un día, de pronto, ya lo hacía. Y eso estaba bien. Le gustaba gustar de él, por más tonta que se oyera la frase.

Amarlo le hacía sentir tranquilo, conforme, completo; le hacía sentir humano.

Recordar de pronto sus sutiles risas y encontrarse sonriendo por ellas le provocaba un hormigueo en el pecho. Comprar detalles mínimos, porque sabía perfectamente que no había algo que el rubio no tuviera, le alegraba porque sabía que lo atesoraria.

Porque sabía que Colín cuidaba y amaba con su corazón todo lo que recibía de su parte.

El amarlo era perfecto porque, en el fondo, sabía que su chico también le amaba.

Aunque no fuera como él quería.

Se preguntó,  camino al hotel después de clases, si alguna vez Colín se había sentido así a su lado. Porque sentía que lo hacía, a veces sentía que el rubio podría corresponderle, que si él le dijera que lo amaba recibiría una positiva en respuesta porque sabía que también lo amaba.

Entonces recordaba que Colín no tenía a nadie más.

Colín nunca había tenido amigos además de él y Adrianne; una niña cariñosa y dulce. Creció rodeado de mujeres que le enseñaron que un abrazo significaba "te quiero" , que un "te amo" es literal y que demostrar cercanía era de lo más normal del mundo.

Incluso si la otra persona es un chico.

Samuel era consciente de que Colín no comprendía que todas sus acciones podrían ser malinterpretadas.

Nunca había tenido un interés romántico por nadie, así que no entendía porque decir "me gustas" era tan significativo,  porque para él era un sinónimo de un simple "no te odio."

Si lo pensaba detenidamente, Colín solo era un chico que expresaba abiertamente el cariño que le tenía a su único y mejor amigo.

Sus abrazos siempre eran dulces y la manera en la que jugaba con sus manos inocente. No se avergonzada ante la desnudez mutua y actuaba hasta infantil cuando subía sus piernas sobre él en aquel abrazo koala que le gustaba hacer para dormir cómodo.

Nunca le había descubierto mirándole los labios, como él hacía.

Nunca había desviado la mirada cuando estaban cerca, como él hacía.

Nunca había sentido su corazón latir con rapidez cuando se abrazaban al dormir, como el suyo hacía.

Colín solo era... él.  Tranquilo, sereno y pacifico a su lado; muy diferente al manojo de nervios que era él ante el mínimo detalle.

Sabía que si le decía a Colín lo enamorado que estaba de él solo lograría confundirlo y atormentarlo.

Porque Colín no creía en el amor, es incluso correcto mencionar que aborrecía el romance más que cualquier ser humano en el planeta.

¿Cómo decir, pues,  que amas a alguien que fue asesinado por el amor?

Samuel entonces se convertía en un conformista.

Estaba bien estando solo a su lado, solo siendo amigos y solo imaginando que en algún futuro cercano el amor no les mataría...

...les haría.

[...]

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