[...]Se había convertido en un soñador innato.
—¿¡Por qué no me llamaste, Colín?!
—¿¡Para qué, Samuel!?— lo ve levantarse del sofá. Exaltado. —¿¡Qué se supone que ibas a hacer?!, ¿defenderme?— se jacta.
Y Samuel siente que el corazón se le ah roto un poco, otra vez.
—¡Pude haberlo intentado, ¿sabes?!— no baja su voz, aunque siente que la está perdiendo. —¡No tienes que soportar a Andrew tu solo!
—¡Tengo qué!— grita. —¡Si no soy yo, ¿sabes acaso quien lo haría?!
—¡Deberían!— se atreve a decir por primera vez. —Este es un problema entre ellos, Colín. No es tuyo.
—Vete Samuel. — ordena.
Quiere obedecer. Quiere dar la media vuelta y salir de la habitación porque sabe que si dice una palabra más las cosas terminarían de una pésima manera.
Se muerde la lengua, siente su sangre arder.
No sabe como hacerle entender.
—¿Sabes qué, Colín?, esta bien. — suelta, con una indiferencia que también le lastima. —Haz lo que quieras. Total, ¿por qué escucharías a un maldito sirviente como yo?, ¿verdad?— Los ojos de Colín tiemblan. —¿¡Por qué debería preocuparme por un terco como tú?!, ¿¡por qué sentirme de esta manera cuando al parecer a ti te importa una mierda?!— toma sus cosas, molesto. —Haz lo que quieras, Bourgeois, pero cuando te quedes solo por tu jodida actitud no me busques.
Samuel se sentía un imbécil. Mientras el elevador baja, y con el la adrenalina del momento, sabe que ha lastimado al otro como nadie más.
No se quiere excusar, pero lo hace. Está cansado de habar y hablar sin fin sobre el tema, comienza a sentir que lo hace en vano.
No culpa a Colín tampoco, entiende perfectamente que no lo hace con el propósito de llevarle la contra. Colín está enfermo, lo entiende perfectamente.
Pero, ¿alguien podría intentar entenderlo a él?
No es fácil ver como la persona que amas se hunde más y más en algo que para ti es fácil superar. Es tan frustrante escucharle llorar, incluso cuando has hecho hasta lo imposible por verle sonreír siquiera. Le invade la impotencia cuando ve, de nuevo, aquellas heridas en sus brazos, incluso cuando le prometió no volverlo a hacer.
No lo culpa.
Se culpa a si mismo.
¿No estaba haciendo las cosas bien?, ¿no lo estaba intentando lo suficiente?, ¿qué era lo que le faltaba?, ¿por qué no podía hacer más?
La culpa le invade cuando el mensaje de siempre llega.
"Lo siento, Sammy, no estés molesto conmigo mucho tiempo. Te amo. "
Samuel quiere dejar de soñar. Dejar de ser tan débil, dejar de sentirse así, y de ser posible, dejar de amar a Colín como lo hacía.
Porque la emoción era grande, pero el dolor siempre era doble.
Era consiente de que, al menos en esta vida, el amarse iba a ser más difícil de lo normal.
Y no porque ambos fueran chicos.
[...]
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Imagine.
Fiksi PenggemarImagina que estás enamorado de tu mejor amigo. Que un día logras confesarlo. Y que por más irreal que parezca, y sea, te corresponde. Samuel lo hacía.