⁰² Siempre Estoy Ahi.

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[...]

"...

El sonido de su celular les devolvió a su realidad, habían perdido totalmente el sentido del tiempo. ¿Qué hora era?, ¿hace cuánto que estaban ahí los dos hablando y alucinando escenarios?

-¿Quién es?- pregunta Alex, quitándole el suéter que había estado usando de almohada sobre su regazo, porque según él era duro e incómodo.

-Es Colín...- responde, sentándose de mala gana al ver que le había arrebatado la prenda. -No debería llamarme hoy...

El pelirrosa también lo encontró extraño. Tenían prohibido llamarle los viernes por la tarde y noche porque él solía tener cenas con su madre. Había escuchado que Andrew había vuelto al país por trabajo, así que una llamada de Colín era solo un indicador de peligro.

La mirada preocupada de Samuel lo confirmaba.

-¿Pasó otra vez?- la molestia en su voz se hizo notar. Sam se limitó a hacerle señas para que guardara silencio y se calmara.

Contestó después de suspirar. Escuchó al instante la respiración agitada del otro, le escuchaba titiritar y sollozar, tratando tal vez de controlarse sin éxito.

Sintió su pecho dolor al escucharlo.

-¿Dónde estás?- recibió balbuceos en respuesta. -Colín, respóndeme...- ordena, tomando sus cosas y despidiéndose con un gesto del otro.

-En el balcón...- su voz entrecortada le lograba estremecer como la primera vez. La escuchaba y le era imposible asimilar que era del rubio; de aquel orgulloso y egocéntrico chico que tenía por amigo.

-¿Hay pirotecnia cerca?- le escuchó negar. -¿Está tu padre ahí?- negó otra vez. -Exacto, solo estoy yo...- le trató de calmar. -Solo yo, Colín. Solo nosotros ¿bien?, nadie puede hacerte daño si estoy contigo... - tomó un taxi cuando llegó a la avenida, indicó la dirección y prestó de nuevo toda su atención a la llamada.

-Estas...- trataba de hablar. Respiró pesado, soltó un suspiro para calmar su hiperventilar, pero éste pronto se volvió un pequeño grito ahogado.

Roto, asustado y desesperado.

-Estoy aquí... - terminó la frase. -... siempre estoy ahí.

-Samuel...- llamó, dejando que su voz se quebrara. Se soltó a llorar sin querer.

-¿Si?

-Quiero verte.

Miró las pequeñas gotas de lluvia que comenzaron a caer golpear levemente el cristal de la ventana. El sonido, cualquiera que fuera a excepción de su voz, desapareció. Quiso responder millones de cosas, una más ridícula que la anterior; promesas, deseos y cariño, pero no pudo hacerlo. Al menos no como quería.

El peculiar tono que anunciaba el final de la llamada sonó en cuanto el taxi paró frente al hotel. Pagó en efectivo y subió al último piso en el vacío ascensor.

Se encontró con la linda criada que siempre les seguía los juegos en el pasillo.

-Jean, buena noche...- saluda, pero la ve hacer una mueca en respuesta.

-Joven Samuel, me alegra mucho que esté aquí, el señorito Colín...

-Lo sé. - interrumpe, pues la ve desvairle la mirada avergonzada. -Me marcó hace un momento

-Yo... intenté hacer lo que me dijo pero...

-Jean, lo sé. - tranquiliza. -No es como que Colín se deje ayudar de cualquier forma, no debes sentirte culpable ¿si?

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