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Samuel recuerda perfectamente aquellas fechas.
Recuerda que aquel sábado, después de que su padre se fuera del país sin aviso alguno de nuevo, Colín le visitó con la sonrisa más hermosa que jamás había visto. Recuerda a la perfección aquel abrazo y la calidez que transmitió.
No sabía que había ocurrido, pero notó a Colin más vivo; más alegre.
La semana que le siguió fue maravillosa a niveles inimaginables. Colin le invito a todos aquellos lugares que alguna vez le dijo que quería visitar.
Pasaron todo un domingo en el museo, como siempre soñó.
Vieron abras de arte toda la mañana. Samuel compartía su poco conocimiento de arte y Colín insistía en decir una y otra vez que su persona era más bonita que aquellas pinceladas.
Samuel sentía el corazón estallar y una que otra sonrisa tímida lograba escapar.
Colín, aún estando rodeado del arte más precioso del mundo, no despegó la vista ni un poco del pelinaranja.
Fueron también a una cafetería, caminaron un poco por las nocturnas calles parisinas y casi al terminar el dia Colín le pidió que se quedase a dormir con él.
Porque había dicho que el día entero no había sido suficiente. Porque le confesó que ya le extrañaba aunque aun no se fuera.
Samuel fue débil, por supuesto. Siempre lo era ante los bonitos ojos azul mar que tenía en frente.
Se bañó, uso el pijama que Colín tenía especialmente para él y se acostó en la gran cama.
Pensó en un millón de razones, pero nada lograba explicar el porqué de su actuar.
Habían salido, como de costumbre. Habían comido juntos, como de costumbre. Incluso habían intercambiado aquellas tontas miradas y sonrisas, como de costumbre. Pero sentía que había algo más.
Colín había cambiado un poco. Y no supo si emocionarse o asustarse ante eso.
Samuel imaginó que habían tenido una cita normal. Como dos mejores amigos normales que estaban mutuamente enamorados pero no se atrevían a confesarlo.
Fueron solo ellos; sin la depresión y la ansiedad estorbando.
Cuando Colín salió del baño y se acostó a su lado sus dudas solo incrementaron, porque él se giró para verlo.
Samuel se giro igual, para estar frente a frente.
—¿Qué ocurre?— se atrevió a preguntar.
—Eres muy bonito. — dijo. —Creo que nunca te lo había dicho.
—¿Por qué dirías algo así?— ríe, intentando ocultar las mariposas que comenzaron a revolotear.
—Porque lo eres, Samy.
—¿Te sientes mal o algo?— acusa, sin saber qué más hacer para cambiar el tema antes de que sus rojas mejillas le delaten.
—Me siento bien, de hecho. Mejor que nunca.— Samuel lo ve estirar la mano para comenzar a acariciar su mejilla lentamente. —Yo solo... — le acomoda el cabello. —... quería estar contigo hoy.
—¿Solo hoy?— pregunta, aunque muerde sus labios porque siente que ha hablado de más.
—Solo lo que me queda de vida. — suelta.
Casi como promesa.
Samuel imagina que es un sueño.
Porque se ha atrevido a acercarse, aún con la mano del otro en su mejilla. Se acerca con lentitud, dudando, esperando que Colin se aleje.
Su respirar se mezcla y sus manos se aferran con fuerza a la camisa del rubio.
Entonces siente el roce de sus labios.
Escucha su corazón en el oído de lo fuerte que late.
Se aleja, esperando ver cualquier reacción.
Colin parece consternado. Tiene los ojos abiertos con sorpresa, le mira fijamente y su mano parece temblar un poco, pero no parece asustado o asqueado.
Colin tal vez ha tenido una epifanía.
Colín tal vez a penas entiende que es lo que ocurría con su corazón, comprende por fin el porque de su necesidad a protegerlo y hacerlo feliz.
Tal vez Colín por fin ha diferenciado entre el cariño que se le tiene a un amigo al amor y deseo que definitivamente tiene por Samuel.
Le besa.
Colín toma como suyos los labios del pelinaranja después de un momento. Lo sostiene de las mejillas, asegurándose de no dejar escapar ni una parte de su ser. Samuel aprieta su agarre, siente que se puede caer aunque estén acostados.
Se deja ser ante el torpe tacto.
Samuel ha imaginado que esa noche por fin pudo decir "te amo" sin miedo a ser escuchado.
Samuel ha imaginado que su mejor amigo ha contestado un "también yo" en medio del dulce beso que le robó.
Samuel estaba tan perdido en sus alucinaciones que pareció ignorar la promesa que la muerte susurró.
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Imagine.
FanfictionImagina que estás enamorado de tu mejor amigo. Que un día logras confesarlo. Y que por más irreal que parezca, y sea, te corresponde. Samuel lo hacía.