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—No voy a hacerlo.— había dicho, después de que le pidiera de nuevo su ayuda con el tema del divorcio...
Con su hermanastro sentado justo a su lado.
Le pareció excesivo. ¿Había necesidad de traerlo a su hogar?, ¿qué ganaba él con traer al bastardo al lugar en donde su, aún esposa, vivía?
Colín lo encontró excesivo.
—¿Disculpa?
—No voy a hacerlo, padre. No voy a hablar con mamá sobre esto de nuevo. — dice, con voz clara. —Si tanto te urge este asunto, te sugiero que seas tu quien hable con ella directamente.
—¿Por qué estás actuando así, eh?— acusa el hombre, señalandole. —¿No entiendes que solo te hará caso a ti?, ¡pideselo!
—¿Crees que no lo eh hecho ya?, cada que me lo pides voy y se lo pido yo a ella y... perdona, pero...— se gira al chico de mechón rosa, que parece robot por lo estático que está; tal vez incómodo, con justa razón. — ¿Qué haces tú aqui?
—¡Cuida tu lenguaje, Joaquin!— advierte el adulto, antes de que el rubio más pequeño pudiera hablar.
—Es Colín...—le corrige por lo bajo.
—¿Qué balbuceaste?— pregunta tosco, su creciente molestia solo se hace más evidentemente con el pasar de los segundos.
—Mi nombre es Colín. — corrige, sin elevar su vista del suelo.
—No entiendo que está pasando contigo. Admito que nunca fuiste muy brillante o el orgullo de la familia que creí que serías, pero esta actitud es incluso peor de lo que ya era.— suelta con tranquilidad.
Como si sus palabras no fueran puñal en corazón ajeno.
—Papá...— intenta detenerle el otro.
—No Zoel, esto no te incumbe —corta, para después volver su vista a Colín. —¿Quién te enseñó a responder de esta manera?, se nota que tu madre no ha estado haciendo un buen trabajo educandote...
—No la metas en esto. — interrumpe elevando , solo un poco, su voz. —No creo que tengas el derecho de juzgar la crianza de un hijo cuando se ve claramente que no tienes experiencia alguna al respecto.
Esas palabras parecen ser la gota final, aquella que hizo colapsar a la presa entera.
Una bofetada se escucha en el cuarto.
Zoel lleva ambas manos a su boca con asombro, la mejilla izquierda de la pálida piel del rubio se comienza a tornar roja y aquellos ojos azul mar se clavan en el suelo; en algún punto muerto.
Colín no mueve un músculo.
Colín no hace nada.
Colín aún tiene la esperanza de que papá va a preguntarle si esta bien, cree que papá va a disculparse por el pequeño arranque de ira que tuvo y le dirá una vez más que intente convencer a mamá.
Colín cree que papá va a cambiar; cree que aún lo puede amar.
—¡Ah, ya sé!— exclama él, dramático. — ¡El problema es tu amiguito ese!—grita. —¡Seguro es él quien te mete estas estúpidas ideas en la cabeza!, pero no me sorprende ¿qué se puede esperar de una persona tan baja y vil como esa?, pobre y sin aspiraciones ni talento alguno...
Colín podía soportar que su persona fuera humillada por aquel que le dio la vida; podía decirle una y otra vez que le odiaba, que no le quería y que era un error.
Lo único que Colín no toleraría jamás era que alguien hablara mal de su amigo.
De su Samuel.
—¡Suficiente!—eleva la voz casi sin pensar.
Zoel le mira con sorpresa y no puede evitar encogerse un poco en su lugar. Lo mira fijamente, sin poder creer aún que le ha gritado al hombre. Desde que le conoce ni una sola vez había sido grosero o malintencionado con su padre, por más que éste se lo ganara y mereciera.
Lo ojos de Colín tiemblan, pero siguen brillando con intensidad. Y por primera vez lo ve mantenerle la mirada.
Zoel sonríe levemente porque se le ve imponente, decidido y fuerte; justo como Colin Bourgeois realmente era.
—¿Suficiente, dices?— ríe. —Es increíble que estés intentando defender a ese inútil...
—Basta, padre, solo estas empeorando las cosas.
—Oh... ya veo...— suelta burlón. —¿Te engatusó por fin?, ¡claro!, ¿por qué no me sorprende que el pobre infeliz ruegue por tu atención?, ¡tienes dinero y beneficios sin fin, perfecto para un parásito como él!
Colín aprieta el puño y espera que la sensación de sus propias uñas encajandose en su piel le mantenga cuerdo.
Respira pesado y con lentitud, para calmarse.
—¿Él?, ¿engatusarme?—habla por fin, sombrío. —Creo que estás malinterpretando todo, Andrew...— ambos hombres en la habitación abren los ojos asombrados, aunque uno de ellos sabe disimularlo a la perfección. —... soy yo el pobre infeliz que ruega por su atención.
El menor lleva una mano a su boca, para cubrir la conmoción y la sonrisa que se le ha dibujado en la cara.
—Eres un marica.— dice por fin. —¡Ya decía yo que ese fenómeno de lentes no era normal!, ¡te enfermó!
—¡Aquí el único que me enferma eres tú, Andrew!— grita, aún mas fuerte que su padre. —¡Y será mejor que te largues antes de que te saque yo con mis propias manos!
—¿Qué vas a hacerme, eh?, ¡un puto homosexual no puede ganarme!, ¡solo un verdadero hombre lo haría y ya me quedó en claro que tú no lo eres!
—¡Que te largues!— grita una vez más, rasgando su garganta. Sonando furioso como jamás se le había escuchado antes. —¡Lárgate de mi hotel en este momento, y no tengas la puta osadía de volver!
—¡No puedes hablarme de esa manera, Colín!, ¡soy tu padre!
—¡Tu no eres nadie!— le empuja con el dedo bruscamente, tan burlón y cínico como puede. La clara diferencia de estaturas era motivo más que suficiente de intimidación. —Ya no eres nadie. Estás muerto, Andrew, y si no quieres que te mate literalmente será mejor que desaparezcas de mi vista. Ahora.— ordena.
Andrew da la media vuelta después de unos largos segundos, toma sus cosas con brusquedad y sale de la habitación.
—Lo siento mucho, joven Colín...— habla Zoel después de unos segundos.— Se que no hay palabras correctas para disculparme pero...
—No es culpa tuya, niño. — le sonríe con tranquilidad, una que le ha invadido desde que el mayor se fue.—Nosotros no escogimos al mangurrián que tenemos de progenitor. — se atreve a revolverle el cabello con genuino cariño e interés.
—Joven Colín, yo...
—Hermano. — le corrige. —Sé que no soy un buen ejemplo a seguir, mucho menos después de todo lo que acabas de escuchar, pero soy tu hermano mayor después de todo.
Zoel niega con la sonrisa más brillante que ha mostrado en su vida.
—Te equivocas. — dice. —Creo que eres formidable. La persona a la que más admiro en la vida desde que supe quien eras.
Colin sonríe conmovido y se siente por primera vez después de mucho tiempo aliviado y feliz. Olvida por un segundo todo lo malo que ocurre en su miserable vida.
En ese instante solo es Colín y aquel hermano que siempre añoró de pequeño; solo era Colín defendiéndose y defendiendo a quien ama después de mucho.
Fue valiente...
...O solo estaba en su lucidez terminal.
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Imagine.
FanfictionImagina que estás enamorado de tu mejor amigo. Que un día logras confesarlo. Y que por más irreal que parezca, y sea, te corresponde. Samuel lo hacía.