La noche parece acabar justo donde debería, tres simples palabras le hacen saber a Izzy que no llegare esta noche.
Mis brazos no se cansan de sostener su cuerpo, mis labios se deslizan por su garganta y con delicadeza lo dejo sobre las frías sabanas, mi chaqueta no estorba, sus dedos recorren el área de mi espalda y poco a poco se van encajando sus uñas por el camino.
Subo mi boca a la suya en un veloz movimiento dejando que el vago intento de devorarme falle en su totalidad, mis dientes muerden su labio y lo escucho quejarse. Mis palmas se deslizan por su figura hasta sus caderas, lo anclo sobre la cama dejando que escape un suspiro de su boca.
Su lengua intenta seguir la mía con esfuerzo, pero evito a toda costa que así sea, querer dominarlo es todo en lo que puedo pensar.
Mis dedos recorren los costados de su cuerpo, el calor parece traspasar su ropa como fuego, mis labios se deslizan, pasando por su mandíbula y cuello hasta los hombros, pellizcando la piel débilmente con mis dientes. Sus dedos toman con fuerza mi camisa con la necesidad de tocar algo... cualquier cosa.
Su cuello da un leve estiramiento hacia la derecha y retomo el trabajo en esa dirección.
- Magnus - murmuró con delicadeza - sabes tan bien -
Mi cuerpo se aprieta al suyo, acariciando todo a su paso
Lo siento estremecer, soltar un ardor tan sublime que me cala hasta los huesos, su aliento roza mi rostro, mis ojos se cierran ante la sensación y me limito a gruñir.
- Alec – murmura.
Mis dedos hormigueaban. Él estaba cerca. Más cerca de lo que jamás había pensado que estaría alguna vez. Deseaba besarlo... deseaba poseerlo ahí mismo... tomar lo que deseara.
Saboree su cuello y lo vi temblar.
Bese sus dedos y lo oí gemir.
- ¿Puedo besarte? – pregunte, incluso cuando lo he hecho tantas veces. Conecté sus ojos con los mío y me pegue a él, tan cerca que sentí su aliento - ¿Puedo? – repito, tan cerca que tengo que susurrar.
- Si – autoriza.
Lo hice, tal y como me permitió, tal y como pedí... un beso capaz de seducir, tan sutil que despierta sensaciones tan impropias como el mismo acto y tan dulce que hace rogar por más.
Le di otro... y otro más después de ese.
Como deseaba... como rogaba por quedarme justo aquí.
- Pídemelo – ruego – pídeme que te haga mío, yo seré tuyo si así lo quieres –
- Espera – murmura – Yo quiero...necesito –
- ¿Sí? – suspiro.
- No puedo – dice – no si no lo sabes –
Tomo mi distancia, haciéndole entender que quiero escucharlo. Sus ojos no me miran, sus músculos están tensos y sus manos parecen estar sudando entre temblores. El ambiente es serio, y mis instintos protectores se disparan, queriendo borrar cada una de sus preocupaciones.
•••
Me acomode sobre la cama, anhelando no tener esta conversación pero con toda la intención de hacerlo. No podía, no podía permitir que esto siguiera su curso sin que la verdad salga a la luz. Alec lo merecía, debía decirle la verdad a toda costa. No debía ser de otro modo.
- Hay... hay algo que necesito decirte – tomo aire – no quiero... no quiero que pienses que te he estado mintiendo... yo... yo... yo solo... solo no sabía –
- Magnus – toma mi mano con dedos suaves y firmes – está bien, tomate un minuto... respira –
Hago caso a sus palabras, siento el aire llenar mis pulmones y trato de organizar mis palabras.
- Max llego a mi cuando yo tenía 16 años, lo encontré una noche muy fría, vivía en Pensilvania, mis clases terminaron muy tarde ese día, ya no había transporte esa noche y no me quedo más que caminar, escuche quejidos y los seguí, vi a mi a un pequeño bebé mal envuelto casi sin poder respirar – las lágrimas empiezan a salir, no puedo evitarlo, aun cuando agradezco tenerlo cada día conmigo, odio haberlo tenido en esa situación. Me duele cada día – lo lleve al hospital y sin pensarlo, cuando fue dado de alta lo lleve conmigo –
Está atento a mis palabras, sin pensar ni por un segundo en interrumpirme. Mis nervios aumentan, pero continuo hablando.
- Adoptarlo fue difícil, deje mis estudios después de unos meses de estar con Max, busque diversos trabajos pero ninguno quería aceptar a un joven sin la educación adecuada y los que conseguía no me daban lo suficiente para mantenernos... hasta que... conocí a alguien –
Centre mi mirada en él por unos segundos, dudoso y a la vez decidido de seguir. Odiaba esto, odiaba que fuera a rechazarme después de mis palabras, y sin embargo, lo entendía perfectamente si así lo hacía.
- Logre que Max entrara a una guardería, el costo no era muy alto, pero debido a las condiciones en las que lo encontré tenia afinidad por las enfermedades, no había un mes en el que no se enfermara de cualquier cosa, todo el dinero que poco a poco iba ganando terminaba en hospitales y medicamentos. Max estaba internado nuevamente y necesitaba un medicamento excesivamente cara, podía pagarlo, pero si lo hacía no tendríamos nada que comer por un mes, por lo menos. Necesitaba aire y salí, camine por un rato y me encontré con alguien... me ofreció dinero, lo suficiente para cubrir todos los gastos que tenía –
Las palabras se atoraban en mi garganta nuevamente, temeroso de decirlas y presenciar la posible decepción en esos hermosos ojos azules.
- Acepte, acepte tener sexo con él por ese dinero – solté – no volví a hacerlo con ese hombre, pero hubo otros, cada vez que teníamos problemas recurría a ellos. Tuve trabajos fuera de ese tema pero ninguno me permitía darle una buena calidad de vida a Max. Ya no lo hago, no lo he hecho desde que cumplió dos años, me protegí y tuve los exámenes pertinentes. Deje todo eso y más antes de mudarnos aquí –
El silencio llego, uno tan abrumador y aplastante que no me permitía respirar, sentía que me ahogaba, que mi vida llegaría a su fin en cualquier segundo.
- Magnus... - escucho con una nitidez incuestionable – Magnus – repite, tomando mi rostro entre sus grandes manos, guiándome a esos ojos, esos que me miran con un amor absoluto.
- Pídemelo – repite – pídeme que te haga mío, yo seré tuyo si así lo quieres –
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Chocando con el destino - Malec
FanfictionAlec Lightwood, con 25 años, es padre soltero de un pequeño llamado Rafael. Su trabajo siempre lo ah mantenido ocupado, sin embargo, siempre tiene tiempo para su pequeño de 8 años. Magnus Bane, con apenas 19, había sufrido de violencia domestica por...