Habían pasado dos días desde el encontró con Alec... dos días desde que Máx había entrado en esa guardería, dos días en donde había comenzado ah trabajar en el café.
Para mi suerte pude mantener el trabajo hasta ahora, quizás no era por las razones correctas pero el sexy hombre de ojos azules me ayudó mucho con esto.
Máx dormía cómodamente en su cama, cerca de mi habitación mientras solo me centraba en la poca vista que tenia del parque, el lugar era pequeño, dos habitaciones, un baño, la sala y la cocina estaban ubicadas en el mismo lugar, parecías llegar ah todo con un solo paso. Apenas y teníamos un pequeño refrigerador, una parrilla, cafetera y microondas, un estante ocupado por cereal y una gran cantidad de latas junto al par de aguas embotelladas. Un sillón abarcaba todo el lugar restante, ni siquiera podía agregar una mesa de centro, siempre comíamos en mi habitación donde apenas teníamos una televisión de antena, un espejo y buró. Mi pequeño contaba con un ropero y librero en donde iban sus juguetes y demás. Mi ropa aún seguía en las maletas.
Él piso era de madera, una única ventana alumbraba el lugar, los focos fallaba y las goteras podían ser molestas de vez en cuando, las pareces eran ladrillos mal pulidos, la palabra hogareño no estaba por ningún lado y apenas era habitable para ambos.
Cuanto deseaba poder costear algo mejor, tener un jardín en donde jugar. Nunca creí poder almacenar tanta vergüenza, no por mi, yo podía soportar cualquier cosa, sin embargo, el menor era diferente, mi hijo merecía lo mejor y yo ah duras penas podía ofrecerle esto.
Muy en el fondo sabia que él ni siquiera lo notaba, era feliz solo conmigo y podía sentirlo ah la perfección sin dudarlo. Maxwell era honesto ah más no poder, divertido, risueño, confiable, parlanchín, amoroso, curioso, tímido, contagioso. Era esa luz en su miraba la que te hacía quererlo sin basilar, era como tener el sol frente ah ti en toda su magnitud sin hacerte algún daño.
Él era único... único y mío.
Su sola presencia alumbraba cualquier habitación, su risa era música para mis oídos y verlo me alegraba el alma. Jamás había pensado en tener una vida así, siempre soñé con la universidad, un pequeño negocio y estabilidad, los hijos venían después, sin embargo, la vida te prepara cosas inimaginables.
No podía estar más feliz... oh eso creía.
Supongo que Alexander es un tema completamente diferente y nuevo, la realidad era que nunca había tenido una relación antes, un compañero. Siempre lo desee, cruzo por mi mente una infinidad de veces pero nunca encontré ah alguien que me llenara, que me hiciera sentir la persona más bella y especial del mundo, que me mirara solo ah mi. Por primera vez me siento como un adolescente experimentando su primer fantasía de un gran amor.
- Papi - apenas fue un murmuro - tengo hambre -
No pude evitar reír y tomarlo en brazos por un minuto - No te preocupes cariño, papi pensara en algo - acaricie su mejilla depositando un suave beso, el menor recargo su cabeza en mi hombro aun agotado
- ¿Cuando veré ah Rafa? - hizo un mojín - quiero jugar, él siempre juega conmigo -
- Pronto - no estaba seguro - tendríamos que hablar con Alexander sobre eso, arándano -
La pregunta de aquel hombre aún retumbaba en mi cabeza, Máx definitivamente había caído enfermo por el clima y me había sido imposible llevarlo ah clases, ahora que estaba mejor quería pasar un poco de tiempo juntos, quizás este día solamente ya que tenía que trabajar. Mi encanto me sonreía desde el sofá mientras movía sus pies de adelante hacia atrás, calenté un poco de sopa la cual me hubiera encantado que fuera casera.
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Chocando con el destino - Malec
FanfictionAlec Lightwood, con 25 años, es padre soltero de un pequeño llamado Rafael. Su trabajo siempre lo ah mantenido ocupado, sin embargo, siempre tiene tiempo para su pequeño de 8 años. Magnus Bane, con apenas 19, había sufrido de violencia domestica por...