Capítulo dos

35 20 2
                                    

Nikolay

-De rodillas- le digo a la rubia que tengo delante, no sé su nombre y no me importa saberlo.

Así se desarrolla mi vida, mujeres por aquí y allá, féminas que van y vienen, pero sin reconocer sus nombres me las follo. Eso si, ellas también salen satisfechas luego de orgasmos, no soy de los que no devuelve el favor.

Sus ojos cafés me miran a la espera de una orden. Está en el suelo, sus rodillas sosteniendo su cuerpo, mientras sus manos desabrochan mi cinturón y bajan mis pantalones.

Me gusta esto, tener el mundo a mis pies, me gusta dominar, amo tener el control de la situación. Adoro mandar y que me obedezcan sin objeción alguna.

Sus pensamientos se concentran en la tarea a realizar y sus mejillas sonrosadas son muestra de que debe estar mojada.

Su mano apenas llega a atraparla completamente, debe utilizar ambas para poder complacerme.

-Quiero tu boca. Nada de manos.

Obedece y eso me gusta.

Cuando sus labios hacen contacto con mi carne cierro los ojos y jadeo. Su boca es cálida, acoge hasta la mitad, luego comienza a retroceder sale completamente para después dar con su lengua lamidas por el glande inflamado. No lo hace mal, eso debo reconocerlo. Vuelve a meter mi polla en su boca. Chupa como toda una profesional, sus labios están haciendo magia alrededor de mi carne dura, sin embargo soy alguien que se aburre rápido.

-Me voy a correr en tu caea. ¿Puedo?

Me mira y asiente. Se la saca de la boca y comienza a dar lamidas en mis testículos.

Abre la boca y meto la verga de golpe, se atraganta debido a la fuerza del embate. Empujo mis caderas y follo su boca con fuerza, se atraganta, pero cada sonido que sale de su garganta es como un premio para mí.

Debería disculparme por ser brusco, han sido semanas de largas reuniones con la junta directiva. Hemos perdido proyectos importantes para la empresa, un trabajador se vió implicado en un escándalo sexual y con él toda la compañía.

Necesito liberar tensión y qué mejor forma que esta.

Agarro su cabeza y vuelvo a golpear, así una y otra vez hasta que el orgasmo toca mi puerta y me corro en su garganta con un gruñido.

Salgo de su boca y veo restos de lágrimas en sus ojos, sonrío con ella.

-Buena chica. Desvistete.

Me siento en el sofá que está a pocos pasos, mantengo mis piernas abiertas, esperando a que termine de desnudarse.

Suena el teléfono, lo ignoro, ella se sube en mi regazo y mientras besa mi cuello toco sus senos crudamente, gime.

Vuelve a sonar y sé que si hay un tercer intento es urgente.

Su mano va recorriendo mi cuello, baja por mi pecho, llega al abdomen y cuando va a entrar en contacto con mi verga ...

El sonido estridente me hace levantarla de mi regazo, subirme el pantalón, con todo y erección.

La rubia pone mala cara y cuando va a protestar le hago una clara señal de silencio.

Corro como puedo hacia la mesa, puede ser una llamada de emergencia, los empleados tienen prohibido llamar más de dos veces seguidas.

En cuanto descuelgo y escucho que mi abuelo está en el hospital a punto de entrar a cirugía mi mundo se revuelve.

<<Joder, que no le pase nada>>

Llamo a mi secretaria, le digo que prepare el auto.

Veinte minutos después me encuentro en el aeropuerto, al estar en la sucursal de Los Ángeles, el vuelo tardará cinco horas.

Solo cierro los ojos y me recuesto en el asiento de mi avión privado.

-¿Cómo está? ¿Han dicho algo?-le pregunto a Celia, mi nana.

En cuanto aterricé, vine directo al hospital.

-Nada aún. -empieza a llorar en mi pecho la abrazo y peino sus cabellos grises.

-¿Cuántas horas lleva adentro?

-Cuatro. El doctor explicó que el procedimiento puede tardar según cada persona.

Cecilia se aferra mi pecho y solloza.

-No sé por qué lloras, ni que fuera tu esposo.-dice mi progenitora con la atención puesta en sus uñas pintadas, parece no importarle nada en estos momentos.

-¡¿Cómo puede hablar así?! ¡¿No siente una gota de cariño por el señor?!-dice Celia girándose en mis brazos.

-  Eres la criada, que te quede eso claro. Si estás aún viviendo bajo mi techo es gracias a mi sueg...

-¡Ya basta!- las mujeres a mi alrededor se sobresaltan-Mi abuelo ahí adentro y no sabemos nada de su estado -me vuelvo hacia donde está mi madre-¡¿No te da vergüenza?! Vienes aquí en busca de problemas, ¡¿por qué no te quedaste con alguna de tus hipócritas amigas?! No quiero verte aquí si vas a ofenderla. Todos sabemos que no te importa una mierda si mi abuelo vive o muere, pero ¡ten un poco de repeto!

-Pero hijo... -no la dejo terminar, veo a las personas mirando hacia nosotros. Lo menos que quiero es que nos echen por culpa de mi madre y sus espectáculos para llamar la atención. Menos ahora que la prensa nos acribilla. Pago mucho por confidencialidad según Stevens, el abogado de la familia todo debe estar bajo control.

-¡Familiares de Mario Schoeder!-dice una voz a mi espalda.

Aparece un doctor de unos cuarenta años vestido de cirujano. Prece tener experiencia tratando con familias complejas, todo indica que presenció la reciente escena.

-Soy Nikolay Schoeder, ¿cómo está mi abuelo?

Le doy la mano y me devuelve el saludo. Tengo un nudo en el estómago.

Conozco ese sentimiento de perder a un ser querido, lo experimenté a edad temprana y no es para nada agradable. Mi papá murió cuando yo tenía doce y desde ese momento mi abuelo ha actuado como un padre para mí.

Recuerdo el día que me dieron la noticia, estaba feliz en un campamento de verano jugando con mis amigos. Mi abuelo vestía de negro y su característica sonrisa no estaba en su rostro, en sus facciones bailaba un semblante triste y una energía turbia. Recuerdo que lo abracé, en aquel momento me cabeza llegaba a su pecho. Le pregunté si todo estaba bien, me respondió que no y entonces lo supe, algo muy malo había pasado. Minutos después me explicaba sentado en una banca que mi papá había muerto.

Justo ahora vuelvo a tener 12 años, en una sala de hospital con Celia a mi lado, con el corazón sofocado y la adrenalina fluyendo. El miedo está ahí, en la próxima noticia, en la angustia de que sus próximas palabras no sean alentadoras.

-Mucho gusto, soy el doctor Camilo Morris , estoy atendiéndolo. Estén tranquilos la cirugía fue un éxito-una ola de suspiros se escucha a mi alrededor, se me esfuma un gran peso de encima.- Como antes le expliqué a las señoras, la cirugía de corazón abierto es complicada, en las restantes seis horas el paciente se mantendrá con un tubo resporatorio, podrán visitarlo, pero no podrá comunicarse. En otras palabras, les aconsejo que lo dejen descansar, es probable que en la mañana todo esté en orden y pueda hablar.

-¿Cuánto tiempo se quedará?-pregunto

-Depende de la mejoría que se obtenga. En algunos casos pueden durar días o semanas.

-¿Debemos tener algo en cuenta?-pregunta mi nana

-De hecho, sí. Por ninguna razón debe alterarse, eviten darle noticias fuertes. Manténgalo al margen en todo momento.

-Muchas gracias.-le digo

-Gracias doctor, no sabe lo bien que la noticia nos ha hecho-dice Cecilia, solo cuando escucho su voz, me doy cuenta de que la madre de Jane también está aquí.

Quiero SeducirteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora