03.

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— Emma, ¿Ya encontraste a tu al amor de tu vida?  — golpeo levemente el hombro de Edson que acaba de decir eso.

El rie inclinándose hacia mi para besar mi mejilla, Mauro camina hacia nosotros con una sonrisa — Diego es el amor de su vida — dice en tono burlón.

Bajo la mirada avergonzada, mis mejillas ardían, lo podía sentir, necesitaba que se abriera la tierra y que la tragara, bien, era broma, pero siempre quiso decir eso.

— Es broma, deja de sonrojarte.

Mauro besa mi mejilla, sonrio mientras también beso la de el, me separo de ambos para caminar hacia la sala en donde se econtraban, Frida y Paulo.

— ¡Emma!.

Paulo es el primero en llegar a saludarme, le devuelvo el abrazo, Frida se tira a abrazarme.

— Sabía que vendrías.

Sonrió mientras Frida toma mi mano y me lleva hacia un sofá, ambas nos sentamos en el sofá para ensamblar una plática.

Edson aparece junto con un bowl de aperitivos y con un gesto se comunica con Mauro.

— Hey Emma, sube a la habitación de Diego, él tiene algo que decirte.

Todos paran de reir para acomodarse en su asiento, miro confusa a Frida quién me toma del hombro diciendo— Ve, te estaremos esperando, y si luego de eso quieres seguir viendo la película, lo haremos.

Mi mente no puede concentrarse en lo que acaba de decir Mauro, no analizaba, no entendia nada, mi mente estaba en blanco, mi corazón latia demasiado rápido mientras empezaba a subir las escaleras hacia la habitación de Diego.

Había estado antes en casa de los Lainez, hasta me había quedado a dormir unas noches, mis padres no mucho le parecía la idea, por las simple razón que no aceptaban a Diego como mi amigo, y eso me confundia demasiado. Mauro les agradaba mucho.

En fin, salgo de mis pensamientos al darme cuenta que estoy en el segundo piso, mientras me acercaba cada vez más a su habitación.

— Emma... por acá.

Centro mi mirada en Diego que me sonrie dulcemente en la puerta que daba para su terraza.

— Pensé que estarías abajo — susurre mientras me adentraba a la terraza, el se inclina hacia mi para besar mi mejilla.

— Si... pero antes tenía que hablar contigo — él acaricia mi mejilla.

A lo cual me confunde demasiado, él no hacía ese tipo de gestos, y si lo hacia era en san Valentín cuando nos entregábamos nuestros regalos.

— ¿Todo esta bien? — intento quitar el nudo que se formo en mi garganta.

Intento aclarar mi garganta, pero no puedo, tenía un mal presentimiento, no quería recibir una mala noticia.

— Desearía que todo estuviera bien —el suspira para alejarse de mi, coloca sus manos en el balcón de su terraza.

No respondo, no sabia que decir, cierro los ojos para ver hacia el cielo, abro los ojos para ver una luna hermosa mientras el cielo lo adornaban unas estrellas tan hermosas.

— Sabes que te quiero mucho  —murmura, yo me acerco lentamente a él — Eres tan importante para mi, superas a Ivanna — siento el aire ya no llegar a mis pulmones ante sus palabras — Y no quiero perderte.

Acaricio su brazo.

— No lo haras, todo esta bien, no se que es lo que te pasa en realidad.

— ¿Quién dice que no te perderé? — él me mira, sus ojos eran tan hermosos ante la luz de la luna —¿Quién me lo garantiza? Te juro que intente que no sucediera eso, porque me rehusaba a decirte.

Él para de hablar, cierro los ojos, me estaba poniendo nerviosa, demasiado nerviosa.

— Diego dime que es lo que pasa de una vez por todas, no me dejes con esto, mis manos tiemblan — ruego mientras lo miro, el desvía su mirada. — Mientras tú me quieras como yo te quiero a ti, nada puede ser tan malo para arruinar esto.

Él hace silencio, yo no podía romper ese silencio, tenia miedo de decir alguna estupidez, y que él terminara corriéndome de su casa, quería darle su tiempo para que me dijera que es lo que pasaba, pero también estaba mi maldita ansiedad por saber, tenía terror, tenía todas las emociones mezcladas.

— Diego...

— No quiero perder nuestras madrugadas, no quiero perder tus mensajes tontos... no quiero perderte a ti en realidad.

Él se voltea hacia mi, en unos segundos tiene mi rostro en sus brazos, me sorprendo en la situación en la que estábamos.

— ¿Qué esta pasando? — susurre mientras me debatía entre voltear a ver sus labios o no, quería verlos cerca, pero no quería a la vez.

Baja su mirada y suelta un suspiro.

— Nos vamos a Sevilla.

AM | diego lainez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora