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Los días se convirtieron en semanas y estas dieron lugar a los meses. Día tras día sin descanso alguno se levantaba a las 4 de la mañana, corría 10 kilómetros y luego procedía al riguroso entrenamiento del profesor. Shinso debía admitir que no conocía tal fuerza de su mentor.

Notaba su esfuerzo gracias a cómo su cuerpo se marcaba. No habían pasado más de tres meses pero el cambio era bastante notable. Su fuerza y su habilidad de pelea ya era algo envidiable. Al inicio no lograba siquiera tocar un pelo de su profesor en pelea pero recientemente había logrado propiciar una gran patada que lo derribó.

Extrañamente un día al finalizar el entrenamiento, Aizawa habló con él para decirle que se tomará el siguiente día de descanso. Aquello no era normal pero aun así accedió, no había tenido descanso alguno en todo ese tiempo.

Las cosas cambiaron al siguiente día cuando llegó al patio central listo para entrenar. Aizawa tenía algunas vendas en la cabeza, raspones, heridas, golpes y moretones. Su cara demostraba no estar en su máximo esplendor pero lo que más llamó la atención del chico era la jovencita que estaba parada al lado de su mentor.

—¿Lo atropelló un tractor con elefantes? —bromeó con media sonrisa intentando ignorar la presencia de la chica. Después de tanto tiempo entrenando había agarrado confianza con su mentor.

Aizawa de un movimiento logró derribarlo usando su bufanda desde la lejanía.

—Shinso-kun —comenzó a hablar el profesor—. Estaré incapacitado los siguientes días asi que te dejaré al cuidado de mi mejor alumna. —comentó mientras ponía una mano sobre el hombro de la chica.

—No es justo —se quejó el chico con el ceño fruncido —. ¿Que me va a enseñar una niñita a mi?

—Juzgar de esa forma no es digno de un héroe —regañó el maestro, pronto le dedicó una mirada a la chica —. Castigalo como desees. Lo dejo a tu cargo.

—Claro, sensei. —respondió la chica con la mirada seria y fría puesta en Hitoshi.

Aizawa se comenzó a retirar lentamente. Estaba tan lastimado que incluso caminar le era un trabajo dificultoso. Shinso no sabía ni estaba al tanto con la situación por lo que no comprendía la gravedad del asunto.

Miró nuevamente a la chica quien se mantenía seria. No era muy alta, incluso Shinso dudaba que fuese mayor que él. Era una niñita solamente. Estaba juzgándola con la mirada cuando un pinchazo lo hizo retorcerse de dolor. terminó agachado en el piso mientras sujetaba su estómago intentando calmar la molestia.

—¡Agh! ¡¿Qué sucede?! —se quejaba el chico sin comprender. No había sangre, no había armas, la chica ni se había movido.

La miró con un poco de temor, definitivamente la había juzgado muy pronto. Rápidamente notó como uno de sus ojos brillaba, no habia prestado atención a la chica pero uno de sus ojos era amarillo y brillaba casi como si fuera una luz, su otro ojo era de un azul cielo y se mantenía opaco. Pero aun así ambos lo observaban con profundidad.

—La práctica del día de hoy terminará en cuanto logres separar mis pies del suelo. —comentó la chica con superficialidad.

Ella no vestía el uniforme deportivo de la escuela que era con el que Shinso entrenaba. En cambio, usaba unos pants grises de puño junto a una camisa interior negra y sin mangas. De esta forma se apreciaban un poco sus brazos musculosos y como uno de ellos estaba cubierto de tatuajes con formas y figuras que el chico no pudo comprender a simple vista. Se veía muy joven para tener tatuajes.

Sin perder más tiempo, el chico se levantó sintiendo como el dolor se disipaba. No lograba comprender la situación por lo que corrió hacia ella estando listo para atacar. Lanzó una patada, un golpe directo y posteriormente otra patada con un giro. Sorprendentemente la chica los esquivó con rápidos movimientos y en cambio solo dio un giro bajo con una pequeña patada haciendo que el chico cayera de espaldas. No había sido un golpe fuerte, apenas y lo había tocado.

Nueva Sensei (Shinso Hitoshi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora