•Capítulo 7•

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Jennie despertó, el sol entraba por la ventana y quemaba su piel, rápidamente se levantó y cerró la cortina de la ventana, refugiándose de la luz en una esquina de la habitación.

Notó que Lisa no estaba en la cama, así qué salió a buscarla por todo el departamento, encontrándola en la cocina, preparando una malteada.

- ¡Oh, despertaste!, Justamente iba a hacerlo yo, buenos días- Sonrió soltando una risita nerviosa que alegró el día de Jennie.

- ¿D-Donde e-están... e-ellas?- Preguntó Jennie con dificultad.

- Les dije que fueran a la universidad sin mí, hoy me quedaré contigo y te llevaré a muchos lugares... Será un día hermoso- Dijo entusiasmada.

Jennie quería decirle sí, pero recordó que no puede salir al sol, si sale, probablemente todos se darían cuenta de que es un vampiro y la encerrarían en esa caja de nuevo.

- Y-Yo n-no puedo salir... Al sol, m-me hace m-mal-  Trató de explicar.

- ¿Qué?, ¿Tienes alguna alergia o algo así?- Frunció el ceño, nunca había escuchado que alguien no saliera al sol, tal vez era por eso el color de piel de Jennie.

La chica asintió.

- Ya veo... Pero, entonces, ¿Cómo vivías en las calles?, Se supone que no tenías donde quedarte, ¿Cómo le hacías para no ver el sol?-

- Y-Yo... Me escondía- Bajó la mirada jugando con sus dedos.

Jennie pensó por un segundo en decirle la verdad a Lisa, decirle que era un vampiro y que para sobrevivir, necesitaba sangre, pero no quería que ella la viera como un monstruo, así que no lo hizo.

Lo que no sabía, es que pronto, Lisa se daría cuenta de lo que en realidad era.

- Entiendo, supongo que no podremos hacer muchas cosas hoy u otros días- Su voz sonó triste, Jennie se maldijo por no poder salir de día y poder darle a Lisa lo que quiere.

- P-Podemos q-quedarnos aquí y... Hablar- Habló Jennie.

- Bien, supongo que es lo único que podemos hacer- Lisa caminó hasta el sofá, palmeando el lugar vacío junto a ella para que Jennie se sentara.

La vampira así lo hizo, ambas quedaron en el mismo sofá, viéndose a los ojos.

- Bien, cuéntame de ti, ¿que te llevó a las calles?- Preguntó la tailandesa.

- Y-Yo, viví Amm... Años encerrada en u-un l-lugar, personas malas asesinaron a mi n-novia y... Luego me encerraron a mí- Evitó que una lágrima saliera de sus ojos al recordar aquella escena tan horrible.

- Lo siento...- Lisa al ver la expresión triste de Jennie, se sintió mal por preguntar eso.

La cabeza de Lisa estaba siendo un lío, muchas preguntas rondaban en ella, ¿Novia?, ¿A Jennie le gustaban las chicas?, ¿Quién se atrevió a hacerle daño?, ¿Dónde la encerraron?, ¿Porqué?, ¿Quién asesinó a su novia?.

Muchas preguntas pero pocas respuestas.

Entonces, Lisa se levantó del sofá, dándole su mano a Jennie para que la tomara y fuera al lugar que Lisa quería mostrarle.

Jennie subió la mirada y no tenía ni idea de que hacía Lisa, solo puso su mano en la de ella y esta la guió a una habitación que no sabía que existía en esa casa.

Era una biblioteca no muy grande, había unos cuentos estantes con libros de todo tipo, pero lo que más llamó la atención de la pelinegra, fue un gran artefacto que parecía una gran tuba, era algo muy antiguo por el color.

Jennie deslizó sus dedos por el objeto, sintiendo su textura y admirandolo.

- Se llama tocadiscos o giradiscos, mi abuela me lo dio cuando falleció, dijo que mi abuelo lo compró cuando terminó la guerra- Explicó Lisa acercándose a Jennie- También me regaló su colección de discos de vinilo, quiero escucharlos contigo, nunca lo he echo, así que será una ocasión especial- Sonrió levemente.

Jennie asintió con una sonrisa.

Lisa tomó la caja de discos que estaba debajo de un estante, la caja estaba ligeramente cubierta por una capa de polvo, sacó uno de sus favoritos, pues era una ocasión especial.

Lo colocó en el tocadiscos y dejo que girara.

La música comenzó y Lisa se acercó a Jennie.

- Se supone que debo poner mi mano aquí- Puso su mano en la cintura de la pelinegra, casi llegando a su espalda baja- Tomo tu mano y la colocó en la mía- Jennie observaba con detenimiento lo que Lisa hacía- Tu pones una de tus manos en mi hombro- Tomó la mano de Jennie y las guió al lugar mencionado- Y después solo los balanceamos así- Se movía de un lado a otro para que la vampira hiciera lo mismo.

Jennie sabía cómo bailar pero no lo dijo, simplemente se dejó enseñar, era muy lindo ver a Lisa como maestra.

El ritmo de la música era lento, permitiendo que ambas se observarán con tranquilidad, el tiempo no pasaba cuando ambas se miraban a los ojos, todo era paz.

- Eres tan... Hermosa- Dijo Lisa de pronto sin dejar de bailar al compás de la música.

Jennie no se sorprendió por lo que dijo Lisa, más sin embargo la mencionada sí, no sabía de dónde había vendió eso, hasta ella se avergonzó.

Ambas solo se miraron, la vista de Lisa bajó a los labios de Jennie, estos estaban entreabiertos y ligeramente humectados por la saliva de Jennie al pasar su lengua por ellos.

Jennie hizo lo mismo, vio los labios carnosos y rojizos de Lisa y no le soportó más, poco a poco se fue acercando a ellos hasta acortar la distancia y besarlos.

El beso era lento, se saboreaban la una a la otra, como si no quisieran borrar su sabor nunca, como si no quisieran separarse jamás.

La música hacía un ambiente más romántico, se detuvieron al besarse pero la melodía continuaba y las hacía sentir en el cielo, como en una película, todo parecía ir en cámara lenta.

El oxígeno se acabó y ambas se separaron, abrieron los ojos lentamente, encontrándose con la mirada de la otra puesta en sus ojos, se miraban como tratando de explorar sus almas, sus pensamientos y sus mentes, como tratando de descifrar que era lo que acababa de ocurrir.

- M-Me gustas Lisa- Susurró Jennie tomando por sorpresa a Lisa.

Lisa lo supó desde un principio, le gustaba Jennie, era una chica linda, tierna y amable, ¿A quien no le gustaría una persona como ella?.

- También me gustas Jennie- La mano que estaba en la cintura de la pelinegra, subió hasta su mejilla, acariciándola suavemente.

Jennie amaba esa sensación, amaba que las manos de Lisa, ligeramente más grandes que las de ella la tocaran, se sentía tan lindo y reconfortante, ese era su lugar.

Los ojos de Jennie se achicaron, pues extrañaba la sensación de ser querida, llevaba años sin sentirlo, ya casi lo había olvidado, pero Lisa apareció y la hizo sentirse viva de nuevo.

- No llores, te prometo que todo estará bien- Sonrió levemente aún acariciando la mejilla de Jennie.

Jennie se movió un poco, sintiendo más la caricia de la tailandesa en su piel, se puso de puntillas, pues Lisa era más alta y besó sus labios otra vez, sintiendo esa sensación que aún no puede describir.

El beso fue corto pero lleno de amor.

- Gracias por... Quererme- Agradeció la pequeña chica con ojos de gato.


✞︎𝔳𝔞𝔪𝔭𝔦𝔯𝔢✞︎ ( Reescribiendo )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora