Capítulo 13

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Jennie se había levantado de la cama hace unos minutos, lo hizo para acercarse a la ventana y contemplar aquella fría noche. La luna alumbraba su cuerpo, dando una luz tenue qué hacía el ambiente más lindo.

Observó a aquella chica alta qué estaba recostada en la cama, con su cuerpo desnudo a la vista, suspirando entre sueños y frunciendo el ceño una qué otra vez.

Jennie la vio con admiración, amaba verla dormida y suspirando agitada al tener un sueño. Lisa era lo que más se asemejaba a la palabra perfección.

Con sus brazos recargados en el borde de la ventana, clavó sus ojos de nuevo en la luna, admirando aquel hermoso brillo, perdiéndose en sus pensamientos.

- Oh luna, no quiero que nada malo le pase a esta chica por mi culpa, sabes que la amo pero no se que hacer. Soy un monstruo y ella solo es una pobre alma inocente.
Si tan solo pudiera ser normal, vivir los mismos años que ella, comer como ella.... Simplemente poder ser un humano - Pensó la chica de ojos gatunos.

Jennie comenzaba a darse cuenta de lo que en verdad sentía por Lisa. Cuando estaba con ella, esa pasión qué siempre la caracterizó se encendía en ella, perdía la cordura y toda pizca de razonamiento, sus sentidos se nublaban, su corazón palpitaba con fuerza, al punto de salirse de su pecho y su respiración se a cortaba, haciendo qué sus pulmones no jalaran más aire.

Lisa la hacía perder la cordura con ese perfume embriagante y su aroma natural, esa sonrisa dulce pero perversa cuando la tocaba, cuando la hacia suya. Su corazón puro y casto, capaz de ayudar al más necesitado, sus ojos expresivos y cargados de energía y amor absoluto, su cabello suave y terso qué desprendida un aroma dulce cuando lo acariciaba, esas piernas largas qué le encantaba sentir bajo las sábanas, sus dedos largos qué amaba tener encima de su piel delicada, la ternura qué emanaba, su forma tan linda de ser, su hermosa voz qué cuando la escuchabas, no querías dejar de hacerlo jamás, su armoniosa voz cuando gemía, sus quejidos de placer cuando llegaba a su epice, esos labios gruesos, capaces de volverla loca con tan solo un beso y su presencia qué volvía cálido a todo aquel que se le acercara.

Sintió unos brazos rodear su cintura y seguido de eso, un tierno y cálido beso en su mejilla qué la hizo erizar hasta el último vello de su cuerpo.

- ¿Qué haces? - Preguntó una voz ronca y adormilada.

- Veo la luna y lo hermosa que es - Respondió - Nunca he visto el sol pero supongo que nada se le asemeja a esto -

- Odio a la luna, me roba tu atención - Dijo con un puchero formado en su rostro.

- Nada es más hermoso que tú, ni siquiera la luna qué para mi lo es todo - Sé giró para ver a Lisa, encontrándose con esos ojos intensos viéndola fijamente, sintiendo sus pechos desnudos chocar con los suyos qué estaban desprotegidos de igual forma.

- ¿Porqué la luna lo es todo para ti? - Arqueo una ceja, interesada por lo que Jennie iba a decir.

- Porqué la luna no es nada sin el sol, sin él, ella no brilla y tampoco ilumina a nadie... Tu eres mi sol Lisa, me haces brillar, me haces ser quien soy... Alguien mejor - Lisa iba a decir algo pero los labios de la pelinegra no lo permitieron, ya qué se posicionaron en su boca.

Ambas podían sentir la respiración de la otra mezclarse, sintiendo como sus corazones latían sincronizados y cada centímetro se sus cuerpos reaccionaba al toque mágico y ese beso electrizante.

Lisa subió sus manos por todas las caderas de Jennie, llegando a su cintura, acariciando levemente con las yemas de sus dedos la piel delicada y pálida de aquella chica que le robaba el aliento todos los días, a cada minuto.

El oxígeno las traicionó y tuvieron que separarse para recuperar el aire qué sus pulmones perdieron.
Se miraron con extrema delicadeza, tratando de abrir sus emociones y pensamientos para que la otra pudiera verlo a través de los ojos.

Lisa sonrió, llevó su mano a la cada de Jennie, poniendo los mechones rebeldes qué caían por su rostro detrás de sus orejas.
Aprovechó el contacto para acariciar sus mejillas, las cuales estaban frías pero ante su tacto se pusieron cálidas.

Jennie cerró los ojos y se dejó llevar por las emociones qué Lisa le producía a su cuerpo, dejándose llevar por ese olor y ese tacto deliciosos qué aquella chica tailandesa le daba.

- Al carajo todo, al carajo esto... Te amo Lalisa y si soy feliz contigo, lo haré, no importa que mierda pase después, quiero ser tuya y de nadie más - Pensó Jennie.

Jennie se alejó del cuerpo de Lisa y se dirigió al suelo, tomando la ropa que estaba en el suelo y poniéndosela.

- ¿A donde vas? - Preguntó confundida Lisa.

- A fuera, quiero sentir la nieve - Sonrió lanzándole la ropa a Lisa - Acompañame -

Lisa rió por lo bajo y se puso la ropa, dispuesta a acompañar a Jennie, la acompañaría a donde sea que ella quisiera.

Jennie observaba cada movimiento de Lisa con cuidado y detenimiento, amaba verla por el ceño fruncido, sentada en la orilla de la cama luchando para ponerse los zapatos.

Amaba ver sus pechos sin sostén y y que sus pezones se marcarán en la tela y amaba su cabello desordenado. ¿Cómo es posible que sea tan hermosa incluso sin hacer el mínimo esfuerzo?.

Lisa sintió un escalofrío recorrer si cuerpo, alzó la mirada y se encontró con esos ojos felinos qué se habían vuelto su debilidad, viéndola fijamente.

Sus mejillas se sonrojaron y solo continuo poniéndose sus zapatos.

- ¿Porqué me miras tanto? - Preguntó divertidas amarrando las cuerdas de sus zapatos.

- Es que... Eres hermosa - Lisa sintió la delicadeza con la que Jennie dijo esas palabras, le gustaba ser deseada por ella, escuchar qué era hermosa de esa boca tan linda.

- ¿A si? - Lisa se levantó de la cama y se acercó a Jennie, dándole un tierno beso en la boca.

Entonces, Lisa alzó a Jennie en sus brazos.

- ¡Vamos a fuera! - Exclamó Lisa sacando a Jennie de la casa, quien reía sin parar.

Pero ambas no sabían, que esa noche sería la qué cambiaría la vida de las enamoradas.

✞︎𝔳𝔞𝔪𝔭𝔦𝔯𝔢✞︎ ( Reescribiendo )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora