Capítulo 1

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Laura caminaba de un lado a otro tocándose las sienes como si le costara pensar- Bien, mantengamos la calma. Todavía no sabemos por qué te desmayaste, pero algo tiene que ver con ese chico.

-La única que no está calmada aquí eres tú- la empujé hacia mí para que dejara de dar vueltas como loca y automáticamente dejó de hacerlo- a demás seguro me desmayé porque no he comido nada en todo el día- le dije desviándola un poco del tema del chico nuevo. En realidad prefiero reservarme mis pensamientos respecto a lo que vi en el pasillo hoy, no quiero parecer rara- estoy bien.

Laura me miró con un poco de incredulidad pero la ignore. Me levanté despacio de la camilla, por Dios no quería estar más tiempo en ese lugar. Crucé la puerta para dirigirme a mi único objetivo (La cafetería). Cogi a Laura por la muñeca para que caminara más rápido y después de unos segundos en el ascensor logramos llegar a mi objetivo.

-Creo que no está abierta- dijo señalando la cafetería, luego me tendió una barra energizante de su mochila para que no me volviera a desmayar mientras esperábamos por las puertas de dicho lugar.

-Faltan 20 minutos- digo impacientemente mirando mi reloj de pulsera que llevaba puesta

No puedo creer que existiera. Aunque parece real, tengo que volver a verlo para percatarme que mis conclusiones son ciertas.

Después de esperar tan impacientemente que se abrieran las puertas de cristal. Un aroma a comida variada golpea mi nariz haciendo rugir mi estómago. Que hambre, corrí hacia los mostradores de comida con una bandeja en mano, coloqué en ella: una manzana de aperitivo, una hamburguesa con papas, coca cola y un yogur.

Bien, ya es hora de sentarme. Escogí una mesa al azar y me dirigí hacia ella, le hice una señal con la mano a Laura para que se sentara conmigo y luego me concentré en comer.

Agarré desesperadamente la manzana y le di una mordida inmensa, luego le di un sorbo a la coca cola e introduje una papita en mi boca. Tenía mucha hambre.

-Sofía come despacio que te vas a tragantar- me regaña Laura como si fuera mi madre.

Nuevamente le di otra mordida a la manzana -Estoy bien so...- no pude terminar mis palabras. La mansana cayó de mis manos e hizo un pequeño impacto contra el piso.

Un escalofrío cruza mi columna vertebral, se me eriza la piel.

Sabes que está aquí serca

Nop, no lo sé. Trato de luchar con esa voz que siempre a vivido en mi cabeza desde que tengo memoria, parece que es mi subconsciencia jugándome una mala pasada.

Empiezo a temblar incontrolablemente, su mirada se topa con la mía, sus ojos eran muy oscuros, profundos como la boca de un lobo hambriento y feroz. Millones de sentimientos se rebuelven en mi ser. Un aire de familiaridad traspasa mis ojos y me quedo inmóvil.

-¿Sofía? Hola- me dice Laura agitando su mano de un lado a otro sacandome de una especie de trance, me di cuenta que no estaba respirando adecuadamente y me asusté.

-Lau creo que no me encuentro bien- digo poniéndome la mano en la pansa como excusa- voy al baño

-¿Te sientes bien? ¿ quieres que te acompañe?

-No gracias, después hablamos

La dejé con la palabra en la boca y salí corriendo por el pasillo dirigiéndome al baño de chicas.

Al llegar me acerco a pasos lentos a los lavamanos y encima de un banquillo hay una servilleta con unas letras que decías:

EL JUEGO ACABA DE COMENZAR

-Ni mudandome para China voy a terminar con esto ¿Verdad?- dije sosteniendo la servilleta y la coloqué en uno de mis bolsillos. Me hecho un poco de agua en la cara y me miro por un momento en el espejo.

Sabes su nombre, lo has visto en sueños, lo has dicho en las madrugadas, hasta dormida y lo sabes.

Esa voz atormentandome una, otra y otra ves. Ya no la soporto, me agarro con fuerzas mi cabello soltando chillidos de desesperación.

¡Mierda!- exclamo para mis adentros.

-¿Te encuentras bien?- una voz masculina se escucha de tras de mí provocandome un sustito, me giro para enfrentarla y me encuentro con esa mirada, su mirada.

-¿Que qui...eres de mi?- tartamude un poco. Que tonta soy.

-Nada. Creo que entraste al baño de chicos por equivocación- alzó la comisura izquierda del labio dando a demostrar un colmillo, es tan hermoso como desconocido.

-Hola, me llamo Mario- dijo extendiéndome la mano. Su mirada fija en la mía.

Dude unos segundos, no se si reaccionar o no. Nunca me había sentido tan nerviosa.

-Yo me llamo Sofía- dije devolviendole el saludo sin una gota de confianza. De verdad que me da mala espina.

En el momento en que nuestras pieles se tocan senti como si algún tipo de conexión nos rodeara. Observé por un momento las manos entrelazadas y después lo miré directamente a los ojos, esos ojos negros como la noche.

Su pelo que le hacía juego con su mirada estaba un poco despeinado. Su boca se veía demasiado suave y jugosa. Tenía piercings en la oreja derecha y uno en el labio inferior de metal. Traía un suéter de cuello de tortuga gris oscuro y unos jeans blancos acompañados con tenis deportivos.

Se veía tan bien, demasiado bien. Separé su mano de la mía lo más rápido que pude y al salir del baño me fijé en los carteles y estaba en el lugar correcto. El fue el infiltrado en el baño de chicas.

Mentes Confusas (Pronto)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora