Capítulo 7

7 4 0
                                    

La frace se repetía continuamente en mi cabeza "por amor" me quedé inmóvil por unos segundos tratando de procesarlo.

¿Amor a que? Para amar a alguien primero tienes que amarte a ti mismo. A veces los adolescentes hacemos sierta locuras ¿pero suicidarce por amor? ¿En que cerebro cabe eso? En alguien obsesionado quisas, pero "quisas" no está en mi diccionario a si que...

-Oye, escuchame- alcé la voz para que me pudiera oír- no vale la pena suicidarse por alguien que no te merece. La vida continúa y... en realidad no le estás haciendo ningún daño a esa persona si mueres, con razón no la veo por aquí- dije mirando a todos lados y llevando a cabo mi mejor actuación comportandome con tranquilidad. Una expresión de tristeza se apoderó de su tierno rostro dolorido- se que eres inteligente y vas a entender la situación. Tú te suicidas ahora por algo practicamente absurdo, no le causas dolor a esa persona sino a tu familia y a la gente que realmente le importas- en ese instante se empezó a mover. Al principio pensé que se iba a tirar pero al parecer nuestro querido amigo recapacito un poco y se giró hacia nosotros para articular estas palabras:

-Are lo que sea para tenerla, tarde o temprano se dará cuenta que yo soy el que en verdad la quiere- de repente cambió su semblante de desesperación a una un tanto cínica- no me iba a suicidar, solo quería que ella se presentara para evitarlo- miró a su reloj de pulsera dramáticamente- no creo que venga. Tendré que esforzarme un poco más.

¿¡Que!? ¿Era una actuación? Mierda. Y yo aquí de estúpida tratando de evitar un suicidio de alguien que ni siquiera conozco. No puedo describir mi cara de sorpresa ahora mismo. ¿En verdad tenía algo de obsesión con esa chica? Lo que fuera no es problema mío.

-Bien, falsa alarma- dijo Mario. Se me había olvidado por unos segundos que estaba a mis espaldas- tengo cosas mejores que hacer. Ah y... ve a un psicólogo amigo, lo necesitas- finalizó la oración echándole una mirada de desaprobación al chico y se largó.

Me quedé por unos segundos observando al chico que estaba a metros de distancia de mi.

Millones de ideas viajaban por mi cabeza en ese instante ¿y si solo nos estaba engañando para luego tirarce cuando no haya nadie? ¿y si tenemos a un psicópata rondando entre nosotros y no lo sabemos? ¿y si quiere secuestrar a la chica hasta que se enamore de él? Bueno, lo que suceda después de esto no me incumbe.

Me giré con la intención de largarme de este lugar, recogí con molestia mi mochila que estaba serca de la puerta y la traspase.

-Sofía- su voz hizo que me detuviera- ¿que harías tú en mi lugar?- la pregunta me sorprendió pero no tenía ganas de responder con la verdad.

-Dejaria de ser tan tonto y me olvidaría de ella, asistiría a un psicólogo para que me ayudara y trataría de mantener una vida normal y olvidarme de mis acciones. Pero supongo que no harías eso, solo las personas con fuerza de voluntad serían capaces de reconocer sus errores y tratar de enmendarlo.

Terminé mi mini-discurso emotivo y me dispuse a caminar escaleras abajo aferrandome a la mochila repleta de libros. Me pasaban por al lado profesores, algunos alumnos y hasta la directora en sentido contrario, supongo que para detener a un joven estúpido que trataba de tirarce de la azotea, aunque "ya no era tan estúpido como pensaba"

.......

10:00am

Tik tak, tik tak... El reloj del salón marcaba las diez de la mañana y mi impaciencia aumentaba cada ves más. Quería que llegara el fin de esta tortura, sip (Matemática). Todavía faltaba media hora para el cambio de turno. Tenía la vista fija a aquel objeto pegado en la pared sobre la pizarra mientas jugaba con el lapicero en mi mano.

Un pequeño pinchazo en la parte baja de mi espalda me puso de vuelta en el mundo real, mejor dicho en la clase aburrida. La voz del profesor volvió a sonar en mis oídos con dicha explicación de un tal teorema de Pitágoras o algo así.

Me giré lentamente con tal de no llamar la atención del profesor y me encontré con el objeto filoso que había provocado aquel sustito "un lápiz" lo sostenía Julio (el nerd del salón)

Enarque una seja en forma de "¿Que quieres?" A lo que él no respondió. Extendió su brazo y me ofreció un papelito amarillo. Un poco extrañada lo acepté y me di la vuelta.

Después de responder la mayoría de los ejercicios que había en mi libreta (por lo menos los que había entendido) coloqué el pequeño papel en mis muslos para que no me cacharan y lo leí:

No sabes lo mucho que me importa Adam. Es un chico increíble y aún no entiendo el porque hizo eso hoy por la mañana. Te doy las gracias por haberle frenado esos pensamientos de suicidio que tenía en esos momentos.
Julio

Hay Julio, si supieras.

Le arranqué un pedacito a la última oja de la libreta y le escribí una respuesta un tanto coherente:

Solo te puedo decir que Adam necesita mucho apoyo emocional :)

Listo, para que no se preocupara. Doble la oja hasta no poder más y se la entregué con cuidado.





Mentes Confusas (Pronto)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora