Capitulo 5

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Las acusaciones hacia Javier no tenían sentido alguno. Pues el no presentaba ningún síntoma, por lo tanto no podría haber enfermado a sus amigos. Sin embargo había una posibilidad aún más rebuscada. Javier estaba enfermo, pero era asintomático. Por alguna razón su cuerpo no demostraba ningún daño, pero eso no significaba que no pudiera contagiar a más personas.

Alexander tuvo que tomar una dura decisión. Javier ya no regresaría a la isla. Se quedaría en las instalaciones junto con Julián y Greta para ser tratados y examinados. Mientras que el viaje a la isla junto con los médicos aún estaba en pie. Ordenaron trasladar a los 3 chicos a otras habitaciones separadas para poderlos evaluar minuciosamente.

Mientras era escoltado, Javier estaba procesando todo lo que acababa de descubrir. Nunca pensó en que la enfermedad podía contagiarse de una persona a otra. Y si él estaba enfermo, era por Claudio, lo cual significaba que todos en la isla estaban igual. ¿Pero cómo era posible? Felipe no habló de ello en ninguna página. Tenía tanta información escrita como para no poner que la enfermedad se podía contagiar. Solo esperaba que Alexander estuviera preparado para poder atender a todos.

Las habitaciones para los enfermos estaban en el subterráneo. Javier estaba en la #2. Estas eran pequeñas y simples. Una cama pequeña, con una mesita de noche a un lado, aire acondicionado y un cuarto de baño para cada habitación. Esperaba no estar mucho tiempo en observación o de lo contrario se volvería loco por estar encerrado entre paredes blancas con una enorme lámpara en el techo. Javier se acostó en la cama, trataba de concentrarse para poder sentir algún síntoma, aunque sea el más leve, pero estaba sin molestia alguna. Como no dio resultado se durmió, despertó, cambio de posición incontables veces. Ver a cada 15 minutos el reloj de pared se estaba volviendo adictivo.

12 horas después un hombre con bata blanca entró a su habitación. Le llevaba la cena, la cual era un tazón grande de puré de papa con una botella de agua. Mientras Javier comía, el hombre le hacía preguntas rápidas.

¿Te duelen los ojos? ¿Te sientes cansado? ¿Te cuesta respirar? ¿Te da comezón alguna parte del cuerpo? Pero a todas las preguntas, Javier respondía negativamente. El médico recogió el tazón con la cuchara y cuando se disponía a salir de la habitación, Javier le pidió salir un momento al pasillo. Quería ver otra cosa que no fueran las 4 paredes blancas. El médico aceptó y le dijo que en 5 minutos regresaría y que tenía hasta ese entonces para estar afuera de su habitación pero que evitara caminar por los alrededores.

Javier salió de la habitación, espero a que el médico desapareciera de su vista y caminó sigilosamente hasta llegar a la puerta de la habitación contigua. La abrió despacio y pudo ver a Greta dormida y con suero conectado a su brazo. Cerró la puerta y repitió lo mismo con la siguiente. Julián se encontraba en la misma situación. Por alguna razón ninguno de los 2 presentaba el sarpullido que su profesor había hecho. El sentimiento de haber sido el causante de que ambos estén postrados en cama era muy agobiante.

Cerró la puerta y se quedó parado a medio pasillo viendo al techo. Pero algo llamó su atención. Tan simple pero con mucha curiosidad observo detenidamente los tubos del aire acondicionado. Se supone que en el lugar solo había 3 habitaciones pero él podía contar 4 tubos. Y justamente el sobrante recorría todo el pasillo hasta perderse en la esquina. Javier caminó hasta ver donde terminaba.

Para su sorpresa, donde finaliza el pasillo en el que se encontraba, empezaba otro del lado izquierdo. Era más estrecho, pero el tubo seguía. Se adentró sigilosamente hasta toparse con otra habitación. La duda de saber por qué esta habitación estaba tan alejada de las otras hizo que se animara a abrir la puerta. Lo que encontró frente a sus ojos lo dejó helado.

LA CURADonde viven las historias. Descúbrelo ahora