Capitulo 6

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Javier solo podía mover los ojos. Miraba hacia todas direcciones trataba de encontrar alguna salida, aunque sea una ventana pero todo era paredes metálicas con un pésimo alumbrado debido a que seguían estando en alguna parte del subterráneo. Llegaron hasta la puerta y esta se abrió. Uno de los trabajadores iba empujando a Julián, también en silla de ruedas. Julián estaba presentando un claro ataque de epilepsia, pero todos actuaban con normalidad. Javier quería gritar, preguntarle que le habían hecho pero su boca solo podía balbucear. No había nada que él pudiera hacer, únicamente tratar de seguir con vida para lo que sea que viniera en camino.

Detrás de la puerta había otra silla metálica en la cual Javier volvió a ser prisionero. Conectaron dos tubos delgados a cada antebrazo y encendieron las máquinas. La imagen de una barra en la pantalla se hizo presente. Un leve "ding" advirtió que ya estaba listo para funcionar. Presionaron el botón y poco a poco el gas Purpuria fue pasando por los tubos hasta entrar al cuerpo del asustado Javier. El cual sentía como algo caliente recorría sus venas.

Después de 10 minutos de una lenta agonía desconectaron los tubos de ambos antebrazos. Por el miedo, había cerrado los ojos y al abrirlos se topó con una distorsionada realidad. Todo lo veía borroso. Distinguía colores y siluetas, pero por más que se tratara de enfocar en un objeto, no podía verlo a detalle. Alexander lo liberó de manos y piernas y lo ayudó a levantarse. Javier por el miedo de no visualizar nada con claridad ni pensó en huir. Camino despacio hasta donde Alexander lo guio, que fue devuelta a la silla de ruedas.

Unos segundos después Javier empezó con el propio ataque de epilepsia. Quería que alguien lo ayudara pero todos los presentes nuevamente solo observaban. Alexander prosiguió a empujarlo hasta su habitación. Las únicas palabras de aliento que le dio fue que pronto le pasaría. No debía de preocuparse, no moriría en ese momento.

La epilepsia se detuvo al entrar a su habitación. Alexander lo acompañó hasta su cama y salió nuevamente con la silla de ruedas.

—En una hora vas a vomitar como consecuencia de lo que te inyectamos. La vista seguirá borrosa así que prepárate para encontrar el inodoro y no dejar manchada la cama.

Javier trató de calmar su agitada respiración para recordar cómo llegar al inodoro. La puerta para entrar al baño estaba del lado izquierdo, así que la salida más fácil era caminar por toda la pared, abrir la puerta y posiblemente gatear hasta palpar donde estaba con exactitud la taza. Decidió seguir sentando para que cuando el estómago le empezara a doler, podría responder de la manera más eficaz.

Minutos después en la oficina de Alexander, su hermano tomaba asiento frente a él.

—Acabo de regresar de la isla como me lo ordenaste, borre el archivo directamente de la computadora y de la tableta que tenían. Que para sorpresa, en la tableta había otros archivos que tenían el mismo autor, así que decidí hacerles una copia en mi tableta por si querías leerlos.

—Esos archivos no me importan en lo absoluto, ¿Nadie te vio mientras lo hacías?

—Nadie. Todos estaban en el comedor platicando... ¿Qué hago con los archivos entonces?

—Elimínalos de una maldita vez. Esos escritos nunca debieron existir.

Rodrigo estaba dispuesto a retirarse, pero decidió seguir con la conversación.

—¿Por qué no me advertiste desde un principio de las consecuencias negativas del mineral Purpuria? Cuando me hablaste de CEIFA solo mencionaste el hongo y ni te molestaste en hablar de un tema muy importante como el mineral.

—Las intenciones de la corporación CEIFA son el hongo Lúmico y se está cumpliendo al pie de la letra. Les brinde el equipo necesario para proteger su cuerpo completo. En cualquier investigación hay errores menores y aun así tratamos de contrarrestarlos.

LA CURADonde viven las historias. Descúbrelo ahora