Capitulo 10

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—Rodrigo, ¿me escuchas? —preguntó Javier mientras corría agitado.

—Sí, te escucho, ¿qué sucede?

—Perdón por esto que salió de la nada, pero la cueva y el bosque ya no existen más. Provocamos un gigantesco incendio.

—Que atrevido que eres Javier... pero al final creo que fue la mejor opción, ya no habra de donde sacar más mineral Purpuria.

—Ya nos encontramos cerca de la casa, por favor activa la succión desde la central para que podamos ser transportados.

—Okey, ya estamos frente al tablero, solo dame la orden y activaré los comandos.

— ¿Crees que les dará tiempo? Ya hay 5 personas apagando el fuego y otras 5 están en la entrada principal rellenando los extintores. —Exclamó Cecilia mientras observaba a través de las cámaras de vigilancia en la sala de control.

Rodrigo meditó unos segundos la situación, no pensaba arriesgarse a que todo el personal estuviera de vuelta en el edificio y ellos aún estuvieran atrapados ahí. Se quitó el audífono y se lo dio a Cecilia. Le dijo que cuando escuchara que Javier le hablara, ella debía apretar el botón amarillo y solo era cuestión de esperar a que las cápsulas llegaran a la sala de comunicación un nivel abajo.

Cecilia aceptó el reto y se colocó el audífono mientras que Rodrigo tomaba un arma que se encontraba en el tablero y salía de la sala de control. Sigilosamente se desplazó por el pasillo hasta llegar al inicio de las gradas. Podía escuchar a los que estaban en el nivel de arriba. Volteo a ver hacia todos lados para poder encontrar una respuesta y sus ojos brillaron cuando vio un tubo negro pegado al techo. Si la memoria no le fallaba, ese tubo transportaba gas Purpuria directo del pozo.

Como el tubo también recorría la pared de las gradas, le apuntó hasta donde podía visualizarlo antes de que se perdiera en el nivel de arriba. Dos disparos fueron suficientes para que el tubo se rompiera y el gas se esparciera por el lugar. El ruido también alertó a los que estaban extinguiendo el fuego, los cuales al darse cuenta de la situación bajaron corriendo las gradas.

Rodrigo estaba escondido en la habitación más cercana y con la puerta entrecerrada observó cómo los 4 pasaron corriendo por el pasillo. Salió contento de su escondite sólo para darse cuenta que el quinto trabajador se tardó en bajar, se toparon cara a cara.

Una pelea a puño limpio empezó. Su contrincante le sacó ventaja de inmediato hasta tenerlo sumiso en el suelo. Rodrigo sacó el arma de su cinturón pero el tipo se le abalanzó para tratar de quitársela. El forcejeo hizo que Rodrigo hiciera 3 disparos al aire. Uno de ellos impactó en el mismo tubo, provocando así que se rompiera y el gas se esparciera en el pasillo en el que se encontraban.

El sistema inteligente del edificio pudo detectar la fuga de gas y automáticamente emitió la alerta máxima. Por los altavoces de todo el lugar se escuchaba la sirena que ascendía y descendía para advertir una evacuación total del área y sus alrededores. Todos los que estaban afuera del edificio se vieron obligados a dejar la playa, pues la sirena solo significaba un peligro inminente.

El trabajador consciente de que el gas era tóxico decidió darle fin a la pelea y corrió hacia su extintor, lo tomó y se puso de pie frente al ya ensangrentado Rodrigo. Pensaba machacarle el cráneo. Sin embargo, Rodrigo fue más rápido y usando las últimas dos balas que le quedaban, le disparó al tanque, ocasionando que este explotara y con ello, llevándose la vida del atacante y de el mismo.

Javier y sus amigos llegaron a la casa y se encerraron en la habitación de comunicación. Con los segundos contados, Javier les explicó qué posición debían tener para poder viajar en la cápsula. Todos demostraron comprender y aunque el miedo por viajar por ese medio era mucho, confiaban en que iba a salir bien. Todo estaba como lo planeado... excepto que hubo un grave error de cálculos. Solo había 5 ductos y ellos eran 6.

LA CURADonde viven las historias. Descúbrelo ahora