I.

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"Cuando el miedo te envuelve, todo a tu alrededor comienza a verse extraño y sospechoso"        
                                         —Anónimo.   


INITIUM.

—¿Estás de acuerdo en ir al cine luego de cerrar la biblioteca? —preguntó Easy ordenando los libros en los estantes.

—No creo que sea posible, recuerda que mañana me mudo, por ende debo llegar temprano a casa a hacer las maletas —dije pasándole los susodichos.

Junto a Easy trabajaba en la biblioteca pública de mi ciudad, la cual era mi única y mejor amiga de la infancia. Con el tiempo determiné que encargarse de una biblioteca no era muy sencillo como parecía, todo lo opuesto: era estresante y cansino ya que atender a personas, modificar los horarios, ordenar pilas de libros en su categoría correspondiente, sumándole el desastre que dejaban niños y adolescentes sobre las mesas cada vez que venían... Eran los que más frecuentaban este lugar, por lo que era aún más tedioso. A malas tuve que acostumbrarme a esta rutina acompañada de mi compañera y amiga: Easy. Trabajar y estudiar a la vez, me consumía; por la tarde atendía la biblioteca y en la noche asistía a la universidad.

Mi único tiempo libre <<por expresarlo de esa manera>> era en el día y hasta en ese horario me ocupaba pues, a veces cuidaba a la hija de mi vecina, quien tenía cinco años. Sin embargo, el trabajo era indispensable para mí, puesto que gracias a el pude iniciar en una universidad privada y con excelente educación, recibía muy buena paga en mi empleo, he de admitirlo, agregando el hecho de que también contaba con ahorros.

Vivía con mi madre en un pequeño pero cómodo y acogedor apartamento, fácilmente pudo pagarme la universidad pero en vez de eso decidí ser alguien independiente y responsable con mis cosas, ella corría con todos los gastos del hogar sola, por lo tanto no quise agregarle otra carga más. Al principio no le pareció que trabajara y estudiara a la vez, pero igual terminó por aceptarlo.

—¡Sigo sin entender porqué diablos tienes que mudarte! Ésta es tu ciudad, tu vida está hecha aquí —exclamó con desaprobación.

—Lo sé, pero sabes que mis abuelos fallecieron hace un mes y mi madre por ser hija única debe hacerse cargo de su casa —abrió la boca para decir algo—. Y no, no puede venderla aunque quisiera porque en el testamento que dejaron está totalmente prohibida la venta de la misma.

—¿Por qué?

—Tal vez significó mucho para ellos ya que está repleta de momentos especiales que vivieron y, por supuesto, fue el lugar donde vieron crecer a mi madre.

—¿Y si en realidad hay algo oculto en esa casa de lo cual solo tus abuelos tenían conocimiento? ¿Que tal si escondían algo perturbador? Y por eso tanta insistencia en no ponerla a la venta —finalizó con su absurda ideología.

Le lancé una mirada fulminante en modo de respuesta y ella reaccionó con una carcajada. Easy debía tomarse un break con sus películas sobrenaturales de miedo y misterio o terminaría loca juntando lo ficticio e imaginario con la realidad. Decidí ignorar todo lo que dijo anteriormente y seguí pasándole los libros. De pronto falló en su intento de tomar uno y éste cayó al suelo causando eco por todo el pasillo gracias al impacto.

—¿Tienes mierda en las manos Easy? —negué y me agaché para tomarlo. Cuando vi su carátula fruncí el ceño y confundida comenté—: ¿A quién se le ocurre leer un libro así? O no, más bien, ¿Que hace un libro espiritista en la biblioteca?

La carcajada de Easy cesó al instante, siendo suplantada ahora por el silencio, todo rastro de diversión que había en su rostro se esfumó por completo gracias a mi declaración y hasta deduje que en sus ojos se asomó un atisbo de miedo e inquietud.

Arrodíllate ante míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora