V.

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“Los monstruos existen, los fantasmas también. Viven dentro de nosotros y en ocasiones nos vencen”

                           —Stephen King.

TIMOR.

Sola, sin luz, en medio de unos ojos escalofriantes y terroríficos que estaban fijos en mí. Me sentía tan diminuta e indefensa, sin poder actuar o hacer algo al respecto ya que me encontraba atrapada en un trance del que no podía escapar.

Su intensa mirada causó miles de emociones en mi interior, entre ellas la que más amenazó con relucir fue: el pánico. Agregando que, en ningún punto apartó su vista, estaba atento a cada uno de mis movimientos.

Debía actuar, debía salvarme, no podía permitir que el pánico tomara lugar en mi sistema y el miedo me venciera, de lo contrario terminaría muerta de quizás uno, dos o tres infartos, quien sabe. Claro que mi raciocinio no estaba apto mucho menos capacitado para pensar e idear una estrategia.

Mi respiración se volvió un desastre, mi pecho subía y bajaba frenéticamente. Apreté mis puños y cerré mis ojos tratando de calmar mis nervios para así evitar un ataque de asma, porque sí, aparte de miedosa era asmática. Luego de transcurrir unos minutos abrí mis ojos y me llevé una sorpresa al notar que esos horribles orbes habían desaparecido, no estaban presentes. Mi vista recorrió el rincón con detenimiento. Y a pesar de ya no estar, igual me mantuve alerta por si algo sucedía.

¿Se iría? ¿Y si solo fue una alucinación?

<<Ya deja de temblar, relájate>> Me animé.

—Hola May —habló alguien cerca de mi oído izquierdo, con voz grave pero al mismo tiempo vacilante, provocando que un escalofrío me recorriera desde la nuca hasta la planta del pie. Di un traspié por el susto.

Tenía a una persona detrás de mi, en la oscuridad y eso... era una clara señal de: ¡PELIGRO!

Tras procesar aquella palabra en mi psique reaccioné y de inmediato me aparté, girando en mi propio eje para de esa forma enfrentarlo.

De nuevo me topé con ellos, la única diferencia era que ésta vez se encontraban cerca.

Tú solo sé valiente.

—P-por f-favor, déjame en paz. Si quieres dinero te lo daré, si quieres llevarte algún objeto de esta casa, adelante, prometo no llamar a la policía. P-pero no me hagas daño —finalicé con la voz entrecortada. <<Okay May tu intento de ser valiente se fue a la mierda>> dije para mis adentros. No sabía a quién me estaba refiriendo con exactitud, ni quién demonios era debido a que todo el espacio estaba completamente oscuro. Sin embargo sabía muy bien que la presencia de alguien me acompañaba.

Hubo un profundo silencio durante unos segundos. Y yo esperé cualquier respuesta, cualquier impulso por parte de él menos lo que ocurrió a continuación:

Quedé paralizada en cuanto lo escuché reírse de manera áspera y descontrolada. ¿Es en serio? ¿Que le causaba tanta gracia? Me cuestioné internamente. Quizás todo esto se trataba de un simple juego, tomándome a mi como su estúpido entretenimiento para divertirse un rato. En otra ocasión me hubiera molestado de no ser por el miedo que sentía en todo mi cuerpo.

Luego de díez segundos <<porque sí, en mi interior llevaba el tiempo contado>> paró de reír y carraspeó.

—Tranquila, no te haré daño aunque debo admitir que me causa mucha satisfacción sentir tu miedo, eso... siempre lo he disfrutado —hizo una pausa—, ha pasado un buen tiempo May,  ¿Cómo has estado?

Arrodíllate ante míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora