VIII.

56 9 3
                                    

“No temas de un fantasma, ten miedo de un ser humano. Un fantasma puede volverte loco, pero el ser humano es capaz de causar tu muerte”

                                    —Anónimo.

PRAEDICATIO.

—Oh no, maldecir está mal y aún más cuando vienes de escuchar la palabra —ironizó burlón.

—N-no e-estoy para bromas —tras tartamudear, hice una pausa para estabilizar mi voz y disminuir el miedo que comenzaba a centrarse en mi interior—, dime ya quién eres o no res...

—Pero que determinación —exclamó soltando una larga risotada bastante molesta para mí—. Tranquila, no vine a dañarte.

Si quería convencerme de ello, su intento le saldría en vano ya que no lograría manipularme por medio de sus palabras. Normalmente esa era la típica oración que empleaban los atacantes con tal de hacerse los amistosos con sus víctimas, demostrando buena impresión para ganarse su confianza y así atacar después. Y sí, pueda que estuviera un poco paranoica pero no estaba estúpida.

—Es lo que comúnmente dice un depredador para calmar a su presa —poco a poco el miedo que antes habitaba en mí, se fue desvaneciendo.

—Wao, eres una persona analítica —habló con fingida admiración—, ridículamente analítica.

Su sarcasmo me irritaba, eso era algo obvio pero, más me irritaba no saber a quién demonios me estaba enfrentando, aunque debía admitir que su humor se me hizo algo familiar.

—Y tú eres un patético si crees que voy a acceder a lo que sea que vayas a decirme o mejor dicho exigirme —espeté—, porque supongo que alguna razón tienes para estar aquí. Seguramente me trajiste hasta éste callejón con la intención de propa...

De pronto, sentí su mano grande y áspera tapar mi boca con brusquedad, por lo que las palabras que deseaba soltar quedaron atrapadas en mi lengua. Aquella acción me tomó desprevenida y estaba dispuesta a protestar cuando escuché unas voces de personas a lo lejos.

Y la verdad es que, quise aprovechar aquel momento para pedir ayuda y de esa manera conseguir alejar al desconocido frente a mí. Claramente mi intento no tuvo ningún éxito puesto que mis palabras salieron como jadeos minúsculos debido a la fuerza que ejerció una vez más en su mano para callarme.

—Es absurdo que trates de gritar, con eso solo obtendrás un dolor de garganta—dijo en tono burlón. Sin embargo, me importaba media mierda su actitud ridícula, necesitaba alejarme de él y salir corriendo de allí, así que una idea se cruzó por mi mente de forma instantánea y fue: morder su palma para que de una puta vez sacara su mano de mi boca, cosa que sin analizar del todo, lo hice y logré mi objetivo ya que enseguida me soltó, no sin antes expresar una maldición.

Y fue allí mi momento en, actuar.

—¡Auxilio! ¡me tienen acorralada y pronto me van a descuartizar! ¡por favor, si alguien me escucha llame a la policía! —grité con notable alteración—. ¡También me quieren violar! —decidí agregar lo último para hacer aún más dramática mi situación.

—¡Joder! cállate, eres irritante —soltó entre aturdido y molesto—. Ya quisieras tú, probar a esta apoteósica, esplendorosa e inigualable obra de arte.

Rodé mis ojos al escuchar tal estupidez, sin duda la burla y el egocentrismo era algo que lo caracterizaba a la perfección y por supuesto que con eso, había vuelto a su estado de antes, es decir, con su intolerable humor y burla.

—A ver, lo único cierto en todo esto es que me estás hartando y tú no quieres que me harte, porque al hacerlo me escandalizo y créeme, me vuelvo muy creativa.

Arrodíllate ante míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora