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Si antes las miradas de Jaemin lo atravesaban como espadas, esta vez su mirada lo mandaba directo al infierno con una estaca atravesándole el trasero.

- ¡Tatuajes! - gritó emocionado Beomgyu mientras miraba su cuerpo desde cabeza a pies con tatuajes de todo tipo.

- ¿Me explicas primero y después te asesino? ¿O te asesino y después le explicas al diablo? - habló Jaemin con la voz más intimidante que podía hacer.

Primer cagazo como padre, deberían darle un premio.

- Primero hablamos y después me das tiempo de correr - dijo con la voz más inocente que pudo hacer en ese momento.

- Entonces... comienza a correr - respiró profundo. Jeno comenzó a correr como alma que lleva al diablo, aunque este diablo era bajito, con mejillas gorditas pero rojas de rabia.

El mayor comenzó a lanzar objetos intentando dificultar la misión de Jaemin, aunque como esta situación ya la habían vivido un millón de veces, ya sabía que Jaemin pronto se cansaría de correr.

Y así fue, el menor poco a poco fue deteniendo su andar hasta quedar parado en el medio de la sala con ambas manos en sus caderas, recuperó un poco el aire para mirarlo.

- ¡Explícame ahora! - gritó y luego recuperó la compostura.

- No son permanentes, te lo juro, se salen con agua - intentó calmarlo y al parecer había funcionado, al menos un poco.

- Más te vale que se les quiten, porque mañana tenemos que ir al doctor y al psicólogo. ¿Qué van a pensar si los llevamos cubiertos de tatuajes?

- Que son unos niños muy cools - intentó bromear, pero al otro no le pareció para nada gracioso.

- Voy a raparte y usaré tu cabello de esponja.

Jeno tragó saliva. Estaba bien, sí la había cagado un poco, pero estaba seguro de que los tatuajes saldrían, al menos la mayoría.

- Ya niños, todos a bañar, quiero ver si tengo que asesinar a Jeno - los niños obedecieron dirigiéndose a la habitación del mayor.

- No te enojes, te juro que salen - pidió piedad, era muy joven y guapo para morir. Jaemin se dejó caer en el sofá notablemente cansado, suspiró y cubrió su rostro con sus manos. ¿Tan enojado estaba? - Jaemin... te prometo que saldrán, en serio tienes que creerme.

- Jeno, no estoy enojado contigo... digo, sí estoy enojado, pero no tanto, esto es algo pequeño - murmuró sin cambiar su posición.

- ¿Entonces qué pasa? - preguntó por la extraña actitud, comúnmente no llegaba tan cansado de su trabajo.

- Creo que necesito otro trabajo.

- ¿Por qué? Tú amas ese trabajo. ¿Pasó algo?

Era muy extraño que el pelinegro quisiera retirarse, él sabía que era un trabajo que realmente adoraba. Jaemin suspiró.

- Estoy teniendo un problema con un compañero. Te juro que tú ya quedaste en segundo lugar de las personas que quiero golpear.

No sabía si sentirse feliz por eso.

- ¿Alguien te está molestando? ¿Quieres que lo golpee?

Si alguien intentaba pasarse de listo obviamente le partiría la cara, nadie se metía con Jaemin, sólo él podía hacerlo enojar.

El menor rió.

Al menos se había relajado un poco.

- Eso estaría genial pero no es buena solución. Solo buscaré un nuevo trabajo... y luego dejaré ese.

PADRESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora