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Las cosas avanzaban a su habitual ritmo, Jaemin se encontraba más relajado ya que había encontrado un nuevo trabajo que solo lo hacía ir a la oficina una vez a la semana por sus nuevas instrucciones. Era un buen trabajo, quizás era más exigente que el anterior pero le pagaban mejor y el trato que recibía no se comparaba con el anterior, su jefe era amable y sus compañeros también. Estaba encantado con su nuevo trabajo, le permitía estar más tiempo con los niños y también tener más tiempo para estudiar.

Desde que se hizo oficial la noticia de su embarazo, la cual se esparció por la universidad como el aire, Jaemin había decidido que no permitiría más humillaciones de parte de los demás alumnos. Así que como pudo habló con el rector y explicó su situación, también había confrontado a uno de los alumnos que le hizo un comentario poco agradable. El rector había hecho una advertencia de expulsar a quien siguiera molestando ya que la universidad tenía un protocolo en cuanto al acoso en cualquier sentido. Eso había ayudado bastante a detener los comentarios hacia su persona lo que lo tenía muy tranquilo.

Y bueno, Jeno también se había aparecido una tarde para amenazarlos no tan amablemente, pero eso también había ayudado.

Los chicos, su novio y sus hijos, se habían vuelto un poco sobreprotectores y cuando digo un poco es demasiado. Lo vigilaban en cada momento preguntándole si necesitaba algo o se sentía bien. No lo dejaban ir a la universidad solo, Jeno lo llevaba y luego lo iba a buscar. No les gustaba que caminara muy rápido, no lo dejaban tomar cosas pesadas, comer comida chatarra, ni dormir boca abajo. No sabía si le encantaba el cuidado que le estaban dando o lo odiaba, quizás estaba en un punto intermedio.

Los viernes no debía ir a la universidad por la tarde y había terminado de editar la novela que era su trabajo así que se encontraba en el sillón comiendo cuanto kiwi le cayera  en la boca. Era fruta al menos y la fruta era sana, o eso suponía él. Esperaba que su bebé se acostumbrara a tener un padre y unos hermanos tan protectores porque si no se volvería loco o loca. En el fondo de su corazón, cosa que su amiga había llamado instinto maternal, sentía que su bebé sería una niña y la idea lo tenía completamente ilusionado, pero también aterrado. Las únicas mujeres con las que había tenido real contacto en su vida eran su madre y su mejor amiga. ¿Cómo sería criar a una niña? No sabía si sería lo mismo que tener tres niños, pero él intentaría dar lo mejor para que su bebé fuera la niña más feliz del mundo.

No le había dicho a nadie sobre sus suposiciones porque tampoco quería ilusionarse mucho, tampoco era que le molestara que fuera un niño, pero le emocionaba pensar que fuera la única mujer entre ellos. Tenían una cita con una doctora dentro de una semana que era cuando cumpliría un mes. Su pequeño maní cumpliría un mes. Se había acostumbrado a llamarle así y los chicos también lo hacían, al menos hasta que supieran su sexo y cómo le llamarían. Acarició su estómago seguro de que su pequeño maní recibiría todo el amor que se merecía.

Sintió la puerta abrirse y en menos de dos segundos tenía a su pequeño Jungwon abrazándolo.

- Hola, mami - saludó besando su mejilla.

- ¡Hola bebé! - le devolvió el beso y lo sentó sobre sus piernas feliz de tenerlo.

- Mamá, perdí mis lápices de colores - informó Beomgyu besando su mejilla.

- ¡Ya le compré otros! - gritó Jeno desde la cocina, suponía.

- Siempre pierdes todo, deberías aprender de Jungwon - le regañó Soobin sentándose al lado de Jaemin y besando su mejilla también - ¿Cómo te has sentido?

- Muy bien. ¿Hoy no tenemos a Kai-ssi? - preguntó al no ver al peliblanco.

- No, sus padres lo llevaron donde sus abuelos por el fin de semana - murmuró - Hasta se llevaron al gato. No me dejaron a ninguno de los dos.

PADRESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora