Capítulo IV - Confesiones entre chispas de chocolate.

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Eris acudió a la cita con su tía el día pautado, y por estar más pendiente de los dulces que de los motivos tras la cita...

Lolita abrió la puerta, estaba elegantemente vestida. Eris se mostró sorprendida no solo por su apariencia, sino por el hecho de que justo cuando ella estaba por usar su llave, Lolita hubiese abierto la puerta.

Cuando se adentraron en la casa, Eris notó la presencia de Rosalba, la "colega" de Lolita, acompañada por una muchacha de unos veintitantos años, cuya apariencia no daba lugar a especulación, se trataba de su hija.

Lolita presentó a Eris y a la joven, quien respondía al nombre de Jennifer. En ese punto, los nervios de Lolita y Rosalba se hicieron evidentes, y Eris lo notó. 

Todo estaba organizado para una comida completa, y a Eris le causó curiosidad que lo que había preparado su tía, eran cosas que amaba comer. Eris sentía fascinación por la comida mediterránea, y todos aquí deberían saberlo.

La conversación durante la comida fue grata, Eris habló con entusiasmo acerca de la banda, y respondió a varias preguntas de Jennifer. A Lolita le causó curiosidad que de un momento a otro, Eris solo hablara de Alexair, y eso lo guardó para posterior consideración.

Jennifer relató algunas cosas sobre ella, que resultaban ajenas para Eris. Hablar de novios, viajes, y una incipiente carrera en el derecho, estaba resultando aburrido. Sin embargo, la joven mujer atrapó la atención de Lolita y Rosalba.

El postre quedó para la mesita de té, y Eris seguía esperando qué era eso que tenía que decirle Lolita. Empezaba a sentir pesada la presencia de Jennifer, y quería salir corriendo de ahí.

—Los que me pediste para llevarte, están en la cocina en el portable de panecillos. —Lolita sonrió.
—Son para las muchachas de la banda, tenemos ensayo el martes y quería llevar algo para merendar.
—Refrigéralos, llegarán bien al martes.
—¿No hay hombres en la banda? —preguntó Jennifer.
—No. —Eris respondió, dejando ver su sorpresa por la pregunta desubicada.
—Siempre es bueno que haya hombres en las bandas, deberían...
—Otro de mis amigos está en una banda con nuestro manager, si quieres verlos, te digo dónde se presentan, y así logras mitigar tu ansiedad de testosterona.

Rosalba comprendió el tamaño de la respuesta de Eris, y no pudo evitar reír, Lolita se relajó al verla, y también rio de aquello.

—Bueno, jovencitas, basta de charla suave, hora de conversar cosas importantes. —Lolita tomó la mano de Eris, y dejó su mejilla en el dorso, en forma amorosa.

Rosalba se mostró nerviosa, y su hija comenzó a mirarla en forma extraña. En ese punto, Eris comenzó a darle forma a la situación.

—Pasa que, a veces la vida te muestra cosas de ti que no conocías, y empiezas a entender por qué no funcionaba de otro modo... —decía Rosalba, mirando fijamente a Lolita.
—Así como también se da el caso de las segundas oportunidades que le da a los cobardes. —Lolita dijo esto riendo.

Todo se quedó en silencio, y Eris rompió el hielo en forma ¿conveniente?

—¿Quién se murió? —Eris alternaba la vista entre ambas, con una mueca que no le ayudaba en su intento por no reír.

Lolita y Rosalba reían, Jennifer intentaba juntar dos cucarachas en su cabeza, y Eris aprovechó la ocasión para sumarle dos panecillos a la cuenta del día.

—Rosalba y yo...

La cara de Eris era lo más cercano al meme de Pikachu, y Jennifer me recordaba a la más grotesca de las rubias falsas de aquella mala película de los hermanos Wayans.

Tocando una estrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora