Capítulo 31

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Una leve brisa y los rayos de sol colocados sobre mi rostro provocaron que abriera los ojos perezosamente y me concentrara en el techo de madera sobre mí.

El ventilador hacía ruidos sordos y una mosca volaba alrededor de mi cabeza. La espante con un manotazo y me gire a mi derecha, frunciendo el ceño. La hermana de John, roncaba sin ton ni son, refunfuñando y moviendo la sabana sobre su barbilla. Me espante tanto al verla sobre mi cama, hasta que recordé que ella yo compartíamos la misma habitación.
Aun así, no era nada cómoda la situación.
Me salí sin hacer mucho movimiento de ahí, rascándome la cabeza y gimiendo por lo bajo cuando mis pies descalzos tocaron el suelo frío. Le eche un último vistazo a la chica y no pude evitar sonreír.
Cuando dormía era tan parecida a su hermano... Solo su expresión, ya que físicamente no eran muy parecidos.

Sacudí la cabeza y camine hacía un espejo que se encontraba colgado sobre la pared. Mi cabello estaba tan grifo y enredado que probablemente ni una ducha bien caliente podría arreglarlo. Mis ojos estaban hinchados y lucían un lindo color verdoso que me hacían parecer más bronceado.

Muy bien, no amanecí con tan mal aspecto, solo que... ¡Demonios! ¿Qué es eso? Lleve una mano hacía mi cuello, mientras que con la otra me apartaba rápidamente un mechón de cabello de mi frente que me hacía dificultosa la vista. Ahí, bajo mi barbilla y mostrándose demasiado obvio, varías marcas rojas que me cubrían la mitad del cuello. No, no eran cardenales. Entonces, ¿Qué? Ah... Claro, lo había olvidado. John. Él había tenido la culpa, él me había hecho esto la noche anterior.
Por supuesto. Me vinieron a la mente tantos recuerdos sobre anoche, volviéndome un poco acalorado y logrando que mis mejillas se encendieran al rojo vivo.
Estuvimos a punto de hacerlo... No. Olvídalo. Tienes que sentirte orgulloso por no haber dejado que nada más ocurriera.
Muy bien Paul. Agh. Sin embargo, ¿Qué haría para ocultarme estas cosas? No podría ir por ahí mostrándole mi cuello a cualquiera que se cruzara en mi camino.
Mucho peor, no podía dejar que ni Julia ni Cynthia las vieran. Mucho menos Cynthia... Espera un momento.

Podría estar más que seguro que de haberle hecho lo mismo a John. Fue algo así como "marcando territorio".

¡Rayos! Si Cynthia las notaba entonces yo...

— ¡John Winston Lennon! ¡¿Qué significa esto?! —Un grito proveniente de la cabaña de al lado resonó en toda la estancia como un ensordecedor trueno en un día de lluvia.

Julie despertó rápidamente y temerosa, abriendo los ojos como platos y mirando desorientado hacia todos lados.

Lleve mis manos hacia el cuello por inercia y corrí hacía la pared, para escuchar más. me miro confundida y solamente alcé una ceja y le hice un gesto de que no dijera nada. lo capto.

— ¡Estas mintiendo! ¡Esas marcas no aparecieron solas! —Cynthia seguía gritando como poseída y sentí lastima por John No quería ser él en estos momentos—. ¿Quién fue? ¡¿Fue el estúpido de tu niñera!? ¿FUÉ EL MALDITO HOMOSEXUAL DE TU NIÑERA QUIEN TE HA METIDO ESAS ÍDEAS EN LA CABEZA?! Dímelo, ¡John!

Trague duro al oír como la puerta de al lado se abría y cerraba fuertemente. Paso, paso, paso. Toc, toc...
— ¡Tú! ¡Estúpido mojigato! —Mire a Julia con los ojos como platos, mientras me giraba para ver a la rubia con la cara desfigurada por la rabia. Valla que las modelos eran temperamentales—. ¡Desearas no haber nacido!

Ups. Creo que metí la pata. Un poquito.

Corazón Ciego - [McLennon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora