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FALLON NO PODÍA MANTENER LA SORPRESA cuando el quinjet aterrizó en la base de SHIELD. No cualquier base, una base aérea, gigantesca y temporalmente estacionada sobre el océano. En cuestión de minutos despegaría. Casi parecía una locura, pero en realidad era bastante inteligente. Fallon bajó por el andén con Ian a su lado, despreocupado y ya bien acostumbrado al lugar, con las manos en los bolsillos y una mirada desinteresada, pero con una sonrisa juguetona cuando notó la expresión de sorpresa de su prima.
El pelo de Fallon, ahora corto y sin flequillo, estaba un poco desordenado por el viento e intentó, sin éxito, controlar los mechones rebeldes. Se dio cuenta de que los agentes caminaban de un lado a otro, algunos incluso se atrevían a lanzar miradas curiosas a los dos. Ian saludó a sus colegas, les dedicó una sonrisa amistosa, pero no se detuvo mientras caminaba. La de pelo castaño se esforzó por seguir sus amplias zancadas.
── Así que... ¿Qué te ha parecido? ── preguntó Ian, lanzando una rápida mirada a su prima que le seguía como un cachorro curioso y asustado.
── Esto es... Vaya. ── logró comentar, aún tratando de procesar todo lo que la rodeaba. ── No puedo creer que trabajes aquí.
── ¿Por qué no? ── preguntó el hombre con el ceño fruncido por la curiosidad.
── Te daban miedo las alturas cuando éramos más jóvenes....
── Tenía 10 años Fallon, ya lo he superado.
── Y no podías matar a una cucaracha. ── continuó la chica, ignorando la frase anterior de su primo. ── Cuando una vez voló en tu pelo, te asustaste. Corriste por toda la casa diciendo que te perseguían....
── De nuevo Fallon, ya no tengo 10 años. ── dijo, poniendo los ojos en blanco. ── He madurado.
── Ian, lloraste viendo Lassie en mi casa la semana pasada. ── chasqueó la lengua en el paladar, divertida ── Cada vez que la vemos lloras.
── Eso no significa nada. ── contestó él, bruscamente. Ahora con los pasos a la altura de la mujer ── no soy un frío asesino sin sentimientos. Soy un agente.
── No sé, para mí todos los agentes de SHIELD son robots entrenados igual que Coulson, con el pelo relamido y entran en tu casa en mitad de la noche para robarte hasta el alma. ── explicó. ── Estás... a ti. Es que nunca pensé, ni siquiera imaginé, que fueras un agente secreto.
