Capítulo 2

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Ya han pasado dos años desde que acabó oficialmente La Guerra y desde que llegaron Ellos. Hoy, es mi 17 cumpleaños, pero no sé si merece la pena celebrarlo. No tengo una vida normal desde hace cinco años, bueno, ni yo ni ninguno de los habitantes de la tierra. Aunque si reflexiono un poco, en realidad sí que los 17 se merecen una celebración, porque cumplir 17 en estos momentos significa que por fin tengo la edad suficiente para unirme a las tropas. Actualmente, alistarse en las tropas no significa no hacer absolutamente nada, que es lo que pensaría alguien que oye que la guerra acabó y todo eso que nos hacen creer, la versión oficial que nos cuentan para tranquilizarnos. Pero la realidad no es tan tranquilizadora. La única verdad es que los seres humanos ya no tenemos voluntad propia. Que desde que llegaron Ellos, lo único que podemos hacer es o unirnos a un bando, y luchar, o vivir pacíficamente (lo que significa también pasivamente) en cualquiera de sus territorios, pero totalmente sometidos a su voluntad. Siempre vi a los ángeles como unos seres maravillosos…¿Y quién no? Joder, son ángeles; los mensajeros de Dios, los músicos celestiales, los que te acompañan en secreto y guardan tu buena suerte. Pero cuando les ves en persona, bueno…es algo totalmente distinto. Tengo que decir que tampoco he visto uno en su total esencia, ya que no nos está permitido, por lo que adquieren forma humana para interaccionar con nosotros. Así que cuando digo “verlos en persona” me refiero literalmente a verlos como una persona humana, a conocerlos. A saber que son amables, educados, y disciplinados, y que valoran las vidas humanas. Pero no lo suficiente. Su rivalidad por naturaleza con los demonios les ciega, no les deja ver más allá de su eterna batalla, que hace unos años decidieron librar en la tierra.                        Ahí es donde entran las tropas, los bandos. Ahí es donde entro yo. Aunque tenía la temprana edad de doce años, supe perfectamente lo que sucedía desde el principio. La humanidad no estaba preparada para recibir la noticia de que Dios no existe. Fue un golpe demasiado duro para más de una persona…muchas personas habían especulado antes sobre ello, pero hasta hace cinco años nadie sabía de seguro sobre la existencia de una fuerza superior, ya sea el Dios cristiano, Visnú, Allah, o cualquier divinidad que haya sido alabada aunque sea por solo una persona. Simplemente la gente creía, no creía, o no pensaba en ello. Puede ser que este tema provocase disputas en el pasado, pero nadie se imaginaba que el tema de la existencia de un ente superior pudiese llegar a ser demostrado científicamente algún día…hasta que ese día llegó. No tengo ni la más remota idea de cómo se demostró, repito que odio la física y todos esos embrollos tan complicados de números, cálculos, etc. El caso es que cuando todo esto sucedió, la gente se volvió completamente loca. Algunos simplemente pudieron afirmar sobre seguro lo que ya suponían, otros creyentes dejaron de tener fe, y también está la gente que se negó a admitir esta realidad por muchas demostraciones que se hicieron y por muchas comprobaciones realizadas por eruditos, científicos, físicos y demás, que fueron las únicas personas que comprendieron realmente la explicación pura de la teoría sobre la inexistencia de una divinidad.                                                                                                                                                              

A mí no me parece mal que se negasen a creerlo. Hasta los más listos se equivocan ¿No? Pero esa gente fue la que comenzó la guerra. Nadie que no haya estado allí se puede imaginar lo que fue eso. ¿Quién es capaz de imaginarse un mundo sin fe? Las personas nos matábamos entre nosotros, cada uno defendía sus creencias. Ciudades enteras reducidas a escombros, el gobierno perdiendo el control sobre la gente…iba a ser la completa destrucción del planeta. Tres años de absoluto caos.                                                          En aquellos momentos, yo era una huérfana con un hermano pequeño y llorón al que proteger. Sobrevivimos viajando continuamente, moviéndonos, huyendo, y buscando ayuda en los lugares más tranquilos de la tierra. Pasamos mucho hambre y miedo, pero al fin y al cabo no me puedo quejar. Estamos vivos, sanos, y contando esta historia  algo que el 70% de las personas que habitaban la tierra antes de la guerra no se pueden permitir. La población mundial se redujo hasta tal punto que puedo jurar que pensé que nos extinguíamos. Y justo cuando esto iba a ocurrir, bajaron Ellos. Cuando digo Ellos me refiero a los ángeles y a los demonios  , y cuando digo bajaron no me refiero a que llegaron a la tierra en un halo de luz celestial con querubines cantando a su alrededor. Tampoco los demonios surgieron del subsuelo envueltos en llamas y sembrando el pánico (aunque a esas alturas ya nos habría dado igual). Simplemente, llegaron. Y llegaron justo cuando estábamos tan desesperados y devastados que aceptábamos cualquier cosa que fuera mejor que esa pesadilla, y Ellos lo sabían. Supuestamente vinieron en nuestra ayuda desde “dondequieraqueestuviesen” para evitar que destruyéramos en planeta, con nosotros dentro. Pero nos han estado engañando, tanto los de un bando como los de el otro. Lo único que hicieron fue observarnos, como llevan haciendo muchos siglos, y en cuento vieron que nuestra situación les resultaba favorable, aprovecharon la oportunidad para bajar a la tierra y hacer de nuestro planeta su campo de batalla particular. Usar el hábitat de “los insignificantes humanos” es muy inteligente, para qué lo voy a negar. Por algo se supone que son seres superiores.                                                                                 En resumen, su llegada hizo finalizar la guerra entre humanos, pero a su vez, comenzó otro tipo de guerra totalmente distinta, aun que no por ello menos destructiva. Una guerra en la que los humanos sufrimos los efector colaterales  luches en ella, o no. Y yo, he decidido luchar. Tal vez no por los ángeles, ni por los demonios. Lucharé por qué no necesito creer en nadie, lucharé por la supervivencia de la raza humana.

Hasta los ángeles caenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora