Capítulo 5

49 6 6
                                    

Estoy tirada en la cama, completamente exhausta. En diez minutos tengo que bajar a cenar y todavía no he podido sacar fuerza interior ni para cambiarme de ropa. Ha sido una tarde intensa. Los demás no es que se hayan herniado de esfuerzo pero me parece que yo mañana tendré agujetas hasta en el ombligo. Logro incorporarme y me visto los vaqueros de ayer y un jersey gris ancho. Así sí. Deshago mi coleta dejando caer mi pelo hacía atrás y salgo al pasillo. En el reloj pone que ya son las diez, por lo que mi fuerza interior ha tardado demasiado y llego tarde. Bajo corriendo (cómo puedo) las escaleras y cuando llego al vestíbulo freno en seco al oír Uriel.  Me escondo tras la estatua del arcángel Gabriel y creo reconocer la voz de Cassandra.

   -  Son órdenes superiores Uriel, solo te lo comunico.

   - Cassandra, yo estoy considerado un superior. No pueden seguir tratándome como un subordinado. – No alcanzo a oírles pero a cada palabra noto las voces más cercanas.

    - Fuiste tú el que decidió quedarse aquí. Podrías estar con Miguel planificando el primer ataque o en los mejores cargos de las ciudades, y lo sabes. No trates ahora de rebelarte contra Miguel y Rafael porque has perdido el derecho a decidir. Limítate a acatar las órdenes de tus hermanos y aplicarlas al nuevo grupo de cadetes. No cuestiones. Sobre ellos si tienes poder, así que si estás furioso págalo con ellos. Yo solo te trasmito lo que llega de arriba. – Que fría es. Es que de verdad que no la soporto ¿Cómo puede hablar de nosotros  de esa manera?

   - La anterior promoción de efebos salió perfectamente instruida sin necesidad de manipularles sin su consentimiento Cassandra. Ese comportamiento no es propio de los ángeles,  no podemos ponernos a la altura de los demonios, tenemos que ser mejores que ellos, y ahora Miguel, Rafael y los demás ¿tratan de aplicar esas técnicas de entrenamiento a mis cadetes? Resulta que ellos realmente no forman parte de nuestra guerra ¡Se supone que los cadetes vienen aquí! Porque así lo desean. Y hoy en la toma de contacto con mi equipo, me doy cuenta de que no es así, de que en realidad dos o tres han venido por voluntad propia, y los demás, encima de venir prácticamente obligados ya han recibido adiestramiento previo ¿Qué estamos haciendo Cassandra?

 Yo estoy alucinando ¿de qué tipo de entrenamiento hablan? Oigo la aguda voz de Cassandra respondiendo sin pensárselo dos veces

   - Si tratases de informarte de los asuntos de la ciudad, te habrías enterado. La promoción anterior resultó totalmente profesional en todas las simulaciones y pruebas, pero al tener que entrar en acción en territorio enemigo hay muchos que no supieron enfrentarse a un verdadero demonio, ni matar a otros humanos, porque les entraron los escrúpulos por pertenecer a la misma especie. No están tan bien preparados como creíamos, necesitamos soldados más capacitados. Necesitamos cambiar nuestro modus operandi. – hace una pausa para tomar aire y aguardo a que prosiga. Espero que la pausa no sea porque sospechan que hay alguien oyendo, así que me escondo un poco mejor tras las alas de Gabriel. – Además, en la última misión de reconocimiento en el sector 1, nos hemos enterado de que las tropas que sirven a los demonios nos superan en número. Esto era obvio, ya que ellos no tienen el límite de edad para alistarse, pero también tenían mayor índice de mortalidad – un escalofrío me recorre el cuerpo al oír que mueren más que aquí. Jean, Jean, más te vale estar vivo. – y ahora nuestras sospechas están confirmadas. Son MUCHOS más – hace énfasis en la palabra “muchos” y se me vuelve a poner la piel de gallina. – Por eso es necesario que se alisten el mayor número de jóvenes posible, y la manera más fácil de hacerlo es…convenciendo a la gente de la capital. tu deber este año, a parte de entrenarlos, es observarles y clasificar a las cinco más fuertes., tanto física, cómo psicológicamente. Es decir, descubrir a los mejor capacitados. Solo estos podrán servir directamente a Miguel o recibirán las misiones de infiltración… procura que los débiles se marchen cuanto antes, lo único que hacen es ocupar camas.

Suelto un ruido de exclamación tras la última frase de Cassandra. No puedo evitarlo. Yo soy de los débiles. Cassandra y Uriel se callan. Es probable que me hayan oigo. Ese sonido son… ¿pasos? Me muevo ágilmente hacia la siguiente estatua y marcho hacía el comedor sin hacer ruido antes de que me vean. Ya he oído suficiente.

Debo de ir como con quince minutos de retraso a la cena, pero ya no me parece tan importante. Estoy demasiada aturdida por el mazazo de información que acabo de recibir, y que no puedo asimilar bien. Es incompleta y ni si quiera comprendo la mitad de lo que he oído. Abro la puerta del comedor y me dirijo discretamente hasta la mesa de la que ya nos hemos apropiado. Me siento al lado de Valey, que ya ha acabado su plato y… ¡Eh! ¡Mi plato está vacío!

   - ¿Dónde has estado? – me pregunta Hugo seriamente.

   - Pensábamos que no habías soportado el primer entrenamiento y te habías marchado a casita, a llorar a papá. – interrumpe Lucy con un tono de burla.

Andrew pone cara de circunstancia y noto como me suben los colores. Estay esta vez, no es de vergüenza. Esta vez Lucy ha logrado enfadarme. Me vienen recuerdos confusos a la cabeza. Los gritos ahogados de Jean. El cuerpo inerte y frío de mi padre. La cara de máximo que todavía me dice que me tranquilice en mis peores pesadillas, acompañado de su propio cuerpo ensangrentado. Siento que me empiezo a marear y me arden los ojos. No pienso darla en placer de llorar delante suyo.

Hasta los ángeles caenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora