- Rin…¿Te encuentras bien? - Andrew me mira con preocupación. Normalmente sus castaños ojos expresivos me ayudan a sentirme como en casa. Pero no en este momento.
- Si…solo…necesito salir un momento. – me levanto de la silla.
- Rin, me comí tu comida porque pensaba que no ibas a venir – dice Valey disculpándose. Coge un cacho de pan del plato de Andrew y me lo ofrece. – Toma. Lo siento.
La ignoro y salgo del comedor. Cuando estoy cerrando la puerta veo como Andrew regaña a Lucy y Hugo le dice algo con mala cara. Creo recordar que a Andrew le conté la historia…más o menos. Suprimiendo el hecho de que estoy casi segura de que maté a un hombre. Lo mejor será que salga a tomar el aire. El bosque ya está oscuro y hace una noche preciosa, el cielo está despejado y puedes observar las estrellas del firmamento con total claridad. Igual es solo mi impresión, pero nunca había visto los astros brillar con tanta fuerza. Me alejo un poco del complejo y me dispongo a tumbarme en la hierba cuando oigo un leve ruido de pasos detrás de mi. Espero un poco, me giro, y suelto una fuerte patada hacia arriba, usando la técnica que aprendí esta tarde. Mientras lo hago, mis músculos agarrotados por el esfuerzo se quejan y aflojo el golpe en el último momento. El atacado me frena la pierna agarrándomela con una mano y veo su cara iluminada por la suave luz de luna. Eren me mira fijamente, me retuerce la pierna y caigo al suelo de espaldas. Joder, cómo duele.
- ¡¿Pero qué se supone que estás haciendo?! – le grito enfurecida.
- ¿Qué se supone que haces tú? – me responde tranquilamente – Llego a ser Cassandra y te ponen de patitas en la calle.
- Pero no lo eres – Me levanto y me intento sacudir el verdín del trasero. Hago un movimiento bastante torpe y me desequilibro otra vez. Eren se acerca y me agarra de la cintura. Sus manos son fuertes y firmes y recupero el equilibrio. El contacto físico con él me pone nerviosa, así que una vez estabilizada, le quito las manos de mi cintura y me alejo a una distancia prudente.
- ¿Qué haces aquí? Deberías estar cenando – le pregunto mientras me siento al pie de un árbol.
- Te podría preguntar lo mismo. – responde con aire interesado, y se sienta a mi lado. Me mira a los ojos. No me considero una persona fácil de intimidar…Pero Eren hace que me sienta tan cohibida…
- Valey se comío mi cena – y me encojo de hombros – Ya no tenía nada que hacer allí. Te toca.
- No me gusta la gente. – Que le voy a contestar… no me parece ninguna sorpresa. Se le ve que va de lobo solitario a kilómetros. – Así que cuando tenga la oportunidad, vendré por aquí. Aunque parece que ya no voy a poder estar solo. – No sé si me lo dice a buenas, así que decido responderle a malas. No está siendo un día agradable.
- Te diría que si quieres me voy… pero no tengo intención de moverme.
- Mira por donde, has seguido mi consejo. ¿Ya no eres una educada señorita? – Vaya, ya veo que se está divirtiendo con esto. No capta que no estoy de humor.
- Hoy no ha sido mi día. – Suspiro profundamente y miro al firmamento. No me apetece hablar de lo impotente e inútil que me siento, ni de lo mucho que me ha hecho echar de menos a mi familia el comentario anterior de Lucy. Me voy fijando en las constelaciones, y recuerdo un libro de astronomía que leí hace tiempo. Creo reconocer algunas estrellas, y además es un buen tema para no pensar en mi inutilidad…
- Mira – le digo señalando a una de las constelaciones. – Ese conjunto de estrellas forma la constelación de Leo. En la antigüedad, cuando nacía un niño descendiente de reyes y el sol estaba en su estrella principal, este recién nacido sería un gran rey. Hoy está increíble, todas las estrellas están brillando mucho…Igual hoy ha nacido un rey.
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Hasta los ángeles caen
Teen FictionRin y su hermano viven actualmente en un mundo destrozado debido a las consecuencias de una gran guerra, provocada por un descubrimiento que cambió la visión de la vida de la mayoría de los seres humanos. Ahora el día a día de las personas que queda...