Me despierta una molesta musiquita y la luz del sol me da en la cara. Qué odioso. Ayer, cuando llegué con Hugo al vestíbulo Cassandra estaba ahí, con todos los cadetes, contando que había un nuevo sistema de megafonía para que ella no tuviese que estar de un lado a otro avisándonos s de nuestros horarios. Después de oír a hurtadillas su conversación con Uriel, supongo que sé cuáles son esos asuntos tan importantes que tiene que atender, pero me he propuesto no recordarlo, ni darle vueltas. Me siento una entrometida espiando conversaciones ajenas. Además, aunque a Uriel se le vaya la pinza a veces, me parece un tipo fiable.
Él se encargará de lo que tenga que encargarse ¡Es un jodido arcángel! La luz me vuelve a cegar, y veo a Valey abriendo la ventana más cercana a mi cama. Giro la cabeza y noto un dolor en el cuello. Ya están aquí las tan esperadas agujetas. He dormido como un bebé, pero lo bueno nunca dura suficiente, y la realidad me atiza en forma de agujetas en cada uno de los músculos de mi cuerpo. Me incorporo lentamente y me estiro como puedo. Compruebo que Lucy sigue en su cama, gruñendo y tapándose de la luz con las sábanas. Preveo que como Valey siga pegando saltitos por el cuarto Lucy la va a lanzar lo primero que pille. Y lo primero más cercano a ella después de su almohada, es la lamparita de noche.
- Joder, Valey – gruñe Lucy cuando Valey abre la segunda ventana – Métete al baño ya y déjanos en paz. Además hoy no vamos a dejar que te atrincheres en el baño, no va a pasar nada si vas fea a entrenar.
- Hoy he vuelto a quedar con Alex – responde ella sin dejar de pegar saltitos.
- Ayer no quedasteis, Valey – dice Lucy mientras se quita la almohada de la cabeza y se despereza – Se metió en nuestra habitación de mala manera, y a saber en cuantos sitios más tiene intención de meterse…
- ¡Lucy! – Valey se dirige hacia ella hecha una furia – No te atrevas a hablar así de él – y se marcha ofendida al baño cerrando con un portazo.
- Estupendo – exclama Lucy – ya no va a haber quien la saque de ahí. Qué, Rin, ¿El espectáculo es demasiado entretenido cómo para que te levantes ya?
Con toda la movida no me he dado cuenta de que todavía no me he movido de la cama. Me duele todo. Lucy ya está levantada y quitándose el pijama. Resulta increíble lo guapa que está hasta recién levantada. Su pelo parece que ha sido despeinado adrede, justo para que unos cuantos mechones cortos la caigan por la frente, dándola un aire desenfadado. Me doy cuenta de que llevo un rato mirándola fijamente y ya está en ropa interior, así que me doy la vuelta y voy hacia mi armario, pero antes, compruebo que mi libro continua estando debajo de la almohada. Me encajo el ajustado uniforme con dificultad. No sé cómo voy a entrenar así, cada movimiento que hago va acompañado de un pinchazo de dolor. Saco mi peine y me empiezo a cepillar la melena. Llevo desde ayer sin peinarme y tengo muchos nudos, no sé si me duele más el movimiento del brazo, o deshacer los nudos. Ayer no le di importancia, pero ahora que me arreglo un poco me pongo a pensar en las pintas que debía llevar ayer. Y el momento con Eren. Y con Hugo. Pensar en lo de Eren me pone mala, me confunde, y no soporto no saber en qué pensar. Tras varios gritos de Lucy y golpes en la puerta, Valey sale del baño. Se ha maquillado y está más impresionante aún de lo normal. Se ha hecho una trenza de lado que la llega casi hasta la cadera, y el uniforme deja apreciar su delgada figura. Espero pacientemente a Lucy que se asea durante diez minutos. Quiere aparentar que no, pero su aspecto la importa casi tanto como a Valey. Todavía no me ha pedido perdón por lo de ayer, y creo acertar que tampoco tiene intención de hacerlo. Cuando estoy entrando al baño, no me da tiempo ni de mirarme al espejo y oigo a Lucy chillar.
- ¡Rin! ¡En dos minutos hay que estar abajo! – Hay que ver qué cara tienen, ahora meten prisa. Me hago la coleta rápidamente y cerramos la habitación. Hoy no hay que bajar el chaleco, y me alegro, después de la bronca que me echó ayer Uriel por dejármelo en la habitación. La verdad es que aunque el uniforme es pegado y blanco, por lo que se ensucia con facilidad, es bastante práctico y cómodo. Y a los chicos les queda estupendamente. Veo a los demás acercarse a la mesa y bueno…a Andrew el uniforme sin el chaleco no le queda tan estupendamente. Es tan delgadito y chiquitín para ser un chico que resulta hasta cómico. Le saludo con la mano y me aparto hacia un lado de la mesa para que se siente conmigo.
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Hasta los ángeles caen
Teen FictionRin y su hermano viven actualmente en un mundo destrozado debido a las consecuencias de una gran guerra, provocada por un descubrimiento que cambió la visión de la vida de la mayoría de los seres humanos. Ahora el día a día de las personas que queda...