- ¡Deberíamos haber entrenado con cuchillos de mentira! – grita Hugo furioso. Ellos llevan un orden de entrenamiento diferente al nuestro así que ya han empezado con las armas.
Me siento a su lado. Tiene un corte no muy profundo en la mejilla.
- ¿Y qué aprenderíamos con eso? – le replica Valey - ¡Es como aprender a combatir a un demonio con globos de agua!
- Valey, Lidia ya no tiene oreja derecha – dice señalando a una chica que llora una mesa más allá. Lleva una venda alrededor de la cabeza, pero se puede ver sangre machando la zona que ocupa el lugar dónde debería estar su oreja. – y lo peor de todo es que se la ha amputado su amiga por no tener ni idea de cómo manejar un cuchillo. Dudo que esas dos vuelvan a dirigirse la palabra, y van a tener que trabajar en equipo ¿Es que no te das cuenta de que no nos conviene ni a nosotros, ni a Doroteo?
- ¿Quién es Doroteo? – pregunto mientras empiezo a comer.
- Nuestro instructor. – me responde Valey – No te preocupes por eso Hugo, ya verás como esa chica no vuelve a equivocarse al lanzar un arma. Es un forma de aprendizaje un poco drástica, pero rápida y eficaz – y pega un bocado a su barrita de pescado.
Habla de ello como si arrancar una oreja a alguien por accidente fuese algo que no tiene importancia, yo estoy con Hugo.
- Si Doroteo nos hubiese dejado usar los cuchillos de madera mañana hubiésemos controlado la técnica, y podríamos usar los cuchillos normales. Y Lidia tendría oreja. – reflexiona mientras se toca el corte de la mejilla. Esboza una mueca de dolor.
- No es culpa de los demás que seas un torpe Hugo. – éste se ofende y se levanta de la silla enseguida para replicarla.
- Basta. – digo tratando de parecer autoritaria. Aunque parezca increíble, Valey agacha la cabeza y se calla. Toco a Hugo en el hombro y se sienta de forma más relajada. Me sorprende que reaccionen tan dócilmente. Acaricio la herida de Hugo con cariño, y esta vez, cambia la mueca de dolor por una de sus bonitas sonrisas, y posa su mano encima de la mía para acariciarla. Su contacto me resulta agradable, él siempre me da esa sensación de…calidez. Entran al comedor Lucy y Joe, y aparto la mano rápidamente. No quiero malos rollos con Lucy. Vienen en silencio y se sientan a comer. Aunque los dos sean miembros del grupo cuatro, me parece que no se llevan precisamente bien. Joe es demasiado agradable y bueno para el carácter de Lucy, aunque supongo que si tiene que darla una paliza, lo hará. Me preocupa que esa idea no me desagrade en absoluto…
Comemos y charlamos sobre nuestros respectivos entrenamientos. Los demás me cuentan cómo son sus instructores, y todos están de acuerdo en que prefieren a Uriel. Al parecer, he tenido suerte. Lucy y Valey me preguntan sobre Eren, y la verdad, no me apetece hablar de él. Aunque no me guste admitirlo, puede que ayer me fastidiase un poco que se marchara con tanta facilidad y me dejase sola con Hugo, que para él, es un completo desconocido.
- En su línea. – es lo único que me sale decir sobre él. Pero mi respuesta no las satisface, como era de esperar, y me ametrallan a preguntas del tipo “¿Cómo es verle levantar pesas?” “¿Y ya te has acercado a él?”. Vaya, como si estuviese interesada en acercarme a Eren…- Esperad. – Las interrumpo - ¿Dónde está Andrew? Ya casi ha acabado el tiempo de comer, y todavía no ha llegado.
Todos responden negativamente y no conozco a nadie del equipo de Andrew, pero bueno, supongo que le veré luego. Acabamos la comida y subimos a las habitaciones. No puedo permitirme tener tiempo libre si vamos a tener un entrenamiento especial por la tarde, así que me dedico a hacer estiramientos mientras Lucy duerme. Valey no aparece por la habitación hasta que es la hora y vuelve para coger el chaleco. Llega despeinada y colorada, supongo que ha pasado el descanso con Alex. Tiene suerte, y se libra del interrogatorio de Lucy, que sigue profundamente dormida cuando Valey sale de la habitación con sumo cuidado. Los estiramientos no me sirven de mucho para las agujetas, pero me siento más descansada y preparada para lo que se me venga encima. Me pongo el chaleco y salgo apresuradamente de la habitación. Quiero llegar la primera para ver que nos tiene preparado Uriel.
ESTÁS LEYENDO
Hasta los ángeles caen
Teen FictionRin y su hermano viven actualmente en un mundo destrozado debido a las consecuencias de una gran guerra, provocada por un descubrimiento que cambió la visión de la vida de la mayoría de los seres humanos. Ahora el día a día de las personas que queda...