Diecinueve: Viaje en tren

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Antes de que comiencen con su lectura, me gustaría que se tomarán un momento para apreciar nueva y hermosa portada que un Yoyo-no-giratorio se encargo de hacer para este regreso de fanfics. *Aplausos*

Maraton de personaje: 1/3
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Nunca antes se había subido en tren, era su primera vez viajando por las vías. Tenía nervios por no alcanzar a bajar en su estación o de incomodar a algún pasajero con sus preguntas. Esa vez Lena se arriesgó a subir al tren en vez de tomar un vuelo o viajar por carretera, hace tiempo no tenía nuevas experiencias y esa parecía ser una muy interesante. En su mochila de viaje tenía su libro favorito y sus audífonos porque no sabía si el ruido de las ruedas del vagón la dejarían dormir. El viaje era largo, 12 horas de trayecto eran perfectas para trabajar, relajarse y dormir.

A pesar de que llevaba viviendo 7 años en Ciudad Nacional, nunca se había tomado el tiempo de viajar de ese modo, porque todo en su vida parecía ir tan rápido desde que se que su empresa se posicionó como una de las más importantes. En esa ocasión, después de su reunión en otro estado para aliar una compañía más a su empresa, tenía que volver a sus deberes como CEO. El tren partía a las 7:30 de la mañana, pero Lena llegó a la estación una hora antes porque odiaba la impuntualidad, mientras esperaba tomó su libro y leyó. Si se puede describir a la elegancia, Lena se llevaba ese título, aún haciendo una actividad tan sencilla como sujetar un libro, lo hacía con porte y sencillez. No era difícil descifrar que ella era una persona poco impresionable, por lo que prefería basar toda su atención en los libros o en trabajo que en conocer a personas. 

Al momento de abordar, esperó a ser la última en subir, quería reservar un asiento solo para ella y poder ir más cómoda. Su plan estaba saliendo justo como lo había planeado, estaba tan insertada en su lugar que cuando el tren anunció su salida, pensó dormir por unos momentos en lo que su vista lateral se despegaba de los edificios y el tren cruzaba por los campos a las fueras de la ciudad. Cerró los ojos por un par de segundos hasta que sintió la presión del asiento de al lado ser ocupado, miró de reojo y descubrió a una chica un tanto agitada y desorganizada. Podía darse cuenta que aquella chica castaña llevaba un par de mochilas e intentaba hacer que todas encajaran de alguna manera en su respectivo lugar, además de intentar quitarse el enorme suéter que llevaba puesto. Lena se quedó en la misma posición que antes, estaba un poco irritada de que alguien se sentara a su lado cuando habían otros lugares disponibles, pero creía que si no hacía mucho, ninguna de las dos tendría problema con la existencia de la otra. 

Ella no era mal educada ni grosera, pero las últimas semanas habían acabado con su paciencia para lidiar con cualquier persona, por lo que preferiría estar sola con sus cosas y su espacio. Después de reposar menos de una hora, volvió a recomponerse en su lugar y miró discretamente  a su inesperada compañera de viaje, en ese momento, la chica castaña estaba mirando hacia la ventana, recargando su cabeza sobre su mano y sus ojos estaban fijos en como los edificios pasaban y los arboles se movían al compas del viento. Aquella mañana el sol parecía ser tan ligero que los pequeños rayos que proyectaba y entraban por la ventana hacían que el color de los ojos de aquella chica se confundieran entre un marrón muy claro y un verde cristalino, la luz también hacía que su cabello se iluminara de pequeñas mechas que contraían un color más claro y que su tono de piel tuviera pequeños destellos dorados. 

Por un segundo Lena creyó que seguía soñando y estaba imaginando el reflejo de lo más cercano que ella tuviera al concepto de majestuoso. La salida de su trance fue darse cuenta que perdió la discreción y por ende, aquella chica le devolvió una rápida mirada para luego recomponerse en su asiento, dejando de lado la vista de la ventana y los rayos de sol que chocaban con ella. Lena se sintió nerviosa sin alguna razón en concreto, sabía que si no deseaba tener otro pequeño momento incomodo, no debía volver a mirar a su compañera de asiento, pero quería hacerlo; anhelaba ver con mayor firmeza como era y entonces creer o no que estaba soñando. Pensó que le quedaban muchas horas de viaje como para hacerlo menos cómodo insistiendo en querer conocer a su acompañante, por lo que prefirió dedicarse a cualquier otra actividad. Trabajó por un par de horas, hasta que sus ojos se sintieron cansados por la luz que irradiaba el computador. El reloj apuntaba a las 10 de la mañana y por un segundo se maldijo por haber tomado la decisión de ir en tren el lugar de avión, aunque debía admitir que de no tomar esa decisión, no habría visto a la chica que atrapaba su atención. En ese momento, la castaña parecía dormida, su cuerpo estaba relajado en su asiento y sus manos detenidas en las reposaderas. Lena aprovechó la oportunidad y la miro con detenimiento, no supo cuanto tiempo mantuvo su mirada en ella, pero se encargo de memorizar cada uno de los detalles del rostro de la chica, incluso descubrió como apretaba ligeramente las cejas en determinados momentos y luego las relajaba deliberadamente, así como la pequeña apertura entre sus labios y como dejaban ver el tenue vapor salir por el frío del momento, Lena se percató de que el cuerpo de aquella joven estaba temblando ligeramente, por lo que se quito el saco que llevaba y se lo colocó encima con delicadeza.

One-shots of Elisa GalinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora