Dieciséis: Detalles

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Elisa era una mujer ocupada, dirigir una compañía y ser la jefa de cientos de empleados era un trabajo agotador, pasaba la mayor parte del día en su oficina revisando papeleo, firmando cheques y financiando proyectos. Desde que su padre le cedió la empresa a sus escasos 20 años, ella ya poseía la capacidad para dirigir todo el emporio, y ahora a sus 25, tenía todo bajo control y contaba con la suficiente experiencia. 

Ella podía ser muy buena en su trabajo, pero por otro lado, en su vida personal no era la más dedicada. Después de un fallido matrimonio con un supermodelo, las cosas terminaron mal darse cuenta que aquella chica solo la quería por su dinero. Claramente a Elisa le dolió que la persona que amaba terminara engañándola con uno de sus empleados, pero ni siquiera tenia tiempo para sufrir por alguien así, porque nuevamente, su agenda estaba demasiado llena. 

—¡Mariana! —Gritó Elisa desde su oficina, pero al escuchar que no había respuesta, alzó más la voz. 

—Deja de gritar, te escuche desde el primer piso. —Respondió Fernanda entrando a la oficina se su amiga.

—¿Qué haces aquí, Fercha? —Se acercó a revisar si su secretaria estaba en su puesto.

—Un gusto verte también a ti—Contestó sentándose en uno de los sillones de la oficina después de servirse un trago de la pequeña vinoteca—. No te preocupes en buscar a tu secretaria, le dije que se fuera a desayunar.

Elisa miro con cierto enfado a su amiga.

—Primero vienes, me robas de mi vino y para colmo les dices a mis empleados que hacer. —Se sentó nuevamente en su escritorio. 

—A veces creo que eres muy exigente con tus empleados, además, ¿has visto lo bonita que es? ¿sabes si esta con alguien? 

Elisa no le prestó atención a su amiga y se concentro en seguir escribiendo en su laptop hasta que Fernanda se acercó y rápidamente le arrebató el artefacto. 

—Tengo que hacer correcciones de un procesador molecular para una compañía bioquímica, no estoy para juegos. —La miro seria.

—Elisa, son las 11 de la mañana y no has descansado desde las 7, necesitas respirar aire fresco, estirar y comer algo. Así que podré devolverte tu computadora cuando te levantes y nos vayamos a almorzar, muero de hambre y no tengo una amiga millonaria que me invite el desayuno para desperdiciarla, ¿cierto? —Amenazó con dejar caer la computadora.

—Bien, solo suelta mi laptop —Pidió y Fernanda obedeció. 

—No puedo creer que en serio pensaras que dejaría caer una computadora de casi medio millón de dólares. —Se burló. 

Ambas amigas se subieron al convertible de Elisa y condujeron por unas calles hasta aparcar cerca de una de sus cafeterías favoritas, desde que se conocieron habían visitado ese lugar, e incluso se hicieron amigas de los dueños del local. Antes de que pudieran bajarse del auto, Elisa recibió una llama y aunque su amiga quería quitarle el móvil para impedir que sus planes se atrasaran, Elisa insistió que era importante. Mientras respondía a uno de sus mayores inversionistas, intentaba buscar en su bolso su billetera y al mismo tiempo salir del auto sin tropezarse. Se encamino hacia el establecimiento, y mientras le ponía la mayor atención a su llamada, se dio cuenta que entre sus manos no se encontraban sus llaves, pensó que las había dejado en su auto e intentó cruzar la calle de regreso para revisar si las dejo en el vehículo, pero ante todas las distracciones que tenia, no dirigió su atención en revisar si la calle estaba vacía. Cuando cruzo por el camino, no se dio cuenta que un auto se acercaba a ella con gran velocidad. Todo paso tan rápido, que solo llego a escuchar el claxon del auto cuando estaba a unos centímetros de ella. 

One-shots of Elisa GalinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora