Siete: Reina griega

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Un día sin especificación, en un reinado de la Antigua Grecia, Elisa se encontraba observando su reino desde el balcón de su habitación, bebía vino y dejaba que los rayos del sol la relajaran unos instantes. Los ruidos de alguien tocando su puerta la interrumpieron, y ella le otorgó el paso a alguno de sus sirvientes que venia acompañado por su consejera.

—Buen día, su majestad. —Hizo una reverencia. 

—¿Qué noticias tienes para mí? —Preguntó sin apartar la vista de su balcón.

—Me temó que no muy buenas. —Desconfió de la reacción de Elisa—. Durante la madrugada se capturaron intrusos del reino de Epiro, estaban saqueando casas y pensamos que tenían más infiltrados que planeaban entrar al castillo. 

—¿Los atraparon a todos? —Preguntó mientras se encargaban de vestirla.

—Sí, pero aun están en encerrados en las celdas. Sus guardias no quisieron actuar hasta que usted les diera la orden.

—Bien, yo misma me haré cargo —Se acomodó su corona y se dirigía a la salida.

—¡Disculpe! —La freno su consejera y Elisa se devolvió—. ¿Qué hago con ellas? —Señalo a un par de chicas que descansaban sobre la cama de la reina. 

—Llévalas abajo, ofréceles ropa y comida, que se vayan después —Se retiró. 

Elisa se dirigió hasta lo recóndito de su palacio para interrogar a los sujetos y apenas llegó, reconoció a algunos de ellos. No se trataban de saqueadores, sino de informantes del rey. Aun tenia en duda el porqué se encontraban en su reinado, a pesar de que eran vecinos, Epiro se había observado neutral y hasta cierto punto amigable con su pueblo, pero no descartaba la posibilidad de que solo fuera una estrategia para tomar su confianza y después hundirlos.

—Libera a uno, encárgate de los demás —Le ordenó a alguna de sus guardianas—. Démosle al rey de Epiro una advertencia.

Luego de ese incidente, no se registraron más al paso de los días, el problemas parecía haberse solucionado, por lo que decidió no preocuparse de más. A pesar de que mantenía su responsabilidad para reinar, se relajo pensando que la situación e había controlado. Y es que para cualquier reino que decidiera atacar el suyo, terminaría en la completa destrucción del rival. Si de algo se caracterizaba su reinado, era de ser fuerte, combatir con estrategia y tener a los mejores guerreros de su lado, por lo que no era necesario llenarse de preocupación, aunque mantenerse alerta era su plan. 

Al cabo de unos días, ya con las tensiones más calmadas, Elisa se decidió por dar un paseo y así observar más de cerca como se encontraban sus súbditos. Siempre que se adentraba a caminar por sus calles, se encargaba de ser acompañada por guardias, alguna de sus muchas damas de compañía o con su león, pero esa vez decidió ir sola e incluso eligió un traje con el que pasar desapercibida. 

Paseando por un par de puestos, pensando en comprar alguna de las reliquias que los mercaderes vendían, observó a lo lejos la figura de una mujer, su piel brillaba con el sol, su rubia cabellera se adornaba por una pequeña corona de flores y su cuerpo destacaba con el vestido blanco que llevaba. Se dedicó a verla un par de segundos, hasta que la chica se dio cuenta de que la estaba observando, por lo que rápidamente volteó la mirada y fingió estar observando productos de un comercio cercano. La miró de reojo rápidamente y llegó a observar el perfil de la señorita, quedó tan sorprendida ante semejante de belleza que a su honor se le adjuntó el término de "perfil griego" y a ella como la representación de belleza que no podía ser alcanzado por ninguna otra mujer. 

Al volver a su castillo, le explico a su consejera lo que había pasado y describió a la mujer. Si algo caracterizaba a Elisa era su gusto en mujeres y el poder que tenia para hacer que cualquiera cayera por ella, por lo que una más no sería difícil. Al día siguiente mandó a un par de sus sirvientes acompañadas por su consejera para que llevaran a esa chica al castillo, aunque no sería una tarea sencilla.

One-shots of Elisa GalinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora