One-shots of Elisa Galina

Diecisiete: Lucha por el trono

El reino estaba en crisis, el pueblo necesitaba recursos. Los reyes acompañados de la corte estaban en una junta para planificar los próximos movimientos. El reinado de Essex estaba pasando por momentos difíciles, empezaba a surgir la hambruna, la pobreza aumentaba y los recursos escaseaban. Desde hace un par de meses, después de una guerrilla con un reino vecino, las condiciones de sustento del pueblo estaban por debajo de los límites.

—¿Qué otras opciones tenemos? —Preguntó el rey.

—No muchas —Informó el jefe de oficiales—. La última guerra nos quitó demasiados recursos, nos estamos quedando sin oro, además, muchos campos de cultivo se incineraron debido al alcance de los explosivos, si no actuamos en las próximas semanas, las personas comenzaran a morir.

—Tengo una propuesta. —Interrumpió la hija del rey entrado por la puerta principal.

—Ahora no, Elisa. —Regañó su padre.

—Esto realmente nos podría ayudar. —Elisa exhibió un papiro.

A unos kilómetros de ese reino, se encontraba Mercia. El pueblo estaba por celebrar la coronación de la heredera. Las calles se adornaban con flores y tendidos de colores, imágenes de la siguiente reina estaban por todos lados y los colores tradicionales de la realeza se habían impregnado en todas partes.

Emma, la próxima reina, pasaba la mayor parte de su tiempo arreglando los preparativos para su celebración, además de pasar muchas horas practicando sus próximos decretos y su discurso de coronación. Ella era la hija más apropiada para ese puesto, estaba preparada mental y físicamente para llevar el mando del reino y convertirlo en la potencia más grande del país. Sus padres estaban de acuerdo en darle el trono, pero en lo único que no concordaban era en que gobernara sola. Para Mercia era una tradición que el trono se entregara a un matrimonio o de lo contrario, se veía a la reina como alguien inestable y comenzaban a criticar su poder. Claramente para Emma eso no tenía sentido y aún así le juró a su padre que se casarse, no por la tradición, sino por no estar sola en un cargo tan alto. Parte de la tradición era casarse con algún otro príncipe, comúnmente lo hacían para lograr alianzas y hacer que el territorio en el mapa se extendiera.

La próxima heredera mandó un comunicado a tres reinos cercanos para hacerles saber sobre un banquete en el que conocería a los candidatos y como si eso fuera posible, se enamoraría de uno, quien se convertiría en su esposo. Esta proclama no llegó hasta Essex, pero en una de sus recorridos diarios por las afueras de su reino, Elisa interceptó al carruaje que llevaba las consignas y robó la invitación. Su plan era presentar a alguien como candidato, lograr que la reina se enamorara y luego atacar desde el centro a Mercia para quedarse con los recursos, territorio y poder sobre ambos. El único inconveniente, era que la única hija y heredera de Essex era Elisa, y aunque ella no tuviera problema en intentar conquistar a la próxima reina, no estaba segura de que fuera un trabajo sencillo.

— ¿Estas segura de que podrás conquistarla? —Habló la mejor amiga de Elisa.

—Nunca falló en lo que me prepongo. —Dijo mientras le acomodaban las botas.

—Lo sé, no obstante he visto pinturas de esa princesita y debo admitir que se nota muy refinada. —Dijo mientras jugaba con su mascota.

—He conquistado a las más hermosas princesas, ella no será la excepción —Comentó ególatramente—. Pero necesito que me acompañes —Observó a su amiga para darse cuenta de que no le prestaba atención por jugar con su león—. ¡Sarmtz!

—Ah, sí. Cuenta conmigo. —Continuó con lo que estaba.

Cuando el día del banquete llegó, Elisa se preparó con sus mejores trajes y cargó a alguno de sus caballos con el escaso oro que su pueblo tenía. Ella y su mano derecha llegaron al reino observando como el pueblo se regocijaba en riquezas. Elisa le dio una señal a su amiga para que se perdiera un par de horas por el pueblo y ejecutara su plan secundario en caso de que el primero no resultara.