Capítulo 10

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— ¿Otra vez con túnicas de segunda mano, Weasley?— provocó con una sonrisa maliciosa Draco Malfoy— para qué lo pregunto si es lo único para lo que les alcanza pagar.

Los gorilas de Malfoy comenzaron a reír como bobos mientras que Harry Potter y Hermione agarraban de la túnica a Ron para que no se abalanzara contra el rubio.

— Podrás tener muchas riquezas pero nunca tendrás una buenas amistades y una hermosa familia— intervino la chica ante los comentarios mal intencionados de ese cretino.

— Miren quien vino a la defensa de la comadreja: la asquerosa sangre sucia— escupió Draco con asco y desprecio — entre idiotas se defienden.

— Para hablar de idiotas sólo hay que recurrir a ti y tus tontos guardaespaldas, Malfoy.

El Slytherin miró con odio profundo al chico de la cicatriz en la frente.

— ¡Ahora habló el niñito que no tiene mami!

Harry y Ron se soltaron de su amiga para darle una paliza al rubio que tenían enfrente, pero la chica volvió a tirarlos de las túnicas diciéndoles que lo mejor que podían hacer era irse. Pero eso no evitó que ellos intentaran matar a su enemigo con la mirada, a lo que el Slytherin sólo sonrió arrogante.

— Hermione, nos hubieras dejado romperle la cara a ese cretino— reclamó el pelirrojo haciendo que su mejor amiga lo mirara con fastidio.

— No en medio de un pasillo, Ronald.

— A veces llego a pensar que defiendes a Malfoy— agregó con un tono enojado.

— ¿Qué te pasa? ¿Defendiéndolo después de lo que le hizo y va a hacer a Hagrid y al hipogrifo— exclamó furiosa la castaña para después ir por el pasillo opuesto, a la biblioteca, seguramente.

Ron la observó marcharse todavía más enfadado y Harry comprendió que le sería demasiado difícil hacer que sus amigos volvieran a contentarse. 
Al doblar la esquina chocaron con una Ravenclaw, pero después el chico pelirrojo empujó a la niña en la pared.

— ¡Oye! — exclamó indignada y lastimada la pequeña.

— ¡Tú te cruzaste en nuestro camino, enana!— agregó de mal humor el chico.

— ¡No había necesidad que me empujaras!

— Deja de chillar y lárgate, maldito e inútil cerebro andante.

Severus iba caminando pensando en la chica demente que le enviaba cartas cuando escuchó la frase tan despectiva que dijo una voz conocida y segundos después el sonido de una gran bofetada retumbó en el pasillo.

El profesor dobló el pasillo y vio una escena que menos se esperaba: al pecoso y penúltimo Weasley sobándose una mejilla más roja que su cabello, al increíblemente arrogante Harry Potter con los ojos a punto de salirse de sus cuencas y a Dempsey hecha una furia y sosteniendo firmemente su varita sin estar en posición para pelear.
Snape comprendió lo que había pasado. Entretanto, el pelirrojo sacó en un impulso su varita preparado para el duelo.

—¡WEASLEY!— bramó el profesor y los dos chicos se sobresaltaron, pero la pelinegra lo miró sorprendida y luego indiferente— ¡baje su varita ahora mismo! ¡50 puntos menos para Gryffindor!

— Pero profesor...— se atrevió a intervenir Harry.

— ¿Intentar tener un duelo mágico  en el pasillo le parece insignificante, señor Potter?

— ¡Esa niña me golpeó! — gritó el pecoso Weasley.

— ¡Él me agredió, señor! — exclamó la pequeña, proponiéndose no dirigirle la palabra al pelirrojo en ese momento. 

¡¿Quién demonios me envía estas cartas?!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora