Capítulo 6

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Te ha pasado que haces algo y en el momento te sientes tranquilo pero después te arrepientes de eso?

Era lo mismo que le había pasado a Snape. Todo empezó cuando regresó de su visita a Londres muggle.

***

Apareció en la estación de Hogsmeade cuando el sol se ocultaba entre la montañas que rodeaban la zona. Tenía pensado caminar hasta el colegio, pero en la estación había un carruaje tirado por unos thestral, obra de Dumbledore, supuso. Se subió al carruaje y segundos después éste comenzó a andar. Severus bajó frente a la entrada del colegio cuando el cielo ya estaba oscuro y a unos minutos de la cena. Aunque sólo había desayunado, no tenía ganas de comer.

"Correo internacional" iba maldiciendo a todos los que se pusieron de acuerdo para implementar ese nuevo sistema, se deshizo de todos los hechizos que tenía la puerta de su despacho y se adentró en él. Cruzó la pequeña habitación y abrió la puerta de su dormitorio, dentro, había algunos adornos que eran muy Slytherins, una pequeña mesita de noche, un guardarropa algo gastado, un escritorio donde había pergaminos y una cama grande muy de Severus Snape: el cubrecolchón, las sábanas, cobijas y almohadas eran completamente negras.

Snape se tiró a la cama una vez que se quitó la capa y el abrigo, no estaba acostumbrado a hacer esto, de hecho lo consideraba un hábito demasiado vulgar, pero esos momentos lo que menos le importaba era la forma correcta de acostarse en la cama. Llevó ambas manos a sus sienes y dio un grito de frustración, era increíble que la persona que le enviaba cartas viviera muy lejos de él, era absurdo.

Cuando se disponía a abrir otra sesión de quejas y maldiciones contra los del correo, la chica que le enviaba cartas, el mundo y a sí mismo, escuchó los sonidos de la puerta, alguien lo estaba buscando pero él no tenía ganas de hablar alguien, podría ser algo importante, pero eso tampoco le importó por un momento, hasta que pensó que Albus tal vez necesitara de su presencia y finalmente decidió levantarse y abrir la puerta.

Severus tenía una extraña capacidad para reconocer la presencia de las personas, le había servido durante sus tiempos de mortífago y después, espía. Por ello en aquellos instantes supo que la persona que estaba detrás de la puerta no era Dumbledore.

-Profesor Snape- Severus se sorprendió al verla en su puerta, pero lo disimuló.

-Profesora McGonagall- saludó asintiendo con la cabeza-¿Se le ofrece algo?- preguntó en un tono normal, estaba demasiado cansado como para ponerse la máscara de frialdad.

-¡Severus!- exclamó su colega sorprendida-¿te ocurre algo?

"¡¿En serio, mujer?!"

-Estoy un poco cansado, eso es todo- dejó escapar un suspiro, esperando luego, que su acompañante no lo hubiera notado, pero ésta hizo un ademán como pidiendo permiso para entrar- pase.

Se hizo a un lado para que pasara su colega, la profesora McGonagall sintió demasiado frío cuando estuvo dentro, de todos los rincones del castillo, ella siempre evitaba pasar por las mazmorras y nunca había logrado entender el porqué a su ex alumno y ahora colega se sentía cómodo en ese ambiente, él siempre fue un misterio, eso ya no le impresionaba hasta hace unos momentos cuando notó que no había rastro de frialdad y burla en su
voz.

-Puede tomar asiento.

La profesora se sentó en una de las sillas que estaban en frente del escritorio y Snape se sentó en su silla.

-¿Qué la trae por aquí, Minerva?

- Te he preguntado si te ocurre algo- si para Severus no fuera tan maleducado le habría habría rodado los ojos.

¡¿Quién demonios me envía estas cartas?!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora