Capítulo 7

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El chico de quinto curso estaba realmente nervioso, era la primera vez que le pediría a una chica que fuera su novia, llevaba una caja de chocolates en su mochila y murmuraba la pregunta ¿Quieres ser mi novia? No, es: ¡¿Quieres ser mi novia?! Eres malo en esto, Frederic. No importa, tú puedes.

— Fíjate donde caminas, perdedor— se burló Marcus Flint mientras lo empujaba haciendo que él chocara con la pared.

El chico resopló, la burla del Slytherin no hizo mas que ponerlo más nervioso.

Él y Judy eran amigos desde muy pequeños, pero su amistad creció más al llegar a Hogwarts y quedar en la misma Casa, Hufflepuff. Pero al tener Judy su primer novio, él había sentido muchos celos, al principio lo había justificado como celos de hermano mayor pero después de tanto pensarlo se dio cuenta que siempre había estado enamorado de su mejor amiga, ahora que la chica ya había terminado con su novio él veía la oportunidad perfecta de pedirle que fuera su chica.

— Va tarde a su clase, Robinson— dijo, luciendo ojos brillosos el profesor Snape, el chico había dado un brinco del susto.

— Ya, ya voy allá, señor.

— ¿Abrazando la pared? ¿Esa es su nueva forma de llegar a clases?

¡Lárguese!

Frederic se separó de la pared y apresuró el paso hacia el aula de la profesora McGonagall, pensando que el Murciélago de las Mazmorras había amanecido de buenas, porque conociéndolo no lo hubiera dejado salir ileso de ese encuentro.

Si el destino había evitado que el oscuro profesor lo reprendiera más estaba seguro que le ayudaría con la propuesta que le haría a la chica rubia que estaba sonriéndole y señalando el lugar que había reservado para él.

Mientras tanto, Severus hacía su entrada ¿triunfal o sepulcral? en el aula de Pociones, comenzó con sus habituales palabras de desprecio a los alumnos que no fueran de Slytherin y menospreciando sus trabajos.

Pensó en el chico Hufflepuff y la razón por la cual no lo torturó tanto, ya la chica le provocaría un mal día.

“Pobre iluso, ¿en verdad cree que ella lo aceptará?”

Le había quitado demasiados puntos injustamente a los Ravenclaw y Hufflepuff de tercer curso sólo porque entre susurros comentaban que Remus Lupin era el mejor profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras que había estado en el colegio. Por supuesto que Severus no pasaría esto por alto.

Entre tanto coraje con sus alumnos e intercambiando miradas de odio con Potter, Severus culminó otro día más de labores. Ahora se disponía a dar su vuelta por los pasillos para encontrar a quien fastidiar.

***

Su cabello era negro azabache y le llegaba a la mitad de la espalda, sus cejas y pestañas hacían una maravillosa combinación con sus penetrantes y oscuros ojos, su piel era clara, sus labios y nariz estaban en perfecta proporción, lo que hacía que fuera una niña con una mirada demasiado linda y tierna.

El azul que llevaba en algunas zonas de su uniforme hacían deducir que era una Ravenclaw, la Casa donde se apreciaba la inteligencia, erudición y creatividad.

Estaba a punto de doblar un pasillo cuando se encontró con el profesor menos estimado del Colegio, quería salir corriendo, pero no quería que el profesor creyera que la intimidaba, sí lo hacía, pero no debía demostrarlo y nadie tenía que saberlo.

— ¿Qué hace por estos pasillos?— el hombre susurraba la pregunta, pero se le podía oír perfectamente.

— Buenas tardes, profesor Snape— respondió la pequeña tratando de verse tranquila a pesar de los nervios que tenía.

¡¿Quién demonios me envía estas cartas?!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora