Capítulo 6

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Madelaine

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Madelaine

El tan anhelado viernes ha llegado y no hay señales del dueño del cuaderno, no he recibido otra nota de él. Sin embargo, no es mi mayor preocupación en este momento porque estoy más que lista para el parque de diversiones.

He decidido llevar ropa cómoda: unos jeans sueltos, un top debajo de una chaqueta delgada color vino tinto y unos tenis color negro. Por supuesto, añado un pañuelo a mi cabello que sostiene el final de la trenza que no me ha llevado tiempo en hacerla y, por último, mi gorra distintiva que lleva el logo del instituto.

Agarro mi mochila y me dirijo a la puerta, pero olvido algo: ropa de cambio. Empaco unos leggins y un buso color salmón.

Ahora sí tengo todo en mi mochila y salgo del apartamento. No me despido de papá porque ya se ha ido a su trabajo.

Hoy nos han pedido que lleguemos al colegio más temprano de lo habitual, por eso Harper ha decidido pasar por mí, puesto que no hay autobús a esta hora.

Reconozco de inmediato el carro de Harper estacionado frente a mi edificio. Aun así, el rostro que aparece en el asiento del copiloto no me lo esperaba.

—¡Mady! Hoy es tu día de suerte —me saluda Leo—. Espero que no me rechaces esta vez.

—Yo nunca te rechacé, tu hermana fue la que te espantó —le digo con una sonrisa, caminando hacia el carro.

—Como siempre, Harper arruinando todo —la mira de mala gana.

—Sube, tenemos que ir por los demás.

Yo obedezco a la conductora elegida y me siento en la parte de atrás de Harper. Ella de inmediato empieza a manejar.

—No quiero ser grosera, pero ¿por qué estás aquí, Leo? —me inclino un poco en mi asiento, ajustándome el cinturón.

—Quería verte, ¿algún problema con eso? —gira su torso para hablarme.

—¡Ay, ya cállate! —Harper respira dos veces antes de seguir—. Él se encargará del carro cuando lleguemos al instituto —me mira por el retrovisor.

—Mira, qué amabilidad.

—Solo lo hago por ti —me guiñe un ojo.

Yo volteo mi cara ignorando eso.

—Si sigues así, te boto del auto —le indica la morena—. Hablo en serio.

Leo hace una mueca e imita un cierre de su boca con su mano.

Después de recoger a Noah, el único faltante es Alex que vive muy cerca del colegio. Pero Harper hace una última parada y le ahorra el trayecto.

—Uf, me agota caminar —Alex se sube al auto.

—Apenas has salido de tu casa, son cinco pasos —le recrimina Noah.

—No todos somos atletas como tú, «musculitos» —dice, cerrando la puerta.

Mi vida entre tus manosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora