Revelar un mínimo detalle puede desencadenar la destrucción del plan más elaborado.
***
El último año para todos significa el final de una gran etapa o quizás, el comienzo de algo maravilloso.
No obstante, hay situaciones inesperadas que pueden ocur...
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Para esas estrellas que iluminan nuestra vida desde el cielo
Con amor,
Vale
Madelaine
—¡Mady, el desayuno ya está listo! —me avisa una voz desconocida—. Corre que se te va a hacer tarde.
El apartamento entero está envuelto en un aroma a comida. Antes de llegar a la cocina, puedo alcanzar a percibir que es pan recién tostado y huevos con salchicha.
Detrás de la isla de la cocina está...
—¿Mamá? —sueno desconcertada.
—¿Qué pasa? —se limpia el delantal para servir el jugo de naranja—. Ven, siéntate.
Mis tripas crujen avisando lo delicioso que está. Pruebo el pan tostado.
¿Qué hace mamá acá? ¿No se había ido de viaje por un largo tiempo?
—¿Cuándo volviste? —le pregunto, bebiendo de mi jugo.
—¿Qué dices, amor? Nunca me he ido —sonríe, limpiando el mesón.
—Pero... hace mucho tiempo no te veía. Es la primera vez que me haces un desayuno.
—Sabes que tengo que salir temprano de casa —lo dice como si fuera costumbre—. Menos mal hoy tengo día libre. No querría perderme la sorpresa que me tiene tu padre, ¿me darás una pista?
Papá me ha dicho que no le dé ningún detalle sobre ir a navegar con mis abuelos.
—No lo sé, seguro te llevará a bailar —tomo otra tajada de pan tostado y le doy un mordisco.
—Me encanta que tú padre lo haga. Él baila muy bien.
Termino de desayunar. Voy a al baño para acicalarme. Acomodo mi pañuelo y cargo mi mochila.
—Te llevo —mamá abre la puerta.
Caminamos hasta donde está el carro.
Todo esto me parece tan... extraño.
Clavo mis ojos en la ventana. El día está soleado, no hay ni una nube en el cielo. Por las casas que dejamos atrás, sé que ya vamos a llegar al instituto.
—Mady.
—¿Sí?
—Sabes que te amo, ¿verdad? —mira el retrovisor para estacionar el carro.
—Claro que lo sé. Yo también te amo.
Retira su cinturón. Yo la replico. No se espera a que termine porque se avalancha a abrazarme. Al separarnos, tiene los ojos aguados.
—No quiero que me extrañes demasiado —se limpia una lágrima que sale sin permiso.