Capítulo 8

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Madelaine

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Madelaine

Estamos en la última clase del día: español. El profesor Gerard nos ha pedido que hagamos grupos para una exposición y eso, de paso, será parte de la nota final de la asignatura.

—Máximo tres estudiantes —sentencia Gerard.

—¿No pueden ser cuatro? —le pregunta Alex.

El profesor ni se da la vuelta para responderle, solo sigue escribiendo en el tablero.

—No me haga repetirlo.

—Ojalá se quede calvo —susurra mi amigo.

Harper y yo no podemos evitar soltar una risa por eso.

El timbre anuncia que la clase se ha terminado. Nick nos ha pedido trabajar con él, así que somos los tres con Noah. Por otro lado, «AyH».

Hemos acordado empezar el trabajo de química en casa de mi mejor amigo, ya que debemos entregarlo la próxima semana y también nos ayudará a estudiar para el examen.

Llevamos una hora y algo más tratando de resolver las preguntas, así que decidimos tomar un descanso y comer algo.

—Tengo que admitir que las ecuaciones químicas no son lo mío —Harper se recuesta en el espaldar de la silla del comedor.

—Tampoco es tan difícil —le responde Alex colocando su lápiz en la oreja—, es un juego de balanceo.

—Aún nos queda tiempo y no nos falta mucho para terminar —aseguro cerrando mi cuaderno de apuntes—. Por cierto, no he vuelto a recibir ninguna nota de Ian.

Ya les he comentado sobre el último mensaje del parque de diversiones. Pasé algunas noches buscando en internet sobre el acertijo, no encontré nada, por supuesto.

Noah se acerca con un plato lleno de galletas con arequipe.

—Debe estar ocupado haciendo sus deberes tal como nosotros, ¿no creen? —Noah me tiende el plato para que tome una galleta y luego le ofrece a los demás.

—Lo que yo creo es que todos vamos a quedar como payasos —le contesta Alex hablando con la boca llena—. Ese tipo nos está viendo la cara.

—Mejor traga y después habla, eso es asqueroso —le ordena Harper y le doy gracias porque odio que hagan eso—. Necesitamos armar algún plan que nos ayude a dar con él. Tenemos que estar muy atentos a la próxima nota, quizás tiene una hora específica o una clase en la que coincidimos.

—Podríamos llegar más temprano a la clase de química, ya que sabemos que la compartimos con él... ¿no? —sugiero dando un sorbo a la leche—. ¿En el colegio hay cámaras? o quizás deberíamos dejar un micrófono escondido en mi escritorio, Ian ya sabe dónde me siento, seguro acudirá allí.

—No podemos llegar todos al mismo tiempo, sea quien sea ese chico, sospechará —aclara Noah—. Mady, tienes que ser tú la que llegue más temprano a clase.

Mi vida entre tus manosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora