Después de unas largas vacaciones, Flavio y Samantha al fin se encontraban en su piso de Madrid. Habían recorrido varios lugares de España, pero nunca habían estado solos completamente. Fueron varias semanas sin privacidad, y ahora iban a aprovechar al máximo la soledad de su piso.
-Al fin estamos solos, amor- dijo Samantha rodeando el cuello de Flavio con sus brazos.
-Al fin...- repitió él sus palabras, al mismo tiempo que dirigía sus manos al culo de Samantha.
Comenzaron a besarse con deseo. Samantha abrió la boca para darle paso a la lengua de Flavio, y una guerra comenzó entre sus bocas.
El murciano le sacó el top que llevaba Samantha, dejándola con las tetas al aire, ya que no traía sujetador. Bajó su cabeza y atrapó uno de los pezones de Samantha entre sus dientes.
Samantha le quitó la camiseta y le desabrochó los pantalones. Metió una mano dentro de la ropa interior de su novio y comenzó a moverla de arriba a abajo.
Se arrodilló frente a Flavio y se tragó toda la polla de una vez. Era gorda y larga, por lo que le costaba chuparla, pero lo hizo de todas maneras. Se la metió hasta el fondo de la garganta con movimientos rápidos.
El chico le puso una mano en la cabeza para que no se detenga, y la rubia siguió chupándosela como solo ella sabía. Samantha se la tragaba entera y Flavio no podía más del placer.
La rubia quitó la boca cuando el chico se corrió, y el semen le cayó en las tetas y en partes de la cara.
Flavio empujó a Samantha hacia el sofá. Terminó de quitarse la ropa que le quedaba y a ella le quitó la falda que llevaba, y con sus dedos acarició el coño de Samantha sobre el tanga.
-Estás mojadísima- susurró Flavio en su oído. Le bajó el tanga para dejarla completamente desnuda, y siguió acariciándola.
-Tú me pones así- dijo ella.- ¡Ah!- gimió al sentir los dedos de Flavio dentro de su coño.
-Dime qué quieres que te haga.
La rubia no podía parar de gemir, con solo tres dedos Flavio estaba haciendo que se moje como nunca. Emitió un sonido de queja cuando él le retiró los dedos.
-Quiero que hagas lo que no hemos podido hacer durante este tiempo- contestó Samantha.- Quiero que me la metas hasta el fondo, una y otra vez. Que me pongas en cuatro, de espalda, boca arriba. Que me folles como nunca.
-Joder, me la dejas durísima- dijo Flavio, tomando la mano de Samantha y dirigiéndola a su polla.- Mira como me pones.
La rubia se mordió el labio y se acercó a su oído.
-Yo puedo hacer algo para arreglar esto- habló Samantha.- Puedo chupártela, metérmela hasta la garganta. Puedo poner mis tetas alrededor, o también puedes follarme el coño...- le susurró Samantha.
Con esas palabras Flavio solo pudo tomarla y hacer que se arrodille frente a él. Samantha vio sus intenciones y antes de que él pueda decirle algo, se tragó toda la erección de su novio, otra vez.
Ahora estaba más dura que antes, y eso le gustaba más. Aunque se separó rápido, ya que quería sentirle dentro de ella. Lo empujó hacia el sofá, dejándole sentado.
Se colocó sobre él, rozando su coño con la polla de Flavio. Con una mano tomó el miembro de su novio y lo dirigió a su entrada. Bajó lentamente, y ambos soltaron un gemido cuando por fin la penetró.
Samantha comenzó a saltar sobre la polla de Flavio mientras él le chupaba las tetas.
-Más rápido- gemía Samantha.
El murciano la tomó por las caderas y aumentó la velocidad, haciendo gritar a Samantha aún más. La rubia sentía como la polla de Flavio entraba y salía de su coño con velocidad.
Samantha recibió un pequeño azote en su culo, y comenzó a moverse más rápido. No tardaron mucho en correrse, y lo hicieron juntos, manchando el sofá.
Cuando se relajaron, Samantha se quitó de encima, extrañando al instante la sensación de sentirse llena.
-Madre mía- susurró Samantha.- Cómo había extrañado follar contigo sin preocuparme por los ruidos.
Flavio la miró y se acercó a besarla. Dirigió una de sus manos al coño de su novia y comenzó a acariciarle.
-Pues prepárate, porque pienso follarte durante lo que queda del día.
Samantha sonrió ante las palabras de su novio, aunque la sonrisa fue reemplazada por una cara de placer, ya que Flavio se había colocado a la altura de su coño y había comenzó a lamer.
-Vamos a la cocina- pidió Samantha.
Cuando llegaron a la cocina, la rubia se sentó sobre la encimera. Flavio se colocó entre sus piernas y comenzaron a besarse.
El roce entre su coño y la polla de Flavio solo hacía que se moje más, por lo que ella misma tomó la erección de su chico y se la metió de una vez.
Flavio comenzó a embestirla con movimientos rápidos, arrancándole gemidos a Samantha.
-Más, más rápido. Métemela más rápido- gemía Samantha presa del placer.
Durante el resto del día, siguieron follando. En distintos lugares y en distintas posiciones, habían extrañado estar solos.
Holi, aparezco.