|Eres hermosa y fuerte como el sol... nada te puede golpear|
Carolina Rinaldi, influencer, cantante y oveja negra. Viene de una familia de doctores y ella es la única que vive del arte. Siempre ha sentido que su cuerpo es demasiado grande, sufrió an...
Estaba jodida. Más que Damiano y eso era decir mucho. Jugueteé con una moneda de póker rosa que había robado de la fontana. Estaba en un buen lio, pero estaba contenta. Seguí a Carolina hasta su coche. Era la mujer más valiente que conocía, después de Aurora, porque de verdad que ella era una persona con un par de huevos.
— ¿Siempre es así?— pregunté divertida mientras me subía a su coche.
Ella me miró un poco tímida. No sabía lo adorable que era.
—La mayoría de las veces me voy un poco antes de que mi padre me obligue a dejar la música... pero si.
—Olvídate de ellos. Sé que es duro y todo eso, pero tú tienes tu vida... aun que creo que lo sabes.
Ella asintió y encendió el coche. Supuse que los demás la seguirían, pero estaba equivocada ya que ella aceleró y nos llevó lejos de su casa sin dar tiempo a los demás de seguirnos.
— ¿Dónde coño estáis? Estamos preocupados— me dijo Damiano al otro lado del teléfono.
Sonreí hacia Carolina mientras ella miraba el mar. Hacia un poco de viento y su pelo bastante largo era imparable, pero no parecía molestarla.
—Estamos bien, Dam. Ella necesita estar sola. Vosotros pasarlo bien, que luego iremos.
Escuché como resopló, pero no era de molestia, parecía más divertido.
—Me recuerdas a mi pequeña Vic, me recuerdas a mí.
—Como diría Aurora: eres un idiota.
Colgué el teléfono después de escuchar la risa de Damiano.
— ¿Están preocupados?
Miré a Carolina y me encogí de hombros.
—Lo superarán. No es la primera vez que alguno de nosotros desaparece.
—Luc y Kumiko estarán preocupados. Le dije que estaríamos en casa de mis padres.
—Los chicos están con ellos. Llegaron al poco rato. Estarán bien. ¿Y tú? ¿Estás bien?
Estaba un poco preocupada por la chica. Ella hacía ver que estaba bien, pero también era normal que la afectase que sus padres no la apoyasen. Era una putada bien grande y yo sentía que necesitaba estar para ella.
Carolina se encogió de hombros.
—Podría estar mejor, pero bueno. Ya estoy acostumbrada.
—Algún día tendrán que entender cómo eres. Pero eso no quiere decir que no te quieran.
Ella me miró.
—Sé que me quieren. Pero hay veces que las personas tienen una forma extraña de querer.
Me acerqué a ella y la di mi mano.
—Mira el lado bueno. Tú eres fácil de querer...
Yo sabía que Carolina era hetero, o por lo menos eso era lo que me daba a entender. Sabía que lo que yo sentía por ella era imposible y no quería sufrir, pero me era imposible no querer estar cerca de ella.
—Tú también.
Sonreí. Ella era tan dulce como el algodón de azúcar. En ese momento entendí a Damiano pues cuando conoció a Aurora solo podía pensar en ella. Y yo, me encontraba igual.
Me acerqué lentamente hacia ella, no sabía muy bien que estaba haciendo pero quería besarla. Total, el no ya lo tenía y si no lo intentaba nunca sabría si lo que sentía era correspondido.
Carolina me miró con los ojos abiertos, pero al cabo de unos segundos los cerró esperando. Así yo la hice esperar más y junté mis labios con los suyos. Juro que podía notar como mi cuerpo explotaba como si fuera fuegos artificiales.
Moví mis labios sobre los suyos suavemente. Besar a la persona que te gustaba era la mejor sensación del mundo. Como si fueras la reina del universo... aunque esa sensación acabó demasiado rápido.
—Espera....Yo, yo no.
Miré a Carolina preocupada.
— ¿He hecho algo mal?— pregunté, aun que sabía lo que venía.
Ella negó y se pasó las manos por la cara.
—Es que yo... no me gustan las chicas.
Sonreí triste, pero no me molestaba. Era normal.
—No te preocupes. No pasa nada.
Carolina negó con la cabeza.
—No es eso. Es que no me gustan las chicas... o por lo menos es lo que pensaba. No quiero hacerte daño.
La cogí de las manos.
— ¿No sabes qué? ¿Te ha gustado el beso o te gusto yo? De todas formas, me digas lo que me digas, te voy a apoyar.
Ella suspiró.
—Es que me gusta ser tu amiga. Y no quiero perderte. También me ha gustado el beso... pero nunca me ha gustado una chica. No se...
En ese momento Carolina me dio pena porque la entendía de alguna forma. Ella venia de una familia en la que toda su vida la habían dicho que la homosexualidad era mala y aunque Carolina tenia la mente muy abierta, era normal que no pudiese abrirse.
—No pasa nada. Somos amigas y siempre lo seremos. Te esperaré.
Carolina me miró.
— ¿Puedes abrazarme?
Sonreí y corrí a darla un abrazo. Estuvimos así un buen rato mientras el viento nos movía el pelo. Ella solo necesitaba alguien que la acompañase, porque se sentía sola.
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Holaa!! Siento que el cap sea tan corto, pero mañana habrá otro, También siento no actualizar todos los días. No tengo tanto tiempo como pensaba. Gracias por el apoyo!!!