1
La mañana despuntó fría. Desde temprano, las nubes se agruparon unas junto a otras, secuestrando el sol y el cielo. Su color plomizo amenazaba con un nuevo diluvio, pronto comenzaría la época de lluvias. Las hojas de los árboles, víctimas de las ráfagas, ondeaban de lado a lado de la calle por el viento, en un oleaje marchito y marrón.
Salvador estacionó su camioneta frente al edificio donde vivía Sony, apodo con el que conocía a Roberto desde la universidad. Hacía meses que no se veían, entre el trabajo, asuntos personales y Berenice, sobre todo Berenice, quien no soportaba a Roberto, ni sus conversaciones plagadas de religión. Los problemas crecieron a tal punto que Salvador se alejó de su amigo para evitar rencillas con su novia. Pero las discusiones y las peleas no terminaron. Harto de la situación, Salvador finalizó con Berenice, y ahora, buscaba reconciliarse con Roberto.
Pensó en llamarlo para disimular, pero no era un problema menor, y como adulto responsable decidió hacerlo cara a cara. Sabía que su amigo era una persona solitaria, sin muchos intereses, que pasaba los fines de semana encerrado en su apartamento entre rezos y canales de venta directa, por lo que decidió hacerle una visita sorpresa; y tal vez entre un par de cervezas, el tema saldría solo y la amistad se arreglaría.
Bajó de la camioneta, se cubrió del viento resguardándose en el portal del edificio, y buscó el número 502 en los timbres. Tocó varias veces, pero no recibió respuesta. Lo primero que se le ocurrió es que el timbre no funcionaba. Entonces recordó que Sony solía atender a los servicios eclesiásticos los domingos a mediodía. Salvador echó un vistazo a su reloj: Las doce y veinte. Tendría que esperar media hora, la iglesia estaba cerca, aunque no le apetecía quedarse a merced del frio, así que oprimió el timbre del Portero.
Años antes, al graduarse de la universidad, Roberto había dado instrucciones al portero del edificio, respecto a franquear la entrada a Salvador y abrirle la puerta de su apartamento cuando le visitara estando ausente. Situación que ocurría sin contratiempos gracias a la propina.
Se abrió la puerta debajo de la escalera. Una silueta avanzó entre la penumbra, cojeó con lentitud, como un muerto recién salido de su sepulcro. El portero, un hombre pasados los cincuenta, usaba una playera tipo tanque salpicada de manchas, y unos pantalones holgados color caqui. Salvador hizo señas sin grandes aspavientos, lo saludó y puso su mejor cara, mientras sostenía un billete en la mano. El conserje se acercó a la puerta para observar mejor, y al reconocerlo su rostro se iluminó. Jaló la cadena de su cintura y atrapó un manojo de llaves que salieron disparadas de su bolsillo. Saludó a Salvador, le preguntó el motivo de su ausencia tan prolongada, y sin esperar respuesta, lo condujo hacia el apartamento.
El cubo de las escaleras estaba sumido en las tinieblas. Los focos fundidos aún colgaban de los sockets. Los prevalecientes apenas mantenían la visibilidad del lugar. Las ventilaciones no tenían nada que hacer sin la luz del sol, por el contrario creaban un ambiente de neblina externa. Tampoco podían hacer mucho por el olor a paredes avejentadas por el moho, carne dejada fuera del refrigerador, y a transpiración agria, que inundaban el ambiente. Salvador no pudo reprimir el gesto de arrugar la nariz y voltear el rostro. El portero se excusó con la basura, añadiendo que con un poco de suerte nadie habría tirado a los contenedores un gato muerto.
Al girar la curva del primer piso, el conserje llevó la conversación por otro rumbo, uno que le sí le interesaba a Salvador. Le comentó que Roberto se había comportado un tanto extraño. La semana anterior contrató un herrero para que colocara una reja por fuera de la puerta del apartamento, además de instalar barrotes para las ventanas, a pesar de vivir en el quinto piso. Por las noches llegaba asustado, al menos las tres veces que lo vio. También le dijo que un día había notado un bulto extraño por la espalda, a la altura del cinturón, y según sospechaba, era una pistola.
ESTÁS LEYENDO
Paranoico
HorrorColección de cuentos que mezclan la oscura fantasía y la inquietante realidad. El amor de una hija, el final de una abuela, cosas que aparecen en el cielo y nadie tiene idea sobre lo qué son o su origen, playas de aguas cristalinas donde nadie quier...