Siglo XVIII. Sasuke Uchiha es un vampiro, cansado de su eterna y efímera vida. No tenía idea de lo preciosa que podría ser la vida hasta que sus ojos fueron atrapados por la hija de la realeza, Sakura Haruno.
El vampiro pintaba desde siglos pasados, regalándole color al mundo; sus obras eran arte soberbia, su manera audaz de manejo del dibujo era sutil y elogiada por la nobleza y burgueses. Todos querían ser deleitados por la pintura precisa del Uchiha, cosa que le llamó la atención al Rey Haruno I, buscándolo por sus servicios. Su tarea asignada era pasar la belleza arrebatadora de la pelirrosa hija del Rey.
Algo extraño sucedió a la hora de encontrarse con la ojihade por primera vez. Sus sentidos se activaron, sus emociones funcionaron, como si hubieran estado fuera de servicio por décadas.
Jamás había dudado a la hora de hacer un trabajo tan ordinario para él, pero... ¿Cómo podría plasmar aquellos ojos, aquel perfecto rostro? ¿Podría ser capaz de hacerlo?
Sus sesiones dejaban sin aire a la pelirrosa y también al vampiro. Los dejaban en completa soledad, mientras que él la apreciaba para poder apreciar su hermosura.
—Mírame— le ordenaba abruptamente a Sakura. Los nervios que tenía al encontrarse con sus ojos verdes resultada hasta ridícula, ¿cómo podría ponerse así ante aquella niña mimada envuelta de un abultado vestido?
Con mirada retadora, replicó.—¿No podría ser más cortés, Sr. Uchiha?
Pero, al fin y al cabo, termino obedeciéndolo. Una sonrisa satisfactoria se asomó por el. Le fascinaba tener cortas discusiones con ella, cualquier interacción entre ellos le arrebataba el aliento. Aun estando en silencio, se sentían en plena paz.
Sakura no podría sentirse más nerviosa, todos los días era observada por ese océano de oscuridad, y por alguna razón, ese momento era el más emocionante de su monótona vida. Su estómago tenía una batalla dentro de ella, y sabía por certeza que no era causa por el apretado corsé. La razón era él, el pintor en un esmoquin tan simple y a la vez tan elegante. Su mirada electrizante se asomaba por su largo y negro cabello. Todo de él era una invitación para ella; su aroma, su voz, su delicado rostro, parecía ser tallado a la perfección como sus pinturas.
Ligeros roses, coqueteos discretos y miradas deseosas, así como retadoras, convertían del lugar en una burbuja que querían estar encerrados siempre, pero a la vez, una bomba de tiempo que los dos no podrían soportarlo. Sabían que había algo más entre ellos, una pasión silenciosa, que necesitaba ser desatada. La sed de sangre ante el aroma embriagante de la pelirrosa le resultaba agobiante. Pasaba saliva, chasqueaba su lengua con regularidad y todo por ella. ¿Por qué razón no podría controlarse? ¡Siempre había convivido con humanos! ¡Y era una simple humana!
Una noche en aquel magnífico palacio, su instinto venció su serenidad y criterio.
—Es todo por hoy—, se limitó a decir Sasuke, sus palabras eran secas y sin formalidad ante ella, cosa que nadie se había atrevido antes. ¡Era de la realeza, no era solamente de la nobleza ni mucho menos campesina!
—Gracias, Sr. Uchiha —, le sonrió dulcemente. —Siempre es un placer tenerlo aquí, conoce la salida perfectamente. Me dirigiré hacia mis aposentos... Buenas noches —. Sabía que no iba a obtener respuesta, pero siempre tenía una pizca de esperanza. Como era de esperarse, fracasó.
Se giró, caminando con total rigidez, estaba por abrir aquella gran puerta de caoba cuando una mano la azotó, volviéndola a cerrar.La agitada respiración de Sasuke estaba detrás de su oreja, y su corazón reaccionó a la cercanía del atractivo pintor.
—Se-señor Uchiha...—balbuceó en un débil susurro.
—No puedo soportarlo más—, su voz se hizo más grave en un instante y con una de sus manos, tomó con posesión el cuello de la pelirrosa.
¿Qué iba a hacer? ¿La iba a besar? Sus pensamientos inocentes de doncella no esperaban encontrarse con los colmillos a punto de tomar su cuello. Él era un vampiro... Los mitos eran verdad... Y no podría importarle menos.
—Tómame—, recitó Sakura. —Haz lo que quieras de mí.
Aquellas palabras resonaron en la mente del azabache con confusión. La pelirrosa cerró los ojos y los abrió al segundo cuando sintió el tacto de un beso en cuello, aún tomado por la mano del Uchiha.
—Podría matarte... Pero eso significaría un mundo sin ti—, depositó otro beso húmedo en su cuello. —Y eso sería un mundo sin tu belleza, ¿qué sentido tendría?
Ella no pudo más ante su deseo... Volteó a verlo, encontrándose de frente y fue la primera vez en que sus deseosos ojos se atraparon por un segundo que parecía ser eterno. O al menos, eso querían, que fuese eterno. Sasuke tomó los inexpertos labios de Sakura, a la vez que sus manos viajaban por su corsé. Sus lenguas se conectaron, como si estuvieran destinadas a unirse en algún punto de su vida. Aquel beso solo consagró los sentimientos silencios que tenían por el uno y el otro.
—Sakura—, era la primera vez que pronunciaba su nombre y eso fue suficiente para erizarle la piel.
—Escápate conmigo—, el azabache le susurró dominante entre aquel beso.
—¿Siempre tiene que ser tan demandante... Sr. Uchiha?—se burló la pelirrosa, aún envuelta entre sus brazos.
—Llámame Sasuke.
—Otra vez con las órdenes... Sasuke.
Su nombre en aquellos delicados labios provocó un remolino de emociones dentro de él. Parecía que su corazón había estado apagado... Hasta encontrarla.
—Escápate conmigo—, insistió.—Quiero recorrer el mundo, volver a vivir la vida contigo.
¿El mundo? ¿Salir de las cuatro paredes que la acorralaban?
—Sasuke—, lo llamó.
—Hmp.
—Te veo en la medianoche.
Esas palabras marcaron su corazón, y parecía que volvería la vida. ¿Acaso una persona como él podría ser amado? ¿Era merecedor de cosas tan hermosas? ¿De ella? Por su parte, el rostro de Sakura no paraba de calentarse al recordar aquel beso tan apasionante. No cabe duda, se iría con él, con un vampiro, dispuesta a amar y por primera vez, vivir... La vida de la pelirrosa ya había sido planeada por su padre, así como su matrimonio con un príncipe. Pero no, no haría eso... El amor de su vida estaba frente a ella.
El reloj marcó las doce y sus ojos se encontraron mientras ella bajaba las largas escaleras del palacio a oscuras. En un vestido blanco, como si fuese al altar, bajaba con una prisa y emoción inquietante, mientras que Sasuke le regalaba la sonrisa más preciosa que había visto.
Él la esperó, ofreciéndole su mano y cuando Sakura finalmente bajó, la tomó con delicadeza.
—Sakura... Seamos felices por toda la eternidad.
♡ FIN ♡