| charasuke x sakura |
La familia Uzumaki daba la bienvenida a los invitados con amplias sonrisas en sus rostros. Su hogar no podría lucir más elegante: flores rodeaban el recibidor, haciéndola resplandecer de un color rojo llamativo. Una verdadera bienvenida para la élite de Konoha. Meseros corrían de aquí a allá, ofreciendo copas de exquisito champaña Dom Pérignon y exóticos bocadillos. Era el cumpleaños del gobernador Uzumaki y toda la alta sociedad debía acudir. ¿Por amistad? Claro que no. Todo era cosa de estatus social.
La mandíbula de Sakura dolía de esbozar sonrisas falsas a personas que ni siquiera conocía, pero era su deber como esposa. Sin embargo, sus ojos la delataban: lucía abatida, aburrida... Sin vida. Naruto no se le despegaba de su lado, tomaba su brazo con fuerza, con miedo a que la pelirrosa se escapara de él.
Y con justa razón.
El gobernador había encontrado in fraganti a su esposa... ¡Revolcándose de lo lindo en su propia cama con el vecino veintañero!
Charasuke y Sakura habían sido terriblemente descuidados, dejaron de ser precavidos porque su deseo sobrepasó su sentido común: lo que eran encuentros cada semana, se convirtieron rutinarios. Todos los días se veían, aunque fuese cinco minutos. ¡Ni siquiera se molestaban en fingir inocencia! Andaban en toda la ciudad, haciendo las compras como si fueran un par de tortolitos, incluso las vecinas entrometidas comenzaron a juzgarlos. ¿Cómo era posible que la señora Uzumaki engañara a su afectuoso esposo con el joven vecino?
"¡La esposa del gobernador tiene nuevo novio!
"¿Sabían que el gobernador es un cornudo?"
"¡Qué mujer tan sinvergüenza, ahí va tomada del hombro del niño!".
Era el escándalo más picante de los suburbios, nadie paraba de chismear sobre la supuesta infidelidad en el hogar de los Uzumaki. El par quisiera decir que todo era un error, que solo eran rumores de gente sin vida propia, y aclarar solamente mantenían una linda amistad, pero... No. Todo era totalmente cierto, y lo peor del caso, es que ya no les importaba ser prudentes, ni siquiera sus excusas para verse. ¿La señora Uzumaki necesitaba ayuda con las compras? ¡Charasuke tenía que ayudarla! ¿El Uchiha no sabía cómo cocinar un platillo? ¡Sakura estaba ahí para enseñarlo! Usaban cualquier motivo para verse.
Sus encuentros eran más pasionales que el último. Temían que jamás obtenían suficiente de sus cuerpos. Sakura necesitaba de él, tanto como Charasuke de ella. Su llama de lujuria nunca se apagaba, su contacto visual era ferviente y no podían despegarse de la conexión que sentían al verse. El rubor de las mejillas de la pelirrosa seguía presente cuando veía al Uchiha desnudo, a pesar de que tenían más de seis meses manteniendo esa aventura erótica. Y el joven vecino no salía inmune de los encantos de su amante mayor: la imagen de Sakura, sonrojada, gimiendo de placer quedó impregnada en su mente desde la primera vez que estuvieron juntos, ella era inevitable, casi como respirar..
A Sakura ya no le bastaba solamente acostarse con él: le contaba todo de ella, de su vida, de sus sueños olvidados. Mentiría Charasuke si aseguraba que estaba satisfecho con su sigilosa relación: él quería salir con ella, dejar de ser un secreto... ¿Por qué todo tenía que ser tan difícil? ¿Por qué el universo conspiraba en contra de ellos? Pero lamentablemente no había otra opción que seguir siendo un amor clandestino, adornado de secretas citas y miradas cómplices.
Pero todo se fue a la mierda el día en que supuestamente el esposo Uzumaki estaba en otro país y no llegaría hasta en dos semanas.
Iba a ser un encuentro como cualquier otro, pero eso sí, mágico para el par de amantes que callaban bajo cualquier sospecha.