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— Lo haces bien –menciona él, con orgullo, como un campeón-. Incluso fue rápido, una lástima.

Me limito a sonreír y asentir.

— Pero bueno, me ducharé y me iré, espero no sea molestia. Te dejaré la parte que me corresponde.

Y saca de su bolsillo un billete, ni más ni menos, lo justo. La mitad.
Paso seguido se dirige a la ducha, y se escucha el grifo abrirse, continuo a eso, el agua corriendo.

Mientras yo me hallo en la cama, que frente tiene un gran espejo, y me miro, a mí ahí, sentado y medio tapado, medio desnudo. Dónde momentos antes también me miraba, momento en que mis ojos se encontraron a sí mismos en el reflejo, y ellos mismos se desconocieron, porque la mirada de ese entonces no es en absoluto la misma que estoy viendo ahora.
Ahora hay muchas y distinguidas diferencias, en la cual destaca decir que el brillo y emoción que se veían no están más, solo hay un chico a mitad de la ciudad en una habitación de hotel con un chico que recién conoce. Que por más ubicado que esté, está perdido totalmente.

Ignoro entonces el sentimiento que estaba por venir, a modo de distracción me acerco a la ventana para fumar un poco. Y noto a cada suspiro cómo se relajan mis músculos, quienes habían sido tratados con poca delicadeza últimamente, quienes por más calor que había, en el fondo hasta ellos se sentían solos. Y muy fríos.
Pero es natural cuando pides poder y gloria, que a modo de emboscadas fuertes sin cuidado se hacen presentes.
Pero el cuidado no importa, porque eso, supone, da poder y da gloria.

Es entonces cuando escucho el crujir de la puerta del baño abrirse, y sale él, medio seco medio empapado.

— ¿Otro round? –dice una vez que me mira posando desnudo en la ventana–, me encantaría, de verdad, pero ya debo irme.

Únicamente le sonrío.
Y mientras él se viste, yo termino el cigarro.

La despedida siempre es la más extraña, y digo que me extraña porque literalmente tuvimos sexo en diferentes formas para que se limiten a decir "adiós".
No exijo un beso, ni nada de eso, más sin embargo, me sigue pareciendo extraño.

Y me hallo nuevamente solo en una habitación, mirando mi cuerpo imperfecto, mirando las marcas de sus manos, mirando mi pecado cometido.
A este punto siempre bailo desnudo mientras la televisión muestra porno heterosexual.
En lo que a bailar refiere, simplemente ando de un lado para otro observando cada detalle que se haya a mi alrededor, mientras también imagino cómo me veo siendo penetrado. Aunque suene extraño, solo me gustaría saber si me veo tan lindo como cuando me miro en el espejo mientras sucede.

Pasa el tiempo, es más de medianoche, estas suelen ser mis horas.
Las horas en que el sentimiento que siempre trato evadir me alcanza para reclamar lo suyo. Mi estabilidad.
El estar estable a las posibilidades.
El estar estable para otra noche más.
El estar estable para no sentir que por más que lo quiera, aquello no se llenará con besos en mil partes.
Pues, mi estupidez es tan grande que termino sintiendo todo lo que no quería sentir.
Por más esfuerzo a solo sentir lo bueno, termino dándome cuenta. Que en mis poesías se leen mis anhelos, mis pedazos de cielo que quizá ya he perdido.
Que en mi mente las cosas ya no son azul, ahora son de una belleza oscura.

En mis labios rojos sigo buscando marcar lo suficiente otros cuerpos y otros labios, para sentir que encajo y sentir que he hallado algo que ya ni sé si busco.
Y me odio por eso, porque en el fondo le temo a las yemas de los dedos, a su tacto tan frío que congela, a su cercanía tan severa que me inmoviliza para no molestar, o a su perversión que me pervierte, solo para tener remordimiento después.
Le temo a no sentir que pertenezco si no les doy esto, porque hasta de los roces míos que yo doy, temo no sean considerados suficientes.

La jodida verdad dicta cómo he dejado de amarme de a poco, a tal punto de ser lo suficientemente sucio para hacerme sentir amado, aunque sea por alguien que solo quería eso.
Hay veces que siento como si les dijera que me quitaran la piel de ayer, que hacerlo me liberaría, que anoche los soñé, pero es lo mismo para todos, es lo mismo para mí, es imposible que puedan sanarme. Cada cuarto menguante o cada media luna me pinto de sus sombras, mi brillo está a nada de extinguirse, y lo único que hago es pedir más, que me den más, que me pidan más, que les dé más, así soy invencible. Así siento la sombra de lo fresco.

Y sombra casi soy, pues las luces del hotel siguen bonitas, pero hace tiempo que no me iluminan de sus colores.
Aprecio la belleza de los cuadros, de los rostros y el desnudo, es increíble hasta cierto punto, y pregunto al final, ¿ellos también apreciarán a este otro yo?
Porque el otro yo se arregla para nada, pues le piden que se quite todo arreglo.
Porque el otro yo se perfuma y no le dicen que huele a flores.
Porque el otro yo es en realidad más delicado, dulce y lindo.
Porque el otro yo llora por dormir con alguien aunque sea una vez.
Porque el otro yo teme vivir solo el resto de su vida.

Trasnochar un poco más libera mis penas, en mi dulce pero amarga soledad.
Muevo mi ser una vez más a la ventana, y me concentro en el calor, el olor y el humo que ahora está frente a mis ojos, recién expulsado de mis pulmones. Mirando hacia enfrente, mirando sin estar concentrado, mirando sin ver nada.

Una vez concentrado en lo que se supone debería estar viendo (el otro lado del edificio, una ventana abierta), una mirada coqueta avisa que ha estado viéndome. Y también avisa que le gusta lo que ve.
Me limito, nuevamente, a sonreír y asentir. Pero ahora le agrego un guiño, y con las manos le hago entender que puede venir para verme sonreír más cerca.
Otra vez.

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7.- Reina del hotel de medianoche

Verso 1:

Sé por qué lo hago, y ya no temo decirlo.
Estoy seguro que es igual, y lo sigo haciendo.
Han sido los cuerpos, pero las caras
no recuerdo.
No soy algo fácil, encontré con qué distraer esta batalla.
No saben que los utilizo.

Pre - Coro:

Justo ahora, sé cómo amarme, todo está perfecto.
Justo ahora, sé que sigo sin un rumbo.
Tenía que sentir algo, pero no lo siento en absoluto.

Coro:

Otra noche, en la que no estoy solo,
solo mi corazón lo está.
Aburrido, lastimado, como sea, es igual.
Soy la reina del hotel de medianoche.
No soy el rosal ni soy una flor, solo soy espinas con gotas diferentes de su sangre.
Soy la reina del hotel de medianoche.

Verso 2:

El placer se siente, pero se marchita, no se siente bien.
Sigo rodeado, aún así, en verdad me estoy hartando.
Pedí estar bien, y lo estoy, solo que
estoy dejando de soñar.
Soy honesto y lo lamento, me siento insuficiente.
No saben de mi coronación.

Pre - Coro:

Justo ahora, sé cómo amarme, todo está perfecto.
Justo ahora, sé que sigo sin un rumbo.
Tenía que sentir algo, pero no lo siento en absoluto.

Coro:

Otra noche, en la que no estoy solo, solo mi corazón lo está.
Aburrido, lastimado, como sea, es igual.
Soy la reina del hotel de medianoche.
No soy el rosal ni soy una flor, solo soy espinas con gotas diferentes de su sangre.
Soy la reina del hotel de medianoche.

Bridge:

Soy un puto freak, o un maldito masoquista, siempre me hago la presa.
Soy un chico jodido, o me falta corazón, pero siempre busco ser cazado.
Quiero verme bien, si.
Quiero más sexo, si.
Quiero hacerme el tonto, si.
Quiero sentirlo más, no.
Nadie sabe que me hacen sentir nada.

Coro:

Otra noche, en la que no estoy solo, solo mi corazón lo está.
Aburrido, lastimado, como sea, es igual.
Soy la reina del hotel de medianoche.
No soy el rosal ni soy una flor, solo soy espinas con gotas diferentes de su sangre.
Soy la reina del hotel de medianoche.

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