Décimo séptimo capítulo.

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Décimo séptimo capítulo.

Hubo días buenos, fueron la mayor parte del tiempo, almuerzos familiares, un par de paseos y salidas al aire libre. La sonrisa de Luka era luminosa al mirar a su padre, se abrazaba a él y no dejaba de decirle cuanto lo amaba.
Hubo días malos, en los que tenía que apretar los dientes para no chillar como un niño ante la impotencia de no poder aliviar el malestar de Pete ni el dolor de su hijo.
El día que al entrar a la habitación del omega lo encontró encorvado llorando con algunos mechones de pelo en la mano pensó que la tristeza lo doblegaría.
-Heyyy -se puso de rodillas ante él- está bien...
-Tenía la esperanza que no me iba a pasar -se limpió la nariz con la propia remera- no soy vanidoso, pero...
-Shhhh -acarició su rostro- no tienes que justificarte.
-Voy a parecer un bicho -dibujó una mueca- no voy a sacarme el gorro nunca más.
-Tonto -con el índice le empujó la nariz- siempre serás hermoso.
Los dos hicieron silencio, cada vez era mas frecuente que pudiera ser abierto con sus emociones, y aunque Pete nunca respondía de la misma manera, se negaba a pensar que el omega no sentía lo mismo.
-Tengo una máquina de cortar pelo en el baño -Pete fue el primero en desviar la mirada- ¿me ayudas?
-Por supuesto -se levantó y caminó al baño. Tuvo que cerrar la puerta un segundo y apoyarse en ella para encontrar fuerza dentro suyo. Salió un minuto después con la máquina y un peine- deberías sentarte en la silla para no ensuciar todo.
Pete cerró los ojos a la espera de que se terminara este nuevo suplicio, pero los abrió cuando el sonido de la máquina funcionando le llamó la atención al no sentirla sobre su cabeza.
-Estas loco... -susurró cuando lo vio y comenzó a reír a carcajadas.
-¿Me vas a decir que no me veo guapo? -argumentó mientras pasaba la maquina cortando al ras su propio pelo, los mechones oscuros caían a los costados.
-Ohhhh dioses Ae! -palmeó sus rodillas sin poder parar de reir al ver el desastre- realmente perdiste la cabeza.
-No te rías tanto que ya te toca a ti -lo señaló con la máquina encendida- pero ahora ayúdame ¿si?
El alfa se ubicó mirando al frente en el suelo entre las piernas del omega que tomó la cortadora y la deslizó hasta sacar el pelo en los lugares que el otro había dejado mal cortado. Cuando terminó de hacerlo, Ae tiró la cabeza para atrás apoyándola sobre los muslos del omega, cada emoción reflejada en su mirada. Ninguno de los dos dijo nada, pero sus labios lo expresaron todo. La cara de Pete bajó lo suficiente para que el rose entre las bocas se sintiera hasta en la última célula. Un beso tierno, suave y sutil, una caricia que los dos necesitaban. Muy pronto el castaño se separó pero esta vez Ae no estaba dispuesto a evadir lo que los dos sabían inevitable. Volvió a acomodarse de frente, su mano directo a la nuca de Pete para sostenerlo allí. Hizo un pequeño barrido con la lengua, se maravilló con la delicia de la carnosidad de la los labios, con la tibieza embriagadora. Intentó ser gentil, pero el mordisco que sintió arder quitó cualquier recaudo y se entregó a la voracidad de un beso que los dos venían deseando desde hace un tiempo atrás. Trataron de separarse en varias oportunidades pero volvían a empezar, a saborearse, a llenarse del aroma del otro. Cuando por fin lograron calmar un poco las ansias de continuar, Ae se ubicó detrás del omega y entre mimos se dedicó a cortar el pelo para evitar que la caída progresiva hiciera que la amargura fuera mayor.
-Me voy a quedar sin cejas y pestañas... -la voz apenas audible- va a ser horrible.
-Eso es imposibe... -apretó sus hombros- no hay nada que pueda hacerte quedar mal.
No dijeron nada del beso, como si hubiera sucedido en otro tiempo y espacio, como si los dos no sintieran la piel hormiguear ni el tacto enloquecido.
Horas mas tarde, cuando el omega ya estaba bajo las sábanas con su hijo dormido al otro lado, se dedicó a contarle sobre la nueva oficina y el negocio que estaba comenzando con su hermano mayor como socio.
-La mudanza ya casi está lista -habló al fin sobre que debió abandonar el departamento- la convivencia con Mean no es mala.
-Me parecía muy raro de que pasaras tanto tiempo aquí -habló despacio para no despertar a Luka- eras un desempleado sin hogar.
-Me descubriste -bromeó y una vez más acarició sus mejillas que ya no se veían tan abultadas como antes- aunque realmente todo lo que quiero es estar aquí.
No hablaron del beso pero las palabras estaban aguardando allí, a la espera del momento indicado para ser dichas. Un vez que sintió a Pete ceder al sueño, caminó al baño y se miró en el espejo. Su cabeza con apenas una mancha oscura donde antes había pelo. Ver al omega caer era algo inusual, generalmente mantenía la sonrisa aún después de los peores momentos, soportando cada efecto secundario disimulando la mueca ante el malestar o las nauseas. Admiraba su fortaleza y la devoción ante su pequeño. Adoraba todo de él y seguía a la espera del momento indicado para decírselo. Llevó una mano a sus labios, aún guardaba el tacto de la boca que le había devuelto el beso. En su dulzura se adivinaba el calor y sensualidad del castaño y se sentía ansioso ante la oportunidad de tenerlo para siempre, de que aceptara sus intenciones y le diera la oportunidad de demostrarle que nunca más se alejaría.
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Dos meses después, Pete había ingresado al quirófano. Terror era una palabra que no alcanzaba a cubrir lo que sentía en el momento que el especialista le indicó que ese el siguiente paso.
No se lo comunicaron a Luka hasta dos días antes, se quedaría con Mean y Plan mientras Ae hacía guardia en la clínica. Antes del momento de internación, el menor se había aferrado a su cintura y parecía que no podía soltarse. Lloró abiertamente, como no lo hacía desde hace tiempo, era un niño chiquito aferrado a las piernas de su padre omega, asustado de un futuro incierto.
-Amor... -le acarició el pelo- esto significa que está cerca de terminar.
-No quiero papá... -escondió la cara en el cuello del mayor ante la mirada de Ae- tengo miedo.
-Lo sé... -la mano recorrió sus mejillas- pero la operación significa que muy pronto voy a estar bien.
-¿Me lo prometes? -susurró.
-Lo prometo.
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Cuando Pete salió de la anestesia, lo primero que vio fue el gorro de lana que Ae llevaba cubriendo su cabeza. Le dolía el pecho y se sentia agotado, pero antes de volver a cerrar los ojos, quería empaparse en la visión del alfa.
-Heyyyy -habló en voz baja cuando lo descubrió mirandolo- ya estas despierto...voy a llamar al doctor.
Antes de que saliera, alcanzó a agarrarle la mano y apretar sus dedos.  No tenía fuerza para hablar ni pedirle nada, pero necesitaba que fuera la voz del alfa la que dijera el resultado de la intervención quirúrgica. Ae pareció entenderlo. Se acercó y le dejó un beso al que no pudo responder y luego dijo las palabras que estaba esperando.
-Lograron sacar todo... -sintió la tibieza de las lágrimas deslizarse por sus mejillas- vas a estar bien.
Cerró los ojos aunque las lágrimas no se detuvieron y agradeció a los dioses por esta nueva oportunidad. No quería volver a dormir, pero la anestesia todavía nadaba en su sistema. Al final, el sueño le ganó, pero ni aún así pudo borrar la sensación abrumadora de los labios del alfa sobre los suyos.

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Amo esto. Gracias por acompañarme, por cada comentario.
Se que esta historia no es la mas leída ni la que tiene mas estrellas, pero siento que pongo mucho aquí y por eso estoy feliz de saber que hay quienes la disfrutan tanto como yo.
A todos ustedes, mil gracias. 
Un beso inmenso. Pronto wl último capitulo. Saludos!
Cuídense mucho.



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