Comienzo de una nueva vida, o casi.

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Después de la despedida de mi padre, vamos a, desde ahora, mi jet. Mi padre lo ha comprado para que vuele siempre que quiera. Sólo tengo que llamar al 256 y decir que voláremos cuando yo quiera. A mi no me apetecía ser rica. Quería una casa y el bufete. Pero, no más lujos. Pero, que se le va a hacer. Sigo siendo la supuesta niña rica de mi padre. No, nunca lo fui, solo siempre me señalaban así. Además de tener a mi padre multimillonario, tenía la grandísima herencia de mi madre. Mi madre también venía de una familia adinerada. Unos cuantos puestos más abajo que mi padre. Me dejo con millones de Euros. Tenía una cuenta, donde el dinero crecía, y mi padre cuidaba. Dejamos ahí el dinero, así que imagínate cuanto hay ahora. Cuando pusimos el dinero en la cuenta eran sólo 10.000.000€ y lleva ahí diez años. Eso significa que soy la mujer más rica del mundo, y me importa una gran mierda. Paso de eso, el dinero no lo es todo en la vida. No para mi.  

Cuando entramos en el jet, todo es verde y blanco. Con cojines de color rojo. Mis colores favoritos. 

Claudia, la azafata, MI azafata, nos saluda: 

-Bienvenida Señorita García y Señorita López. Espero que el vuelo sea de su agrado.  

Dicho esto se va a por champán y nosotras nos sentamos en el sofá, que por cierto son una butaca gigante, hay cinturones.  

-Wow, Lil, esto es marav- dice Sofía, yo la corto.  

-Esto es innecesario, pero maravilloso si.  

Hablamos de muchas cosas, de que vamos a hacer, que tipo de casa voy a comprar. Ya que quedamos en ir primero en el hotel y estar unos días hasta que encuentre la casa de mis sueños, la compre y después la decoraremos. Será genial, y encima mi mejor amiga estará conmigo un mesaaazo. Cuanto la quiero, jope. De repente habla Gideon, el piloto del jet.  

-Señoritas, vamos a ir despegando, porfavor, abrochense los cinturones, no utilizen ni móviles ni ningún otro tipo de dispositivos electrónicos. Gracias, y que tengan un buen viaje. 

7 horas de viaje nos esperaba 

Después de dos horas de hablar y de tomar champan yo me fui a mi compartimento, a dormir. Estaba nerviosa, ansiosa. Cansada, y llena de vida. Enfadada, y feliz. Ósea, más bipolar imposible. 

Simplemente iba a dejar todo el dolor atrás y vivir el presente. Me puse música y me dormí.

5 horas más tarde... 

-Señoritas abrochense los cinturones, estamos aterrizando en Seattle, Washington.  

Nos abrochamos los cinturones y no paramos de reír, porfin llegábamos a mi nueva vida.  

Cuando aterrizamos, sacaron todas nuestras cosas del avión mientras nosotras bajábamos. Teníamos dos señores guardaespaldas. Un chofer nos vino a buscar y nos llevo a nuestro hotel, Ritz. Cuando llegamos nos duchamos, nos vestimos y dormimos más. Después de eso, nos iríamos a buscar donde poner mi bufete de abogados y mi casa.  

Nos despertamos, nos vestimos perfectamente con nuestra nueva ropa. Yo llevaba unos tacones Loubutin, mis vaqueros blancos y mi top gris súper elegante. Sofía se puso unos Jimmy Choo rosas, vaqueros azul claro, más bien turquesa y un top parecido al mío, rosa. Nos dejamos el pelo suelto, nos maquillamos un poco y nos fuimos a donde el coche y el chofer nos esperaba. Nos íbamos al Escala. Ahí quería mi apartamento, en el edificio más bonito y con más vistas del Starship que hay en la ciudad. Cuando llegamos nos fuimos al ático, que es el que se vendía. Lo compre enseguida, me encantaba. Después iríamos de compras.  

Cuando llegamos a un rascacielos, que se vendía entero, no me lo pensé dos veces. Mi bufete sería aquí. Podría alquilar un par de plantas a marketing que también estudie. Pondría aquí mi empresa también.  

Ya era la dueña de lo más importante. Después de eso, nos fuimos de compras. Compramos muebles para la nueva casa, todo muy hipster. También compramos muebles para la oficina.  

Ya tenía empleados y tenía abogados en mi bufete, ya se había hecho mi vida. Y eso que sólo llevaba medio día con las propiedades. Después, me encontré en la ciudad a un perro grande, precioso y sólo. Pobrecito. Mande que lo llevarán al veterinario, ya, que lo lavarán, que le dieran de comer y que le compren todo necesario y después que lo llevasen a mi apartamento.

No hay mal que por bien no vengaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora