Por ser Englina parte de la familia real, sobrina de la reina, la celebración de su iniciación se llevaría a cabo en el salón del fuego del palacio flotante.
Me alisté y como quería mi madre, usé la túnica azulada. Una delicada capa de tela casi transparente bordada con hilos de plata colgaba de mi hombro derecho, el izquierdo iba descubierto. El suave tejido del vestido se amoldaba a la perfección a mi cuerpo, plano, y era tan cómodo que por momentos se sentía como si no vistiera nada. Mi largo cabello blanco estaba sujeto en una cola alta con una gruesa horquilla de obsidiana y lapislázuli.
Entré en el salón del fuego al lado de mi madre que lucía incomparablemente bella y elegante. Vestida de blanco, ella parecía brillar. Llevaba el cabello suelto y entretejido con hilos de oro y cuentas de zafiros y diamantes. Su rostro, como le encantaba, estaba adornado por suaves líneas plateadas. Se curvaban en arabescos en sus pómulos y alrededor de los ojos y sobre su cabeza la extraordinaria corona que algún día yo portaría
La música de las arpas y las liras se detuvo cuando entramos al salón. Todas las cabezas se giraron hacia nosotras, los ojos nos seguían en silencio con miradas que denotaban respeto y admiración. Caminamos despacio, la vista al frente sin mirar a nadie hasta sentarnos en las sillas del trono, mi madre en medio, yo a su lado derecho.
Resoplé ya aburrida de estar allí. Englina me miraba fijamente con la boca un poco abierta. Estaba segura que sentía celos de mí y eso me alegró el momento.
Llevaba allí casi lo que tarda un cuarto de vela de Ormondú en consumirse. Ya habían hecho la presentación de la nueva lara, Englina Olsen y mi madre y yo la respectiva reverencia a la nueva integrante de la asamblea de sorceres del reino.
Luego de finalizada la ceremonia de presentación al concejo, yo continuaba aburriéndome sentada junto al trono. No se me permitía bailar debido a que todavía no cumplía la mayoría de edad, así que solo podía comer los suaves canapés que me ofrecían, escuchar la música de las flautas y las liras y dejar vagar mi pensamiento en medio del aburrimiento atroz. Mi madre, por el contrario, disfrutaba brillando en medio del salón cual luna en el firmamento. Iba de aquí para allá conversando con los lars y laras de la corte, siempre seguida por la capitana de la guardia real, lara Moira Abramsen, que para la ocasión no vestía la usual armadura sino su uniforme de gala, negro con orillos dorados y la capa azul ultramarino que la distinguían como miembro de la guardia real.
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Augsvert II: El exilio de la princesa (Completa)
FantasíaEn el reino de Augsvert la princesa Soriana intenta convertirse en la mejor hechicera de todos los tiempos con ayuda de un misterioso libro que es mucho más de lo que parece. ***** La princesa Soriana Sorenssen es la heredera al trono de Augsvert, e...