Prólogo.

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Y aquí estamos de nuevo.

Mis amigas están frente a mi con la misma duda que yo.

¿Qué mierda acaba de decir?

Any me mira esperando que yo también les de una señal de que todo lo que sucede es real, pero es más que obvio que si esta pasando.

—¿No dirán nada? —cuestiona.

No respondo y las chicas a mis lados tampoco.

—Me lo imaginé, son tan raras —exclama con inferioridad— tanto tiempo tratando de invicarme y ahora se callan, genial.

Empieza a caminar en círculos a nuestro lado, se detiene justo a lado de A.J pasando sus largas y negras uñas por su cabello violeta.

—¡No me toques! —reprocha A.J.

La cosa que estaba hablando con nosotras hace unos segundos retira su mano de inmediato y se vuelve hacia mi.

Me inspecciona de manera que empiezo a sentirme insegura, se acerca tanto que puedo sentir el frío aliento que emite y me quedo petrificada en mi lugar.

—Tu muñeca —me pide.

Pero no contesto ni me acerco, no le muestro ninguna parte de mi cuerpo y de inmediato se le nota la molestia.

Se pasa por un lado de Any y toma mi cara entre sus manos con fuerza, obligandome a mirarle.

Sus ojos hacen que me de un miedo indescriptible y me haga sentir que en cualquier momento, a pesar de que todas ocupemos nuestro don, ella puede acabarnos.

Agarra mi muñeca con molestia y al detectar el signo que se encuentra allí, sonríe mostrando su perfecta dentadura.

—Eres tú.

Y sin más, tira un polvo a los pies de mis amigas haciendo que todas caigan al piso y yo suelte un chillido de angustia. Sin previo aviso, tapa mis ojos y susurra un hechizo haciendo que mis ojos solo miren obscuridad.

Epifanía | La Descendencia OscuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora